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Actualizado: 15/04/2024 23:17

Rusia

Estrategias de poder

La conquista del Polo Norte, las desavenencias con el Reino Unido y la carrera armamentista: nuevos desafíos de Vladimir Putin.

Los últimos pasos dados por el Kremlin en desafío a Occidente presagian una nueva era en la política exterior de Rusia, afirman analistas en Europa del Este. Además de precisar que la bonanza petrolera de los últimos años ha dado fuerza y estabilidad a Moscú, y que quedaron atrás los caóticos tiempos del fin de la Guerra Fría.

"Rusia está de vuelta como una gran potencia y no se conformará con jugar un papel de segunda clase", sostiene Jaroslav Horejsi, comentarista checo en temas rusos, en referencia a la hazaña del actual presidente ruso, Vladimir Putin. Este último acaba de lanzar una expedición científica nunca vista al Polo Norte, con la intención de demostrar que una gran parte de esa zona pertenece a Rusia.

La jugada, que ha dejado perplejos a los demás países ribereños del Ártico (Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega), pretende demostrar que una gran parte del Polo Norte no es más que la continuación de la cordillera Lomonosov, que nace en Siberia y, por tanto, es territorio ruso. Se calcula que en esa región hay más de una cuarta parte de las reservas petrolíferas del Planeta, además de níkel, oro, plata y diamantes, entre otros.

Otro reciente desafío ruso fue la negativa a extraditar al ciudadano Andrei Lugovoi, reclamado por la justicia británica por el asesinato en noviembre pasado del ex espía ruso en Londres Aleksandr Litvinenko. "La justicia puede haber quedado frustrada, pero el hecho tiene todas las características del juego de poder en política", comentó un analista en Bruselas.

Según esta fuente, el problema es que en los últimos años Londres se ha vuelto dependiente del comercio con Rusia, donde es además el tercer mayor inversor. Por esta razón su economía está creciendo constantemente con este negocio con los rusos.

En franca diferencia, Rusia tiene como fuente de bienestar sus vastas reservas de petróleo y gas (en estos momentos es el segundo mayor exportador mundial de petróleo), y cuenta entre sus clientes, además de Gran Bretaña, a otros países de peso dentro de la Unión Europea.

Es decir, que con los precios del petróleo sobre los 75 dólares el barril, Rusia ha adquirido riqueza y poder, asegura por su parte el rusólogo checo Vladimir Votapek, quien estima que Putin quiere dejar bien claro que estar en el extremo más débil de una relación no es un lugar desde el cual se puede exigir "a voz en cuello".

Vuelta a las armas

Otra reciente jugada del Kremlin tiene que ver con la intención declarada de Estados Unidos de establecer una base de cohetes y una estación de radar en Polonia y República Checa. Se trata de la moratoria declarada por Moscú y su eventual retirada del Tratado de Armas Convencionales en Europa (CFE2).

Después de viajar a Estados Unidos a principios del verano y dejar sentado su deseo de mantener buenas relaciones con la Casa Blanca, el presidente Putin anunció el pasado 14 de julio que suspendía la participación de su gobierno en el Tratado de Armas Convencionales en Europa (CFE), firmado en 1992 por Gorbachov y considerado pieza clave de la paz y la estabilidad en el Viejo Continente.

Según el analista militar Pavel Felgenhauer, del diario ruso Novaya gazeta, Rusia ha cumplido estrictamente el CFE1 y el CFE2, lo cual le ha obligado a retirar sus tropas de los países vecinos, y todavía tiene pendiente la retirada de Moldavia y Georgia. "Pero si Estados Unidos pone nuevas bases en Polonia y Chequia, entonces Rusia también puede dejar a sus soldados en Europa", señaló.

Hay que aclarar que Rusia no se ha retirado del CFE2: declaró una moratoria de 150 días, lo cual quiere decir que "deja un espacio para la negociación, o sea, que se le tenga en cuenta en los nuevos movimientos militares en el continente o de lo contrario enfilará sus cohetes hacia los antiguos enemigos", según este analista.

Lo cierto es que frente a la ofensiva rusa, Occidente observa con cautela. Hasta el presente, Gran Bretaña lo único que ha logrado de la Unión Europea es una declaración de solidaridad que expresa "su descontento por la negativa de las autoridades rusas de cooperar con Londres en el caso Litvinenko", pero Portugal, actual presidente de la Unión Europea, declinó cortésmente abundar en la cuestión.

Fuentes diplomáticas aseguran que el problema es que el bloque europeo occidental es fuertemente dependiente de las importaciones de energía provenientes de Rusia. La mayor parte de los Estados miembros necesitan a Moscú como un socio estratégico a largo plazo en este aspecto.

Rusia reclama derechos

En cuanto a la carrera hacia el Polo Norte, Rusia ha conseguido llegar con dos batiscafos (minisubmarinos Mir1 y Mir2) hasta el fondo marino bajo el océano Glacial Ártico, a una profundidad récord de 4.261 metros y 4.302, donde nunca había llegado el hombre, y sus tripulantes plantaron allí una bandera hecha de titanio de un metro de altura.

Según la Convención de Derecho Marítimo de la ONU (1982), si Rusia demuestra que la cordillera submarina Lomonosov, junto con la de Mendeleyev, son una continuación de la plataforma continental siberiana, obtendría todos los derechos sobre esta plataforma continental.

Sin embargo, los científicos internacionales dicen que la cordillera Lomonosov, que divide el Ártico y tiene una extensión de 1.800 kilómetros, va desde las Nuevas Islas siberianas de Rusia a través de la parte central del océano, por el Polo Norte, hasta la Isla canadiense Ellesmere y Groenlandia (que pertenece a Dinamarca). Estos dos países, junto con Noruega, tratan de probar también que Lomonosov es una continuación de sus masas continentales. Estados Unidos se ha unido igualmente al grupo.

El gran interés por la zona es que la región ártica es rica no sólo en petróleo, sino en oro, diamantes y otros recursos naturales. Se calcula que si continúa el calentamiento del planeta, dentro de 40 años se podrán explotar esas riquezas. Rusia reclama derechos sobre 1,2 millones de kilómetros cuadrados.

La creciente demanda mundial de los mercados, particularmente el mayor consumo en China e India, convierte estos recursos en fuente de competencia internacional, sobre todo entre los Estados que tienen litorales con el Ártico, como Rusia, Noruega, Dinamarca, Canadá y Estados Unidos.

El gobierno soviético proclamó en 1926 el sector ártico como parte de la costa polar de Rusia. Es un triángulo gigante que comienza en el antiguo borde occidental de la URSS, sigue hasta la mitad del Estrecho de Bering y tiene su vértice en el Polo Norte. Sin embargo, ningún país ha reconocido esta delineación y según las leyes internacionales, hasta el presente, la región ártica no es de nadie.

Desde hace un tiempo atrás, Rusia ha aumentado progresivamente su presencia civil y militar en el Ártico. En 2004, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) anunció la creación de una nueva Dirección Ártica, y estableció una nueva estación guardafrontera en Zemlya Frantsa-Josefa (Tierra de Francisco José) y Severnaya Zemlya, en el Océano Ártico.

© cubaencuentro

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