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Actualizado: 02/05/2024 23:14

Economía, Estadísticas, Desarrollo

La década vulgar (III)

En Cuba las estadísticas se registran mediante un costoso y burocrático sistema nacional, copiado del existente en la desaparecida Unión Soviética

Sobre las estadísticas: material para chistes malévolos, junto a la medicina y la meteorología. Imprescindibles las tres.

Las estadísticas y sus resultados, las probabilidades, sirven de base a la fijación de las tasas de interés y de seguros, la concesión o no de ambos, las inversiones, los contratos y la adquisición de insumos productivos en todas las actividades económicas. Abarcan cualquier actividad humana.

Cuando el entrenador designa el crack para cobrar un penal o al bateador emergente para impulsar empate o decisiva lo hace basado en las probabilidades que arrojan sus estadísticas personales. No importa que el chutazo vaya a las gradas o el toletero se ponche, la próxima vez hará lo mismo.

En Cuba las estadísticas se registran mediante un costoso y burocrático sistema nacional, copiado del existente entonces en la Unión Soviética. El problema es con las cuentas nacionales o empresariales viciadas al considerar USD=CUP=CUC realmente con valores distintos y la utilización de otros métodos controvertidos. Las estadísticas en unidades físicas suelen ser más confiables.

Los países desarrollados utilizan sistemas muchísimos menos costosos y más exactos, frecuentemente no existe un organismo equivalente al cubano: Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). El Banco Nacional (Reserva Federal en EEUU) es el encargado de captar y procesar muchas informaciones, para lo cual se utilizan además eficaces entidades de investigaciones económico-sociales existentes.

Equivocarse en el 15 % del plan de la agroindustria azucarera como sucede habitualmente en un país con experiencia más que centenaria en la rama es inconcebible, de ahí, entre otros factores, los inventarios inmovilizados por millones de dólares. Los resultados de la catastrófica Zafra de 1970 fueron pronosticados con exactitud por entidades especializadas extranjeras, insultadas repetidas veces por Fidel Castro en sus intervenciones. El fracaso final les dio la razón.

Volvamos a los resultados socioeconómicos de la década transcurrida (2007-2016).

Construcción e inversiones

El órgano del partido y gobierno publica a inicios del año la recuperación solo del 26 % de los derrumbes totales y el 70 % de los parciales provocados por el huracán Sandy en Santiago (2012); la primera secretaria de Pinar en su discurso por el acto del 26 de Julio dice que faltan por recuperar 12 mil viviendas afectadas por el huracán Gustav (2008). El tanque del acueducto de Bauta, en Artemisa, derribado por el huracán Charley (2004) aún no se ha reinstalado.

Veamos algo de las inversiones y la construcción según el Anuario Estadístico de Cuba (AEC) en su última edición:

Se terminan 22.106 viviendas en 2016, eso equivale a casi cuarenta años para cubrir el déficit, 856 mil viviendas según el último censo, sin ciclones u otras catástrofes. En 2006 se terminaron 111 mil, se decrece anualmente hasta la menor cifra desde 1990 (último dato disponible) al cierre de 2016.

Las viviendas terminadas por cuenta propia constituyen el 58 % del total, desde el 10 % en La Habana hasta el 80 % en Granma. Las empresas y cooperativas solo terminan el 42 %. Las consecuencias de esto para la urbanización son incalculables: extensión de los viales, redes hidráulicas, comunicaciones y servicios básicos, etc., con costos excesivos. Se crece de forma horizontal en lugar de vertical, como es la tendencia mundial.

El 54,6 % de la construcción estatal se ejecuta en La Habana —20 % de la población— en Guantánamo solo el 1,4 %. Servicio empresarial, Inmobiliaria y de Alquiler significan el 28 % de la construcción estatal y Administración Pública, Defensa y Seguridad Social el 15,6 %, entre ambas actividades acumulan el 43,6 %.

Contradictoriamente actividades estratégicas, como agropecuaria, silvicultura y pesca (4,2 %); minas y canteras (1,4 %); agroindustria azucarera (2,1 %); industria (5,0 %); hoteles y restaurantes (2,8 %) muestran insignificante participación del total de inversiones ejecutadas, augurando futuros crecimientos de la economía débiles —o decrecimientos, dada la obsolescencia general— y profundización de la brecha entre La Habana y otras provincias, fundamentalmente orientales, tal como advirtió Eliecer Ávila en reciente escrito donde describe el abandono en que están sumidas estas.

La aparición televisiva de Raúl Castro luego del paso del huracán Mathews —pistola al cinto y escoltas mal encarados incluidos— no resolverá estas desventuras, pues como escribiera Martí a Gómez: “Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento: (…)” O.C. t 1, p. 177.

© cubaencuentro

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