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Actualizado: 25/04/2024 19:17

Rusia-Ucrania

Guerra energética

La disputa por el suministro del gas natural, atizada desde Moscú, pone en crisis al gobierno de Víctor Yushchenko.

La llamada "guerra del gas" entre Rusia y Ucrania es una escaramuza más de los juegos de poder que se mueven alrededor de la seguridad energética en el mundo, opinan expertos este-europeos, quienes afirman que, tal y como están las cosas, está claro que si Bruselas quiere garantizarse los fabulosos yacimientos rusos de gas y petróleo, deberá tener en cuenta los intereses del Kremlin en los países de su esfera de influencias.

Esta tesis, avalada por el periodista Ivan Lozowy, del diario Ucraina Insider, y por el especialista checo Vladimir Votapek, mantiene que el gobierno de Vladimir Putin ha aprovechado muy bien el momento de contraatacar la política que propició el desarrollo y triunfo de la llamada revolución naranja en Ucrania, y que llevó a la presidencia del país al candidato de occidente Víctor Yushchenko, contra el favorito de Moscú, y recuerda que este año Rusia se convirtió en presidente del G-8, entidad que precisamente tiene como punto crucial de su agenda la seguridad energética.

Otro analista en energía, Paul Reynolds, coincide en que la disputa por el suministro del gas natural entre Rusia y Ucrania "refleja el legítimo deseo de Moscú de ejercer su influencia en su propio traspatio" y recuerda los argumentos rusos: "si Ucrania elige a occidente, entonces deben regir las leyes del mercado y olvidarse de los precios que hasta ahora mantenía como país favorecido".

Para el británico Reynolds, "no hay nada extraño en que en el mundo de hoy la energía esté en el centro de la diplomacia, e incluso de la guerra" y rememora que "el petróleo jugó un papel importante en el golpe de Estado en Irán de 1953 organizado por Estados Unidos y Gran Bretaña… y occidente se interesó por el mundo árabe porque era la fuente de su seguridad energética".

Sin embargo, para los expertos esos momentos pasados son pálidos ante la situación energética actual, cuando las reservas comienzan a disminuir y al mismo tiempo aparecen nuevos competidores en escena, como China y la India. Y hay que tener presente, agrega Reynolds, que "la Unión Europea es un importador neto de energía". Un informe de la Comisión dice que para 2020 la región deberá importar dos terceras partes del total de sus requerimientos.

Vladimir Votapek, especialista en Rusia del Centro de Investigaciones Económicas de Praga, explicó a Encuentro en la Red que uno de los objetivos del Kremlin es exportar su combustible hacia los mercados de EE UU. Hasta ahora esta posibilidad era casi imposible debido a la carencia de infraestructura para hacer llegar el crudo a las costas norteamericanas, pero en mayo de 2002 se iniciaron estudios para la construcción de un oleoducto Liberia/Murmansk en el Mar de Barent y una terminal en aguas profundas para cargueros que llevarían hacia los mercados estadounidenses entre 1,6 y 2,4 millones de barriles diarios en nueve días.

La infraestructura también serviría para enviar gas natural a Estados Unidos. Pero según Votapek, a pesar del entusiasmo de las petroleras rusas y de Washington por este proyecto, el Kremlin ha tomado el asunto con mucha calma porque duda entre si permite a las empresas petroleras rusas privadas construir el puerto y las demás facilidades o tomar el proyecto de manera parcial o total en sus propias manos.

De cualquier manera, esta posibilidad es vista cada vez con mejores ojos por Washington, ya que le permitiría reducir su dependencia de las importaciones desde el Medio Oriente y quizás también desde los inestables mercados latinoamericanos, especialmente desde Venezuela y, en cierta medida, de México.

Situación en Ucrania

Desde que tomó posesión hace apenas un año, el presidente ucraniano Víctor Yushchenko sabía que se enfrentaba al mayor reto de su carrera, porque como admitió uno de sus aliados y consejeros, Anatoly Matvuyenko, "si difícil fue ganar, más difícil será gobernar".

En aquellos días en Kiev corría de boca en boca un chiste popular que decía: "¿Cuál es la diferencia entre Yushchenko y Dios? Respuesta, Dios no piensa que él es Yushchenko". Pero los días y los meses demostraron que en Ucrania hacía falta algo más que una revolución naranja para triunfar.

