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Actualizado: 17/04/2024 1:20

Palacio, Echeverría, Asalto

Efemérides de la Contrarrevolución Cubana

Volvamos a la efeméride para resumirla no como traición a la Carta de México, sino como el mayor peligro a la hegemonía del grupo político de Fidel Castro

El sábado 13 de marzo de 2020, la Mesa Redonda de la TV cubana se cuadró de manera contrarrevolucionaria con la periodista Arleen Rodríguez Derivet tachando el asalto al Palacio Presidencial (1957) como traición a la Carta de México (1956). Las estrategias del Directorio Revolucionario [golpear arriba] y del Movimiento Revolucionario 26 de Julio [guerra de guerrillas] quedaron así encuadradas, a contrahílo de la historia, en la dinámica de lealtad y deslealtad que genera la ignara guataquería a Fidel Castro.

Carta de México

Al compás de la precitada guataquería, la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado atribuye sólo a Castro esta declaración conjunta de 19 puntos de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y del MR-26-7, como si José Antonio Echeverría no hubiera tomado parte en la redacción, que concluyó el 29 de agosto de 1956 por la madrugada.

El núcleo duro de esta declaración conjunta, un tanto ilusorio, radicaba en “ofrecer al pueblo de Cuba su liberación en 1956 [mediante] la insurrección secundada por la huelga general” [Punto 4]. No hay términos históricos ni lógicos para excluir el asalto a Palacio de la insurrección ni mucho menos para etiquetarlo como traición a lo acordado.

Al salir a la luz pública en Cuba, el 2 de septiembre, la Carta de México causó conmoción en la Universidad de La Habana (UH). La decisión de aliarse con Castro no se había discutido en ni comunicado a la dirección colegiada de la FEU. Su secretario, René Anillo, había acompañado a Echeverría a Ciudad México y traído de regreso a La Habana un ejemplar dentro de los zapatos.

Echeverría había seguido viaje a Ceilán [Sri Lanka] como delegado cubano a la VI Conferencia Internacional de Estudiantes. Se alegó que Echeverría no debió firmar la declaración por la FEU, sino por el Directorio Revolucionario (DR), pero este grupo de acción llevaba apenas seis meses de creado y el pedigrí de la FEU pesaba mucho en un grito de guerra contra la dictadura del general golpista y presidente electo Fulgencio Batista. Al cabo el vicepresidente de la FEU, Fructuoso Rodríguez, logró que la Carta de México se ratificara por la organización estudiantil.

Asalto a Palacio

Echeverría tiraría pa’la tonga al MR-26-7 al dar por Radio Reloj la fake news de que Batista acababa de ser ajusticiado revolucionariamente en su propia madriguera de Palacio. Su alocución continuaba: “Somos nosotros, el Directorio Revolucionario, la mano armada de la Revolución Cubana, los que hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio que aún se bate en los estertores de su propia agonía”.

Aquí no parece haber traición, sino expresión del prurito cubiche de traer siempre la última la primera en todo. El historiador cubano exiliado Sergio López Rivero puntualiza que ni el DR apoyó el desembarco del Granma ni el MR-26-7, el ataque a Palacio Presidencial, pero no cabe alegar traición a la Carta de México si el jefe del MR-26-7 en La Habana, Faustino Pérez, dio sobrado testimonio de estar al tanto del desespero del DR por acciones armadas decisivas: “Hablamos de la posibilidad de abrir un frente guerrillero en el Escambray, pero predominó la decisión del ataque al Palacio [con un] plan que tenían muy adelantado”[1].

DR-13-3

El fiasco del ataque a Palacio y la muerte de Echevarría rebajaron el protagonismo político del DR, que se rebautizó DR 13 de Marzo y retomó la posibilidad aludida por Faustino. De Miami salió una expedición en el yate alquilado Scapade, que entró el 8 de febrero de 1958 por la playa de Santa Rita (Nuevitas) y estableció guerrilla rural en el Escambray. Castro envió mensaje de solidaridad, pero tenía fresca la memoria de cómo su carta de 14 de diciembre de 1957 para denunciar el Pacto de Miami había sido repudiada por Faure Chomón, líder del DR-13-3.

Para el 1ro de diciembre de 1958, el Pacto del Pedrero (Escambray) entre el MR-26-7 y el DR-13-3 parecía dar continuidad a la Carta de México, pero el 26 de diciembre de 1958 Castro se viró con otra carta al Che Guevara: “[E]stás cometiendo un grave error político al compartir tu autoridad, tu prestigio y tu fuerza con el Directorio Revolucionario (…) No tiene sentido aupar [a] un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones conocemos sobradamente, y que en el futuro será fuente de problemas y dificultades”.

En busca del tiempo perdido

El jurista e historiador cubano insiliado Julio César Guanche trata de encontrar una explicación: “Sobre la traición del DR, es posible que Rodríguez Derivet estuviese pensando en esta carta”. Sin embargo, el cortocircuito histórico de tachar el asalto a Palacio como traición a la Carta de México parece tener causa eficiente más honda.

La otra cara de la moneda dictatorial de Fidel Castro es la genuflexión de sus seguidores, que como daño sociopsicológico o psicosociológico propicia guatacazos post mortem que traicionan incluso el Punto 18 de la Carta de México: “[L]a victoria será de los que luchados asistidos por la historia”. Por eso Guanche lleva mucha razón en que “Rodríguez Derivet y la Mesa Redonda le deben una disculpa —y muy seria— al pueblo de Cuba”.

No es la primera vez que Rodríguez Derivet se atreve cuadrar la Mesa Redonda para que los hechos históricos encajen en relato periodístico proclive a la guataquería, como se aprecia en su entrevista del 6 de agosto de 2018 a Ramiro Valdés, quien de entrada suelta: “[N]o me gusta ser protagónico de algo que sencillamente creo que todos hemos hecho de forma muy natural”. No obstante, Rodríguez Derivet prosigue insistiendo en el protagonismo de Valdés e incluso urde la justificación de que “sabemos que no quiere ser protagonista, pero la historia lo hizo…” El entrevistado dio respuesta tan lacónica como aplastante: “No, no, es que no lo soy.”

Coda

Volvamos a la efeméride para resumirla no como traición a la Carta de México, sino como el mayor peligro a la hegemonía del grupo político de Fidel Castro y paradójicamente, como suele suceder en el decurso de ese fenómeno sociohistórico denominado nación cubana, el respaldo más significativo a la oposición violenta pautada por Castro contra la dictadura de Batista.

Notas

[1] Mario Mencía, “La Carta de México”, Bohemia, 17 de septiembre de 1976, 93.

[2] La contraofensiva estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2010, 343 ss.

© cubaencuentro

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