Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Conflicto y diplomacia (I)

Relaciones bilaterales La Habana-Washington: Castro teme a la distensión.

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Se está produciendo una escalada en las tensiones que caracterizan la relación bilateral entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Con periodicidad anual —antes de las sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas—, el jefe de Estado cubano echa a rodar la especie de que EE UU estaría próximo a intentar la ocupación de la Isla, por lo que todos aquellos que critiquen sus violaciones de derechos humanos estarían haciéndole el juego a esa pretensión imperial.

Pero en esta ocasión —pese a que coincide con el preludio de las sesiones del mencionado Comité en Ginebra—, el incremento de las tensiones es real, aunque dista todavía de apuntar a un escenario de confrontación militar. ¿En qué contexto histórico debemos leer la nueva espiral del conflicto? ¿Quién es responsable de haberla iniciado? ¿Hasta dónde puede complicarse? Es necesario entender esta nueva crisis desde el contexto histórico en que emerge.

Conflicto nacional internacionalizado

Hay que distinguir, en primer término, la persistencia de un conflicto cubano interno del externo que caracteriza la relación entre Cuba y EE UU. El primero se originó cuando un sector de la revolución triunfante en 1959 impuso —a sangre y fuego— su estrategia totalitaria, no sólo contra los intereses de la burguesía nacional y Estados Unidos, sino también en detrimento de las fuerzas socialdemocráticas que habían luchado contra Batista y terminaron en el paredón, la cárcel, el exilio o el ostracismo cuando no quisieron doblegarse a la dirección política unipersonal de Fidel Castro.

Ese conflicto nacional dio lugar a una segunda guerra civil (1959-1965) en que el gobierno cubano acudió a la URSS en busca de apoyo y una parte (aunque no todos) de los anticomunistas alzados en armas, hicieron otro tanto con Estados Unidos. Así, el conflicto cubano original quedó desde entonces internacionalizado y algunos de los actores involucrados han sido remplazados por otros (URSS/Venezuela) en años recientes.

En ese contexto, y particularmente durante el curso de la guerra civil, Estados Unidos lanzó armas a sus aliados insurgentes, entrenó y financió expediciones armadas, de mayor y menor cuantía, contra La Habana.

Respondiendo al llamado del gobierno cubano, la URSS, hasta fines de los años ochenta, le apoyó hasta lo indecible. Emplazó en 1962 —con la anuencia unilateral del jefe de Estado cubano y sin que mediara un solo contrato que pusiera límites a su acción— varias bases militares con cohetería nuclear, táctica y estratégica, construyó una base de espionaje electrónico permanente (bajo el mando de los militares soviéticos) protegida por una Brigada del Ejército Rojo, designó civiles y militares rusos para que "asesoraran" directamente a los principales funcionarios cubanos, y suministró gratuitamente todas las armas y cursos de entrenamiento a las fuerzas militares y de seguridad de la Isla.

La victoria militar del Estado cubano sobre sus opositores, a fines de la década del sesenta, puso fin a la guerra civil, pero no al conflicto cubano ni a su internacionalización.

¿Oportunidades perdidas o saboteadas?

En los años setenta, la distensión entre EE UU, la URSS y China —promovida por Henry Kissinger— pretendió incluir a Cuba, por lo que varias negociaciones secretas se adelantaron con ese fin. Los militares y la élite cubana eran, en general, favorables a ese proceso y algunos se involucraron activamente en esas negociaciones.

Fidel Castro decía a todos compartir sus anhelos de paz, pero desató varias acciones dirigidas a provocar a Kissinger e inducirlo a poner fin a las conversaciones. Se aproximaba el primer congreso del Partido Comunista de 1975, el cual, bajo rigurosa vigilancia de los colaboradores soviéticos, dejaría institucionalizada la revolución y asegurada su sovietización.


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