El nuevo presidente no pudo satisfacer las enormes expectativas de una población que lo llevó en brazos al palacio presidencial. El crecimiento económico se detuvo, los precios subieron y el nuevo gobierno no sólo fracasó también en luchar contra la corrupción —tema que había sido una de sus consignas—, sino que cayó envuelto en escándalos por "favorecer a sus compinches".

Nueve meses después de tomar posesión de la presidencia, varios de los más allegados colaboradores de Yushchenko renunciaron en medio de acusaciones de corrupción, una de ellas fue la jefa del gobierno, la glamorosa Yulia Tymoshenko, llamada "la Diosa de la Revolución", pero a quien la gente señaló como una persona que había hecho su millonaria fortuna a partir de dudosos negocios en el comercio del gas en los años noventa.

Ahora, el voto de desconfianza que acaba de dar el Parlamento ucraniano al premier Yuri Yekhanurov, sucesor de Tymoshenko, por haber cedido ante Rusia, deja a Ucrania en una crisis sin solución a sólo dos meses de las próximas elecciones parlamentarias que deben celebrarse a fines de marzo.

La situación se empeora porque, según los recientes cambios en la Constitución, muchos de los poderes que antes tenía el presidente ahora los tiene el presidente del Parlamento, incluido el de designar al primer ministro y formar nuevo gobierno.

En esta situación, la alianza por el cambio que llevó a Yushchenko al Palacio parece disuelta y muchos de sus antiguos colaboradores se han unido a los que hace un año fueron sus enemigos. Para muchos ucranianos todo parece como un regreso al pasado, y los partidos Comunista y Socialdemócrata vuelven a hacerse fuertes en el Parlamento.

Si las fuerzas occidentales prefieren hacerse de la vista gorda a fin de proteger sus intereses energéticos, entonces los seguidores de Yushchenko estarán todavía más aislados.

Evidentemente, Yushchenko no logró una mayoría estable en el parlamento, no pudo impulsar la economía, ni combatir la corrupción. Tampoco supo lidiar con Moscú, una tarea nada fácil pero clave del éxito de su presidencia, ya que Rusia, además de proveer a Ucrania de todo el petróleo y el gas que necesita, es su principal socio comercial.

Cronología de la guerra del gas

Noviembre de 2005: El gigante petrolero ruso Gazprom exige a Ucrania renovar el contrato para el año 2006 a precios de mercado.

13 de diciembre: La empresa rusa Gazprom advierte que se cortarán los suministros de gas si no se obtiene un acuerdo antes del 1 de enero de 2006.

1 de enero de 2006: Rusia corta el suministro de gas a Ucrania.

3 de enero: La Unión Europea pide una solución rápida, ya que el suministro de gas se interrumpe a otros países europeos.

4 de enero: Se firma un acuerdo en el que Ucrania acepta pagar a Rusia el doble por el suministro de gas.

10 de enero: El Parlamento ucraniano acuerda sacar al gobierno por estar en contra de este acuerdo, lo que deja al país en una crisis política.

Rusia tiene reservas probadas de 60 mil millones de barriles de petróleo. La mayor parte está localizada en la región occidental de Siberia. En los años ochenta salían desde allí 12,5 millones de barriles diarios de petróleo. Al desintegrarse la URSS, la producción petrolera bajó hasta cinco millones de barriles diarios. Ahora está casi en los 12 en poco tiempo, la dificultad está en el transporte. La industria petrolera rusa se ha modernizado y utiliza tecnología moderna y la mayor parte de las estructuras obsoletas soviéticas han sido desmanteladas.

En el año 2002 las dos terceras partes de la producción petrolera rusa se vendió a Bielorrusia, Ucrania, Alemania, Polonia y otros países de Europa Central y del Este como Hungría, Eslovaquia y la República Checa a través del oleoducto Druzhba (Amistad) y sus múltiples ramas, que data de los años del comunismo. La otra tercera parte de crudo se embarcó por mar a los mercados mundiales. El alza en los precios permitió que una parte del petróleo se exporte por ferrocarril o ríos, sobre todo diesel y fuel.

Las exportaciones vía oleoducto caen bajo la exclusiva jurisdicción del monopolio estatal Transneft. Las petroleras privadas están en lucha con el gobierno tratando de zafarse de este monopolio desarrollando nuevas infraestructuras.

© cubaencuentro

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