Actualizado: 27/03/2024 22:30
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A debate

La ilusión de Villaverde

Una normalización entre La Habana y Bruselas forzaría un debate sobre las ventajas de una política más flexible en EE UU.

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Respecto al segundo tema, si la interacción europea sólo tuviera impacto en los "sectores élites de la sociedad cubana", ese sería en sí mismo un efecto positivo. Desde la toma de La Habana por los ingleses, la historia demuestra que la interacción de las élites cubanas con el mundo ha acelerado, nunca retardado, el ritmo de los cambios internos.

El intercambio con las élites fue usado eficientemente por el mundo democrático para influir en el bloque comunista europeo. Joshua Muravcik, estudioso neoconservador del colapso del comunismo, ha escrito: "El comunismo murió porque la gente, hasta la más alta jerarquía, dejó de creer en el sistema… Ninguna explicación del colapso del comunismo tiene sentido si no se centra en el desencanto de la clase dominante soviética o incluso de algunos de sus líderes en particular".

Precisamente por su influencia, es importante dar incentivos a la élite para reciclarse en una economía de mercado.

El desarrollo de contactos y relaciones en el mundo capitalista por funcionarios, administradores, intelectuales, científicos que trabajan en el gobierno repercute positivamente en la liberalización de Cuba. Los "individuos pertenecientes a instituciones estatales" son tan cubanos como los miembros de la oposición.

No conozco a ningún cubano, favorable al gobierno o no, que haya regresado de Europa con peor visión del capitalismo que con la que fue. Apoyar a la sociedad civil y oponerse a las violaciones de los derechos humanos que tienen lugar en la Isla no implica hostilidad hacia los cubanos en el gobierno.

Es positivo que médicos y científicos cubanos tengan acceso a los avances y a las universidades europeas, y que Europa coopere con La Habana en la lucha contra el tráfico de narcóticos. Muchos de los que trabajan para el gobierno producen beneficios para los ciudadanos y para otras naciones.

Campeones de la lucha por los derechos humanos, como el ex presidente James Carter, han criticado a La Habana por sus violaciones a los derechos políticos con la misma fuerza que reconocen el mérito de su cooperación de salud con otros pueblos. Es injusto insultar al médico altruista, cualquiera sea su ideología —llamándolo "mercenario", como hizo la revista Forbes—, o confundirlo con el fanático que golpea a un compatriota por expresar una opinión diferente.

Las políticas europeas de compromiso constructivo con los sectores del gobierno cubano no son de suma cero. Europa contribuye a desarrollar una clase media profesional, con los conocimientos y habilidades para manejar una economía de mercado, "evita el aislamiento de los cubanos —apunta González— y coadyuva a desautorizar la eterna política de confrontación del gobierno de la Isla".

La interacción con la sociedad

González propone un apoyo europeo "más directo y definido" a "proyectos de carácter cívico, independiente y plural". Para tales fines, es vital identificar aquellos sectores en la sociedad civil cubana (intelectuales reformistas, agrupaciones profesionales, comunidades religiosas y opositores moderados, para mencionar algunos) que abogan por reformas y dinamizan el proceso que Velia Cecilia Bobes ha llamado de "pluralización social". Los grupos de oposición son parte esencial de la sociedad civil, pero esta no se limita a aquellos.

La analogía con la España franquista vuelve a ser válida. A fines de los sesenta, Juan Goytisolo fue atacado por las cúpulas antifranquistas cuando escribió en el semanario francés L'Express que España sería liberada por las fuerzas de la apertura y el mercado que estaban "normalizando" el país. La apertura económica desarrolló lo que el historiador Edward Malefakis llamó el "aburguesamiento de las masas españolas" y una élite profesional insertada en la economía capitalista mundial.