Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Una revista para la libertad

Los ataques a 'Encuentro' y la polarización de la pugna política cubana.

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El 24 de julio de 1996, a escasos días de las declaraciones de Guillermo, el ABC publicó un artículo titulado "Reflexiones sobre un «Encuentro»", en el cual su autora, la poetisa y narradora María Elena Cruz Varela, dice que se cuida "de no caer en la trampa de enjuiciar a Encuentro, acusándola de ser un instrumento del castrismo", pero le reprocha "ambigüedad" e "indefinición" ante el problema cubano. Leer la revista es comprobar que estos reproches de mi buena y admirada amiga Mariela carecen de sostén.

En el primer número de Encuentro —en "Textual", sección destinada a materiales relacionados con la actualidad cubana— se reprodujo un fragmento del informe del Buró Político leído por Raúl Castro, el 23 de marzo de 1996, ante el V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Es un documento donde la dictadura expone desembozadamente por qué y cómo va a restringir aún más la investigación académica y la libertad de expresión.

Por tanto, se trata de un documento tan emblemático de la naturaleza opresiva del régimen castrista, que hacerlo accesible a los lectores de Encuentro lo convertía en una denuncia demoledora —¡una denuncia en boca del mismo régimen!—, razón por la cual Jesús Díaz lo publicó. Así lo vio Heberto Padilla. En un artículo sobre Encuentro titulado "Una revista de reconciliación" ( El Nuevo Herald, Miami, 5.10.1996), dijo el poeta: "El primer número tiene la virtud de que revela con absoluta claridad la nueva situación cultural y política del país. Hay muchas colaboraciones de interés en este primer número, pero el documento de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, las conclusiones y recomendaciones del informe sobre la situación de los derechos humanos en Cuba y el 'Fragmento del Buró', presentado por Raúl Castro, bastarían para acercarnos a la imagen cultural de la crisis cubana".

Pero no faltó quien quisiera ver en la publicación del "Fragmento del Buró", como lo llama Padilla, y de un artículo del ministro de Cultura castrista Abel Prieto (rebatido en la misma revista por Rolando Sánchez Mejías) una señal fehaciente de la complicidad de Encuentro con el régimen cubano.

Mi viejo amigo, el novelista César Leante, en una especie de relato de política-ficción que aspira a ser una denuncia —"El largo brazo de Castro", La Ilustración Liberal, Nº 19-20, Madrid, julio de 2004—, llama a Raúl Castro "colaborador" de Encuentro e insinúa que Jesús Díaz era agente de la Inteligencia cubana y que la revista es financiada por el gobierno castrista. (Ahora quien interviene es Escipión: "Manilio, esto es enteramente falso, y no sólo inventado, sino inventado de manera ignorante y absurda…").

No me puede sorprender que la dictadura acuse a Encuentro de ser un engendro de la CIA y que se empeñe en impedir su presencia en Cuba, pero sospecho que la imputación de que es un engendro de Castro me mantendrá perplejo hasta mi hora final.


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