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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Venezuela-Chile

Entre el conflicto y la conciencia

¿Entregará Michelle Bachelet su voto a Caracas para integrar el Consejo no Permanente de Seguridad de la ONU?

Para ganarse un puesto en el Consejo no Permanente de Seguridad de la ONU, Hugo Chávez está dispuesto a todo, hasta admitir culpas, implícitamente. No otra cosa hizo hace unos días cuando sustituyó a su embajador en Santiago de Chile, quien había lanzado críticas contra el Partido Demócrata Cristiano —DC—, el cual está resuelto a lograr que la presidenta Michelle Bachelet no entregue su voto a Caracas.

La casta política en pleno —excepto los comunistas— se levantó entonces contra los dichos de Víctor Delgado, el diplomático chavista, quien afirmó que la DC había asumido contra la candidatura de su país la misma actitud que tuvo ese partido con el gobierno del ex presidente Salvador Allende. La cancillería urgió a Caracas a tomar medidas.

¿Por qué Chávez no hizo otra cosa que admitir culpas al remover a Delgado, su entrenador de vuelo y ex coronel de aviación? Porque sencillamente éste hizo una vez lo mismo que el mandatario hace todos los días, desbarrar. El mandatario, como se conoce, le imputa a Estados Unidos todo desaguisado en este mundo, y hasta del otro.

Aunque parte de una movida que intentó vincular la sustitución con algún enroque en el Ministerio de Exteriores venezolano, a nadie confundió que la jugada iba expresamente dirigida hacia la presidenta chilena y a los políticos más afines a ella.

Sobre la nueva embajadora, María Lourdes Urbaneja, se dice que es conocida de Bachelet, pero además de colega (también es médico), estudió en Chile y se desempeñó, al igual que la ahora mandataria, como ministra de Salud. Las tiene todas, como acuña aquí una expresión popular.

Por supuesto que los ánimos se han destensado luego de la jugada conciliatoria desde el Palacio de Miraflores. Ya muchos socialistas, en pro de Chávez antes de las palabras de Delgado, han vuelto a remaquillar su candidatura, y un grupo de congresistas de izquierda decidió irse a Caracas, en un acto que sin duda significa una presión, en particular para un ejecutivo que se debate quizá ante la más relevante decisión de política internacional en su mandato.

Entrevistado recientemente por Encuentro en la Red, el jefe de Relaciones Exteriores de la DC, Exequiel Silva, señaló que el problema de Venezuela tiene que ver con su poco respeto por la democracia y su intromisión en asuntos de otros países. Luego recalcó a la prensa que el problema no es con un embajador en particular, sino con la política exterior que despliega Venezuela.

Otro paraje esboza Lorena Oyarzún, profesora de la Universidad Católica. Para la académica, los vínculos fueron dañados por las declaraciones de Delgado, pero se están restableciendo, dijo a Encuentro en la Red. El impasse diplomático, añadió, hay que contextualizarlo en la tensión por conseguir o no el apoyo chileno. La sustitución es un gesto importante de deferencia, y también por las condiciones de la embajadora, subrayó Oyarzún.

Actores en la oposición suelen ser inhábiles para adornar sus ideas. Más de uno cree que Chávez juega una carta, engancha en el anzuelo una carnada, utiliza un ardid con la nueva embajadora, y convidan a no dejarse engañar. Conocedor de este común pensamiento, funcionarios aseguran que la sustitución del diplomático no influirá sobre el fallo de La Moneda.

Relaciones zigzagueantes

Sin esforzar demasiado la memoria, se puede concluir que el amigo de Fidel Castro extravió los cálculos respecto a Chile en momentos en que no avistaba aspirar al Consejo. Todos acá recuerdan su ademán tribunicio al exclamar que soñaba con bañarse en playas bolivianas, que no son otras que las del norte de la patria de O'Higgins.

Después, puso una aspirina en las relaciones y votó por José Miguel Insulza —lo prefirió al candidato azteca, a cuyo presidente, Vicente Fox, llamaría cachorro del imperialismo— como máxima figura en la Organización de Estados Americanos.

Entre lo que un comentarista llama relaciones zigzagueantes entre La Moneda y Miraflores, podría recordarse que la cancillería chilena criticó en 2002 "la conducción del gobierno venezolano", que violentó "la Carta Democrática a través de esta crisis gubernamental" (golpe de Estado).

Pocas horas después, por cierto con la cooperación de Fidel Castro, Chávez retomaba el poder. Días más tarde, en aquella misma primavera, Ricardo Lagos destituía a su embajador en Caracas, a quien Chávez consideró un chivo expiatorio.

