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Actualizado: 17/05/2024 1:04

China

A fuego lento

Pekín ampara la propiedad privada y termina con los campos de reeducación, pero aumenta el gasto militar.

China vive en estos días un proceso para "institucionalizar" los profundos cambios que ha sufrido su economía, desde que en 1978 el entonces máximo dirigente del Partido Comunista, Deng Xiaoping, comenzara el proceso de transformaciones. Actualmente están reunidos los casi 3.000 miembros de la Asamblea Nacional Popular (ANP). Una de las leyes a debate se refiere a la protección de la propiedad privada, motor impulsor del "milagro chino".

El portavoz de la sesión anual de la ANP, Jiang Enzhu, negó recientemente que el proyecto de ley de la propiedad incumpla los principios de la Constitución y destacó que se han de proteger por igual las propiedades públicas y privadas, ya que en ambas se debe disfrutar de los mismos derechos. El diario británico The Guardian consideró "poco socialista" este estatuto de igualdad.

De no ser así, se "limitaría la iniciativa del pueblo para crear y acumular riqueza, el poder nacional y la armonía social", añadió Jiang, quien por su alto cargo refleja las opiniones de la dirección del Estado.

El proyecto de ley de la propiedad fue debatido por primera vez en 2002, como parte de un borrador de código civil, pero fue retirado ante los temores de que la primera ley específica dedicada a la protección de la propiedad privada socavara la base legal del sistema socialista de China, informó la agencia oficial Xinhua. Este es un paso trascendental para que exista el marco legal adecuado para proteger la iniciativa privada, según el oficialismo.

El proyecto actual, revisado el pasado agosto, estableció la propiedad estatal como núcleo del sistema económico y añadió medidas para prevenir las adquisiciones y las fusiones falsas de activos estatales.

¿Fin de las detenciones arbitrarias?

También la ANP se propone reformar el sistema de detención administrativa conocido como "reeducación por el trabajo", según anunció la prensa oficial. Adoptado en 1957 —ocho años después del ascenso al poder de Mao Zedong—, permite a la policía encarcelar hasta por cuatro años a personas sospechosas de delitos menores, sin necesidad de pasar por un juez (cualquier parecido con la denominada "ley de peligrosidad predelictiva" que existe en Cuba, no es pura coincidencia).

El sistema vigente ha sido criticado por Naciones Unidas, varios gobiernos occidentales y organizaciones de derechos humanos, que afirman que representa una grave violación del derecho de cualquier acusado a contar con un juicio justo.

"La inadecuada protección de los derechos civiles que otorga el sistema, así como la falta de protección de jurisprudencia, lo han colocado cada vez más en desacuerdo con el progreso que ha experimentado el país en la salvaguardia de los derechos humanos", señaló en un editorial el diario oficialista China Daily. "Ésta es una gran injusticia que debe ser resuelta", agregó.

Algunos antecedentes

Nada de esto se produce en China de manera sorpresiva, sino que forma parte de un proceso de cambios estructurales que se cocinan a fuego lento. Tan lento, que algunos analistas dan un plazo de 100 años para la total transformación democrática del gigante asiático.

La reforma económica de Deng se basó en modernizar cuatro ámbitos: agricultura, industria, ejército y tecnología. En 1978 permitió a los campesinos vender parte de su cosecha en el mercado libre, cuando antes estaban obligados a venderlo todo al Estado a precios preestablecidos.

En todos los centros urbanos se asistió a un florecimiento de pequeños mercados donde era posible encontrar mucha más mercancía que en las tiendas del Estado, aunque, obviamente, a precios muy altos. Unos cien millones de chinos pasaron del campo a la ciudad.

Muy pronto empezó a desarrollarse la industria ligera, estimulada por el crecimiento de las ganancias y por la mayor disponibilidad monetaria. Este rápido crecimiento económico trajo una fuerte inflación que empujó a los dirigentes a poner a menudo frenos a la iniciativa privada. Ya en 1995, unos 21 millones de chinos contaban con un "estatus" de clase media alta, y se cifraba en más de un millón los multimillonarios.

"Hacerse rico es glorioso" fue la consigna de Deng, quien estaba convencido de que el progreso del país dependía de la iniciativa de los ciudadanos, y aspirar a mejores condiciones de vida era una ambición justa y natural.

En una encuesta realizada en 1995, más de mil millones de chinos respondieron que su ideal era hacerse ricos y comprar televisores, lavadoras, refrigeradores, vídeos, etcétera. Hace 20 años no disponían de ningún electrodoméstico: hoy el 84% posee televisor, el 25%, nevera, y un 35%, lavadora. En las ciudades de la costa, el 100% tiene televisor.

La economía crece, la desigualdad persiste

Casi al mismo tiempo que la reunión de la ANP, se realiza la quinta sesión del X Comité de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC), formada por 2.144 delegados de élite.

Durante este encuentro, de doce días de duración, los asesores enfatizarán en "las principales preocupaciones para el desarrollo del país", centradas este año en favorecer a los más pobres y recuperar los maltrechos sistemas educativos y médicos del país "comunista", informó el oficialista Diario del Pueblo.

Están sobre la mesa un total de 900 propuestas sobre sanidad y educación, después de que en la última década los chinos hayan tenido que pagar sumas prohibitivas por ambos conceptos, hasta el punto de casi no tener acceso a estos servicios. Otro problema acuciante, el de la vivienda, se intentará subsanar mediante la propuesta de un sistema de casas baratas y alquileres económicos, después que el precio se disparara una media del 6,6 por ciento en las 70 principales ciudades chinas.

Además, "los miembros del CCPPC han llegado a la conclusión de que es el momento adecuado para establecer un sistema de subvención básica para los 23,7 millones de pobres en el campo", explicó Wu Jianmin, portavoz del órgano, cuya propuesta necesita un presupuesto anual de 750 millones de dólares.

Como se puede apreciar a simple vista, la combinación de ambas reuniones tiene como objetivo reafirmar el proceso de las transformaciones económicas y, al mismo tiempo, no olvidar algunas necesidades básicas de los más desfavorecidos. Un equilibrio que los "comunistas" chinos han conseguido mantener, hasta cierto punto, aunque la desigualdad sigue siendo galopante.

Más armas

Es evidente que la ANP tiene algún protagonismo en la vida china, pero todavía no se le puede comparar con los parlamentos de las sociedades democráticas. ¿Irá en ese camino?

De momento, estos son sólo deseos de los más optimistas. En las sesiones de la ANP hay otros signos preocupantes, como el incremento del presupuesto bélico y el recordatorio de que no habrá transformaciones políticas.

El primer ministro chino, Wen Jiabao, anunció que el gasto militar crecerá casi un 18 y declaró que se aplicarán reformas para desarrollar "la democracia con características chinas". Esto, según los expertos, redunda en la idea —avanzada la semana pasada por el propio Wen— de que "el país se encuentra en una etapa 'primaria' del socialismo y no está listo para la apertura política".

En resumen, un par de buenas noticias y un jarro final de agua fría.

© cubaencuentro

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