Actualizado: 23/04/2024 20:26
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Alemania

Rebelión en la socialdemocracia

La inestabilidad en el seno de la centro-izquierda complica aún más el ascenso al poder de la democristiana Angela Merkel.

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Cuando las organizaciones patronales y sindicales, y hasta la bolsa de Francfort del Meno, ya se habían habituado (resignado en el caso de la oposición) a la idea de una Gran Coalición (CDU/CSU-SPD) encabezada por Angela Merkel y Franz Münterfering como única opción con perspectivas de lograr la cuadratura del círculo, consistente en conciliar las dolorosas reformas pendientes sin sacrificar la esencia del Estado del bienestar, he aquí que un estridente ruido en el sistema proveniente de la sede central del SPD (Partido Socialdemócrata) ha vuelto a sumir al país en la zozobra.

El presidente del SPD y futuro vicecanciller, Franz Münterfering, acaba de arrojar la toalla. Renuncia que, sumada a la de Gerhard Schroeder a la cancillería federal hace apenas un mes, abre el camino a un prematuro cambio generacional dentro del SPD que presagia un retorno a la ortodoxia socialdemócrata.

"Münter", como le llaman cariñosamente sus leales, anunció su firme intención de colgar los hábitos de jefe del partido. He aquí la causa: Kajo Wasserhövel, actual encargado de negocios y candidato de Müntefering a la Secretaría Federal, perdió la votación en la Presidencia Federal del SPD. Contra la voluntad expresa del número uno de la socialdemocracia alemana después de la salida de escena de Gerhard Schroeder, 23 de los 45 miembros del cónclave optaron por la joven Andrea Nahles (35 años).
Todo habría quedado entre familia si no fuera porque el "corazoncito" de la Nahles, representante del ala izquierda del SPD, "late a la izquierda". La chica de Renania-Palatinado, que representa el cambio generacional en las filas del SPD, ya dio que hacer con su rechazo a las reformas del canciller saliente y se opone tanto más a los drásticos pero ineludibles recortes pactados en estos días con la democracia cristiana.

La Nahles hace hincapié en la "arista social" del SPD y cuestiona el ahorro como vía para crear empleos. En compensación, propone equilibrar el presupuesto reintroduciendo las contribuciones patrimoniales y aumentando el impuesto a los bienes hereditarios. En fin, el programa del renegado Oskar Lafontaine y el comunista reciclado Gregor Gysi, líderes de La Izquierda en toda la línea. En este sentido, algunos políticos socialdemócratas de vieja guardia hablan de "triunfo de la mediocridad".

De ser confirmada por el congreso del SPD a mediados de noviembre, la Nahles ocuparía un cargo clave desde el que, de proponérselo, podría hacer una eficaz labor de zapa contra el gobierno de coalición. Y esto porque, según los estatutos, entre otras atribuciones compartidas, nombraría al encargado de negocios y dirigiría la burocracia del partido "en correspondencia con las resoluciones de la presidencia".

Los de presidente y secretario general son, por ende, dos cargos que deben ser uña y carne, bisagra bien concertada entre la militancia, la fracción parlamentaria y sus ministros en el gobierno. Se supone que el secretario general sea un incondicional del presidente, que en puridad es su Chef (jefe) y así se le suele llamar en los medios. De lo contrario, el ejecutivo federal estaría expuesto a las intrigas del mandamás del aparato del partido, que en una democracia parlamentaria puede hacer caer el gobierno tan pronto no cuadre a sus intereses o puntos de vista.

Por si fuera poco, no asistimos sólo a una rebelión del ala izquierda y los Jusos (abreviatura de jóvenes socialistas), los cuales ya antes habían exigido en vano una mayor presencia juvenil en el gobierno de coalición. Lo grave es que Münterfering —nadie mejor que él para calibrar el talante de la Nahles y sus promotores— ha perdido como por encanto el favor de la presidencia del partido y tiene todas las papeletas para irse con la de trapo también en el congreso. Y si bien de momento su renuncia no es extensiva a la vicecancillería federal, no es menos cierto que sus aspiraciones cuelgan de un hilo. "Si estaré o no en el gabinete después del congreso del partido, es asunto que deseo dejar abierto", declaró el jefe de los socialdemócratas en dramática conferencia de prensa a la salida de la reunión.


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