En las últimas semanas tanto el ex golpista como su canciller han untado de melaza la figura de Bachelet, sobre la que recaen, exclusivamente, las competencias en política exterior. Hace unos días, quien tachó de ladrón y demagogo a Alan García, a la sazón candidato en Perú, aseguró que siente aprecio por Bachelet, "su digna y valiente amiga", subrayó.

Como no puede ir a la zaga, el canciller Nicolás Maduro recordó el "respeto especial" de Chávez por la presidenta, y apeló al chantaje sentimental cuando dejó caer que miles de chilenos vivieron en Venezuela a causa de la dictadura.

El diputado opositor Andrés Cardemil, en declaraciones a Encuentro en la Red, le reprochó a la mandataria, al igual que muchos en la oposición, su simpatía personal por el venezolano, única justificación —afirmaba— para un voto positivo hacia Caracas. Advertía Cardemil que si Chile vota por Chávez, "aquí va a haber una nueva complicación política interna".

Esta entrevista tenía lugar minutos después de la comparecencia de Chávez ante la más reciente Asamblea General de la ONU, donde reimprimió la imagen de alguien que vulgariza la política, como cuando Castro llamaba HP a sus enemigos o los atacaba con todas las armas del guapetón de barrio malo.

En este punto valdría intercalar que Castro se forjó una leyenda heroica que le falta a su amigo venezolano, que la cultura del isleño rebasa con creces la de su amigo y que no se recibían de igual manera los dichos de Castro en su momento, como se reciben los de Chávez hoy. El isleño usufructuó la simpatía, el asombro de lo inédito. El venezolano debiera tener en cuenta la diferencia de contextos.

Ignorancia supina

Cuestionada por la prensa sobre el tono del discurso del presidente venezolano en la ONU, a Bachelet no le quedó más remedio que rechazarlo, y manifestó que prefiere un discurso constructivo.

Casi al mismo tiempo en que su embajador hundía no el pie sino hasta la rodilla en un tremedal diplomático, Chávez perpetraba, en la misma comparecencia en el foro mundial, un acto de supina ignorancia. Atribuyó a la CIA el asesinato del ex canciller allendista Orlando Letelier, del que se cumplía a la sazón 30 años. La afirmación pareció una más dentro de su galería de acusaciones contra el diablo que, según él, dejó vaho a azufre en la tribuna de la ONU.

Pero es el caso que los abogados de la familia Letelier llevan muchos años luchando por destruir la especie de que fue la CIA la autora del crimen. La responsabilidad corresponde a Pinochet y al jefe de su policía secreta, el ex general Manuel Contreras, actualmente en prisión.

El desconocimiento de Chávez y sus asesores, en fin, lo llevó a coincidir con el ex dictador chileno. Ante tamaño desliz, el diputado Juan Pablo Letelier, hijo del difunto y socialista como Bachelet, dijo a la prensa que la afirmación del presidente era absolutamente errada.

Hermetismo en La Moneda

Los antecedentes de Bachelet en relación con los derechos humanos (no postuló a un puesto en el nuevo Consejo para estos derechos en la ONU y aceptó para su conformación el voto secreto en un tema de carácter esencialmente ético), oscurecen un vaticinio sobre el carácter de su voto, más allá de su hermetismo que, al parecer, llegará intacto hasta el próximo 16 de octubre, día de la votación en la ONU.

Como la mayoría de los comentaristas, Lorena Oyarzún no sabe a ciencia cierta por quién votará la mandataria. "La posición es bastante compleja", y agregó que las salidas agresivas perjudican a Chávez, incluso por encima de la alternativa al sistema neoliberal que propone.

La profesora del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Católica, afirmó que un votó a favor del país petrolero podría generar un escenario tal vez difícil dentro de los apoyos de la presidenta, finalizó.

Si se mira con ojo sereno un voto favorable a Guatemala sería lo menos esperable. De tal manera, el dilema quedaría entre la abstención y Caracas, frustrada hace tiempo ya la que se quiso como alternativa consensual.

La dificultad que genera Chávez es que anchas capas del Partido por la Democracia, la inmensa mayoría de la DC y no pocos del Partido Radical, sin contar a la oposición en pleno, criticarían a la Moneda si se inclina por Venezuela. En cambio, su partido, el socialista, la aplaudiría mayoritariamente.

Si la nación petrolera va por donde de ninguna manera desea transitar Chile, y me refiero a temas de democracia, contubernios políticos con viejas dictaduras y derechos humanos, amén de los desplantes y las injerencias apuntadas, ¿sería ético votar por él? Otra vez la mandataria se encuentra entre el conflicto y su conciencia. Así le sucedió en el contexto de los derechos humanos. Fiemos en que un día triunfe la conciencia.

© cubaencuentro

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