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Actualizado: 19/05/2024 23:18

Corea del Norte

La larga paranoia

¿Abandonará definitivamente Kim Jong-il la carrera nuclear a cambio del petróleo que su país necesita?

El acuerdo logrado recientemente por Estados Unidos, Corea del Sur, China, Japón y Rusia con Corea del Norte, para que esta última renuncie a su programa nuclear, ha develado los entresijos de largas negociaciones que concluyeron con una firma que, aunque a primera vista resulte ventajosa para Pyongyang, contribuye por el momento a aliviar las tensiones en esta parte del mundo.

Corea del Norte fue sancionada en octubre por la ONU tras realizar su primer ensayo nuclear. Su programa, iniciado hace tres décadas, ha devenido una de las dos crisis atómicas abiertas en el planeta, junto con la de Irán.

El documento firmado en la capital de China, de cuatro páginas y siete apartados, señala pasos iniciales como el cierre y sellado del principal reactor norcoreano, Yongbyon, y la entrada de los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) en el plazo de 60 días. La buena voluntad del régimen se pondrá a prueba de acuerdo con las facilidades que brinde a los representantes de la AIEA y con la instalación de cámaras y dispositivos para controlar el programa nuclear norcoreano.

A cambio, Pyongyang recibirá en ese plazo un envío de 50.000 toneladas de petróleo por parte de Estados Unidos, Corea del Sur, China y Rusia. Japón no participará en la ayuda hasta que no resuelva sus problemas históricos con Pyongyang.

Comportamiento impredecible

En una segunda fase, Pyongyang deberá facilitar una descripción detallada de todas sus instalaciones nucleares (unas tres más, entre ellas un programa secreto de enriquecimiento de uranio) y desmantelarlas por completo, con lo que recibiría el resto de la ayuda hasta completar el millón de toneladas de petróleo.

El acuerdo incluye la creación de cinco grupos de trabajo que supervisarán estos aspectos y el establecimiento de lazos diplomáticos de Pyongyang con Washington y Tokio.

Durante más de tres años de diálogo, Pyongyang ha mostrado un comportamiento impredecible y voluble en las negociaciones. Desde su ensayo atómico, "los seis" han desplegado una frenética actividad diplomática para lograr este acuerdo, que muestra, en primera instancia, que el régimen de Kim Jong-il atraviesa por un grave período de dificultades económicas.

El papel de Pekín fue decisivo para lograr el acuerdo, aunque algunos analistas chinos se muestran algo escépticos sobre el futuro.

"Es un buen acuerdo, pero no han tocado todavía el tema de las armas nucleares ya existentes", declaró el catedrático chino Shi Yinhong, de la Universidad Popular de Pekín, considerado uno de los principales expertos en el conflicto coreano. "Es muy valioso para Pyongyang, porque recibirá ayuda sin haber cerrado todos sus reactores", añadió Shi.

"Se calcula en unos 50 kilos el material nuclear producido, hay que precisarlo más y tiene que ser parte de la declaración que emita Pyongyang sobre sus programas en la primera fase", reconoció, por su parte, el negociador estadounidense Christoper Hill.

La diferencia con el Acuerdo Marco de 1994, firmado por la administración de Bill Clinton, es que se habla de "desmantelar" y no sólo de "congelar" los programas nucleares de Pyongyang. Es bueno recordar que el régimen norcoreano, cinco años después, violó lo acordado en 1994 y se descubrió que avanzaba a todo vapor en la carrera para dominar el arma nuclear.

En el caso de este nuevo acuerdo, sin embargo, se trata además de un proceso multilateral que limaría las diferencias históricas del Norte con sus vecinos y ayudaría a finalizar la situación de guerra técnica entre Pyongyang y Seúl, tras la firma del armisticio de 1953.

Pero las intenciones de Pyongyang son opacas. "Nadie ha hecho una interpretación lógica del cambio repentino de actitud del Norte", dijo el profesor Shi, "por lo que no creo que vayan a abandonar sus programas".

Algunas reacciones

El acuerdo alcanzado con Corea del Norte, que requiere que ese país desmantele sus plantas atómicas, es "la mejor oportunidad" para la desnuclearización de la península norcoreana, afirmó el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. En un comunicado leído por su portavoz, Tony Snow, Bush afirmó que el pacto logrado en Pekín "refleja el compromiso común de los participantes en esas negociaciones con una península coreana libre de armas nucleares".

Por su parte, en una rueda de prensa convocada tras el anuncio del pacto, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, afirmó que el acuerdo es también un mensaje para Irán, el otro país con el que Estados Unidos y la ONU mantienen una disputa sobre su programa nuclear.

Según Rice, el mensaje a Irán es que "la comunidad internacional es capaz de aunar sus recursos, particularmente cuando los Estados de la región afectada colaboran, y que una diplomacia contundente ha logrado resultados". La secretaria de Estado insistió en que el acuerdo representa "un paso prometedor en la dirección correcta", aunque admitió: "nos encontramos aún al principio, queda mucho partido por jugar".

La cautela de Rice es compartida por el diario español El País, que en un editorial advirtió que "en el pasado el régimen comunista ha hecho mangas y capirotes de otros acuerdos y el conseguido en Pekín requiere por tanto la prueba de fuego de su puesta en práctica".

Buen punto de partida

Por lo pronto, se ha logrado que las dos Corea reanuden a finales de este mes, en Pyongyang, su proceso de reconciliación, tras pactar el pasado 15 de febrero el reinicio de las conversaciones interministeriales que permanecen bloqueadas desde hace siete meses.

Un comunicado divulgado por el Ministerio para la Unificación de Corea del Sur apeló al "espíritu de la declaración conjunta del 15 de junio", en referencia a la primera cumbre entre los dos países, celebrada en el año 2000.

En aquella ocasión, el entonces primer ministro surcoreano, Kim Dae-jung, y el líder norcoreano, Kim Jong-il, acercaron las hasta entonces irreconciliables posiciones de la Corea del Norte aislacionista y la Corea del Sur partidaria del libre mercado. Este contacto permitió que por primera vez se pudieran reunir familias coreanas separadas por la guerra que asoló la Península de Corea entre 1950 y 1953 y la dividió en dos países, uno en la órbita soviética y otro en el mundo capitalista.

Sin duda alguna, el acuerdo es un buen punto de partida, pero como recordaba un viejo analista de los asuntos coreanos: la crisis nuclear con Corea del Norte dista de haber sido zanjada.

El caldo de cultivo imprescindible para que el compromiso suscrito pueda llegar a buen puerto es que Estados Unidos y sus aliados asiáticos —Japón y Corea del Sur, directamente implicados— establezcan un camino para facilitar la comunicación del búnker comunista norcoreano con el resto del mundo, y que ellos mismos incrementen paulatinamente su cooperación con Pyongyang.

El régimen feudal de Kim Jong-il sólo puede llegar a ser fiable si es capaz de salir de su larga paranoia histórica.

Kim celebró su 65 cumpleaños unos días después de la firma del acuerdo, pero queda por demostrar si será capaz de romper el aislacionismo del régimen que encabeza, o si sólo dio luz verde para firmar el acuerdo con el objetivo de ganar tiempo y volver a las andanzas de los disparos de cohetes balísticos. El tiempo dirá la última palabra.

© cubaencuentro

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