Actualizado: 22/04/2024 20:20
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EE UU - América Latina

Política y compasión

Después del Katrina: Latinoamérica y Estados Unidos ante una nueva oportunidad.

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Equipos médicos, trabajadores voluntarios, soldados, ingenieros, equipos de tratamiento de agua, cocinas móviles, expertos en inundaciones y sanidad, 120.000 libras de plátanos, dos toneladas de leche en polvo, un millón de barriles de gasolina, 50 toneladas de carne enlatada, donaciones monetarias: Latinoamérica no se ha quedado a la zaga ayudando a las víctimas del Katrina. Una sincera compasión ante las imágenes de la tragedia ha guiado la generosidad, tanto de extranjeros como de los mismos estadounidenses.

La política, inevitablemente, también ha hecho su entrada en la escena. La firme y vehemente respuesta del presidente Bush ante la tragedia del 11/9 contrasta descarnadamente con su indiferente respuesta posterior al Katrina. Cuatro años atrás, los horripilantes ataques —que nunca olvidaremos— le dieron al Partido Republicano la oportunidad de lucirse bajo el halo de la seguridad nacional. Hoy, los rostros desamparados de los más vulnerables de entre nosotros —a los que deberíamos recordar por siempre—, podrían reportarle muchos beneficios al Partido Demócrata.

Bajo el gobierno de Bush, Latinoamérica se ha ido alejando aún más en el horizonte. La Cumbre de las Américas en Miami (celebrada en 1994), conjuró una grandiosa visión de integración y libre comercio que aún no se ha hecho realidad.

Hacia el final de la década, la mayoría de los latinoamericanos se cuestionaban las reformas neoliberales que pusieron los asuntos macroeconómicos en orden, pero hicieron muy poco por crear nuevos puestos de trabajo y mejorar su estándar de vida. A pesar de ello, la mayoría continúa creyendo que la democracia y una economía de mercado son los mejores portadores del progreso.

Hoy, sin embargo, Hugo Chávez y Fidel Castro son los que están ganando terreno en las mentes y corazones de los latinoamericanos.

Esperanzas políticas

Antes del Katrina, Washington y Latinoamérica habían asumido posiciones distintas con respecto a las siempre hirientes espinas que representan Cuba y Chávez. Después del Katrina, un aura de buena voluntad pudiera extenderse a las relaciones entre estos hemisferios. Exactamente lo opuesto a lo que sucedió después del 11/9, especialmente con México, que tuvo una distanciada reacción a los ataques; y con la guerra de Irak, a la que se opuso la gran mayoría de los países latinoamericanos. El período posterior al Katrina está cargado de prometedoras esperanzas políticas. México, Venezuela y Cuba son los casos a tener más en cuenta.


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