Corea del Norte
La historia que se repite
A contrapelo de los acuerdos sobre desarme nuclear, Pyongyang comienza los trabajos para reactivar su principal reactor.
Para añadir una nueva luz roja de crisis en el ya complicado escenario internacional, Corea del Norte anunció el pasado 26 de agosto la interrupción del proceso de desnuclearización. La noticia se ha confirmado en estos días con el inicio de los trabajos para reactivar su principal reactor nuclear, la central de Yongbyon, un complejo ubicado a 90 kilómetros al norte de la capital, según informaron fuentes diplomáticas.
El gobierno de Pyongyang había acusado a Estados Unidos de no retirarlo de la lista de países promotores del terrorismo y de violar el acuerdo a seis bandas sobre desarme —junto a China, Japón, Rusia y su vecino del sur—.
El pacto entre estos seis países ofrecía incentivos económicos y la retirada de sanciones a cambio de la desnuclearización, pero bajo un severo control de inspectores internacionales, que debían tener libertad de movimiento en el terreno para comprobar si se aplicaba el programa de desarme. Esta fase no había sido aceptada aún por el régimen de Pyongyang, lo que complicó que Washington pudiera dar el paso de retirarlo de la referida lista.
Para comprender los entresijos de este proceso, es necesario refrescar los aspectos conocidos del acuerdo alcanzado en febrero del pasado año. Un aspecto fundamental era que Corea del Norte debía entregar, antes de finales de 2007, un inventario detallado de su programa nuclear. Pero no fue hasta el pasado 26 de junio, a más de un año del plazo establecido, que el régimen de Pyongyang lo entregó a China.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, recibió con cautela la noticia y advirtió que habría consecuencias si el Ejecutivo norcoreano no revelaba sus operaciones con todo detalle. "No nos hacemos ilusiones. La amenaza continúa pendiendo sobre Corea del Sur y sus vecinos", dijo el mandatario.
Si el régimen de Pyongyang calculó que con la entrega del inventario tendría el apoyo de Pekín, parece que se equivocó.
Falta de coordinación
Un día antes de que Corea del Norte anunciara su decisión, el presidente chino Hu Jintao reafirmó en Seúl su compromiso para cooperar en la desnuclearización y estrechar los lazos entre Pekín y Seúl, en su primer viaje al extranjero después de la clausura de los Juegos Olímpicos.
En un comunicado conjunto emitido por Hu y su homólogo surcoreano, Lee Myung-bak, ambos mandatarios se comprometieron a reforzar la cooperación en busca de una solución al problema nuclear por medio del diálogo a seis bandas entre las dos Corea, China, Rusia, Japón y Estados Unidos.
Según fuentes surcoreanas, el proceso de desnuclearización ha permanecido estancado debido a las discrepancias entre Washington y Pyongyang sobre la verificación de la información que el país comunista entregó en el mes de junio. Como mínimo, se vislumbra falta de coordinación y diálogo entre el líder norcoreano Kim Jong Il y el presidente chino, y hasta se podría hablar de manifiestas discrepancias.
La política pragmática que sigue Hu Jintao le lleva, casi inevitablemente, a fortalecer relaciones con Corea del Sur y Japón, dos grandes socios comerciales, pero el régimen de Corea del Norte es un verdadero lastre para China.
Frialdad de Moscú
Si el régimen norcoreano esperaba la simpatía de Moscú, que ha venido atizando conflictos con Washington, también en este caso recibió un balde de agua fría.
El ministerio ruso de Exteriores divulgó el 27 de agosto un comunicado en el cual dejó bien claro que Rusia recibió con "decepción y preocupación" la decisión de Corea del Norte de interrumpir su desnuclearización. Aunque, para cubrir la formalidad con el viejo aliado comunista, también apoyó a Pyongyang en su argumentación de que Estados Unidos tiene parte de la culpa en el asunto.
"La decisión de Corea del Norte de suspender el desmantelamiento de las instalaciones nucleares en Yongbyon y de estudiar la posibilidad de reactivarlas nos causa decepción y preocupación", refirió el comunicado de la cancillería rusa.
En resumen, otra vez deberán ponerse en marcha las presiones diplomáticas por parte de China y Rusia para obligar al díscolo y problemático "aliado" de Pyongyang a que regrese a la mesa de negociaciones, una historia que se repite desde hace años y que debe tener hartas a las cancillerías de Moscú y Pekín.
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