Actualizado: 27/03/2024 22:30
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

De la revista

¿Puede España enseñar algo a la transición cubana?

Las claves de la democracia española. Síntesis de un ensayo de Emilio Lamo de Espinosa publicado en 'Encuentro'.

Enviar Imprimir

Hay países que no consiguen superar sus estereotipos, ni hacia adentro ni hacia fuera. Estos son tan fuertes que no se alcanza a ver el país mismo, sino sólo su imagen retórica y eso les ocurre a nativos y foráneos por igual. A los españoles nos ocurrió durante mucho tiempo y así, la imagen romántica que inventaron los viajeros europeos del XIX servía tanto para el contrabandista, el toreador o la Carmen cigarrera como para el anarquista catalán, el jornalero andaluz, el miliciano de la Guerra Civil o el maquis de la Guerra Fría.

A Cuba le pasa algo semejante. Su estereotipo o imagen es tan fuerte que a nadie le interesa la verdad. La imagen de sus paisajes naturales o sociales, la simpatía de la gente, la hermosura de las mujeres, la sensación de tiempo detenido y, por lo tanto, de autenticidad, aunque sea decadente, todo ello la marca como premoderna y, en cierto sentido, auténtica.

Esto es relevante, entre otras cosas, porque es esa visión romántica y exótica, "orientalizante", de Cuba, lo que explica el interés por el país, pero puede que también explique el desinterés por su dictadura, que incluso se diría que "hace gracia". Del mismo modo que los que odiaban a Franco, pero les costaba entender una España sin golpes de Estado, obispos inquisitoriales y contrabandistas o anarquistas. Una Cuba sin guerrilleros o que haya dejado de ser bananera, una Cuba moderna, democrática y próspera, ya no sería "nuestra" Cuba.

A diferencia de muchos de mis compatriotas, mi admiración por Cuba, e incluso mi oposición a la política cubana de Estados Unidos (y en concreto, al embargo y la Ley Helms-Burton), no me lleva a confraternizar con el dictador Castro en ningún sentido.

Sin embargo, Castro tiene la suerte de contar con la benevolencia residual de la intelectualidad europea y, sobre todo, latinoamericana, que, al parecer, sigue discriminando entre unos y otros dictadores y unas y otras víctimas. Pero todo modo de ver es un modo de no ver, y la fascinación con la revolución es, qué duda cabe, el olvido del presente. El cubano real aparece escondido, tapado, detrás del cubano ideal o teórico. Cuba interesa por lo que representa, un orgulloso y trasnochado bastión antiimperialista (y recuerdo ese ingenuo si no estúpido cartel en La Habana: "Señores imperialistas, no les tenemos absolutamente ningún miedo"), pero no por lo que es.

La transición española como modelo

La transición española a la democracia (y más allá, a la modernidad) ha sido modélica, y así es aceptada por todo el mundo. Ahora bien, ¿por qué fue un modelo? Y sobre todo, ¿qué significa ser un modelo? Para comenzar, daré tres respuestas a la primera pregunta.

Por supuesto, es modélica porque ha sido un éxito, y muy pocos países (quizás Irlanda) han tenido un proceso de cambio social tan intenso, extenso y acelerado, como España, resultando en un altísimo nivel de libertad, seguridad y prosperidad. La monarquía del rey Juan Carlos ha entrado ya en la historia como el período más brillante de la historia moderna de España, con pocos parangones.

Ello hizo del caso español un caso "de manual", ejemplificador de lo que debe hacerse, estudiado y analizado en miles de seminarios, simposios, artículos o libros. Es probable que, por vez primera en lustros —quizás siglos—, España se haya presentado como modelo y no como contra-modelo (de país mal gobernado, de imperio decadente, de violencia fratricida o de integrismo cultural).

Pero fue modélica, sobre todo, por ser inesperada, porque iba contra todas las expectativas. La élites pactaron, la Iglesia contribuyó a la pacificación, el Ejército se mantuvo en sus cuarteles (salvo una noche siniestra), las masas se movilizaron con orden. España se incorporaba a la modernidad con fuerza inesperada y, al hacerlo, mostraba a toda América Latina que no hay incompatibilidad alguna entre hispanidad y democracia o capitalismo.

Debemos reconocer, sin embargo, algunas limitaciones importantes a todo mapa, que nos obligan a cierta humildad cognitiva. Porque cada caso es singular por sus circunstancias, como nos recordaba Janos Kornai, y quizás el de Cuba lo será por muchas, no pocas, circunstancias singulares.

Mencionaré algunas: la proximidad a Estados Unidos, el exilio de Miami, el carácter marcadamente arcaico, viejo, enrocado y bunquerizado del régimen de Castro, una verdadera reliquia o fósil después de 1989 y el fin de la Guerra Fría.


« Anterior12345Siguiente »