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Actualizado: 16/05/2024 10:29

Los Balcanes

Milosevic no descansará en paz

El ex presidente de Yugoslavia, acusado de crímenes contra la humanidad, muere sin responder por más de 100.000 víctimas.

La muerte del ex presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, en una solitaria celda en La Haya, ha privado a sus víctimas de la justicia que se merecen y a la humanidad de la oportunidad de haber sentado un precedente cada día más necesario: juzgar y condenar a los dictadores que en su día se creyeron dueños y señores de los destinos, vidas y haciendas de su pueblo.

El ex comunista y dictador Milosevic, quien pasará a la historia con el triste récord de haber hecho desaparecer a un país, y el mismo al que el Tribunal Penal Internacional para los crímenes en la antigua Yugoslavia juzgaba por genocida y criminal de guerra, murió de repente a los 64 años, antes de que terminara el juicio que empezó en 2001.

Pero sean cuales fueran las causas de su deceso, seguramente su alma no descansará en paz. Esta vez sin excusas, tendrá que rendir cuentas por las más de 100.000 personas que murieron durante la guerra de Bosnia, entre los años 1992 y 1995, por los crímenes contra la humanidad que cometió en Croacia y Kosovo, y por la violación de las leyes y normas de la guerra.

Seguramente hoy lo lloran, además de la familia íntima, sus más fieles aliados y los todavía fugitivos del Tribunal Penal Internacional acusados de criminales de guerra, Ratko Mladic y Radovan Karadzic. Pero la mayoría de los ex yugoslavos lo ven, desde hace tiempo, como lo define el apodo que le pusieron los bosnios en los años noventa: el carnicero con las manos ensangrentadas.

¿Cómo pudo este hombre sin carisma, de mirada bobina y poses estudiadas, cometer tantos desaciertos y desatar tanta tragedia y dolor? ¿Cómo logró que le siguiera el serbio de a pie? ¿Cuál fue su escuela?

Milosevic, el presidente

Desconocido durante los primeros 45 años de su vida, el joven Milosevic había aprendido su talento político en Belgrado, durante los últimos días del mariscal Josip Broth Tito, cuando a fuerza de ser "un modelo de comunista" presto a la adulación, extremista cuando la situación lo exigía y corrupto cuando hacía falta, llegó a colocarse en el segundo puesto de la cúpula del partido comunista.

En 1987, Milosevic fue enviado por su jefe, Ivan Stambolic, a mediar en los disturbios de la provincia serbia de Kosovo. Allí, desplegando sus cualidades de camaján, logró desatar los odios nacionalistas y conquistar las mentes y los corazones de sus compatriotas con discursos incendiarios y demagógicos, publicitados de manera magistral por la prensa bajo su control.

A partir de ese momento jugó como nadie la carta del nacionalismo, arengando a los serbios contra los albaneses de Kosovo y alentando la idea de que los serbios se estaban convirtiendo en ciudadanos de segunda clase dentro de Yugoslavia. La táctica funcionó y, en 1989, el Parlamento serbio le eligió su presidente.

Unas semanas después, aprovechando la fecha del 28 de junio, cuando se celebra la fiesta nacional serbia con profundo sentido nacionalista conocida como Vidovdam, Milosevic lanzó su campaña de "La Gran Serbia", un Estado étnicamente puro que desde hace 600 años los serbios sueñan construir.

Después de este pronunciamiento, Milosevic destituyó a su antiguo jefe, Stambolic, y declaró abolida la autonomía que Tito había dado a las regiones de Kosovo y Vojvodina. Esto incitó el fervor nacionalista serbio y comenzó la inquietud de eslovenos, croatas, bosnios y otras naciones que formaban Yugoslavia.

La secesión

Pronto estuvo claro que Milosevic no era un líder capaz de mantener unida a la multiétnica Yugoslavia, integrada en esa época por croatas, bosnios, eslovenos y albaneses. En 1991, Eslovenia y Croacia declararon su independencia de la Federación y, más tarde, Bosnia-Herzegovina siguió sus pasos. En 1992, la Federación fundada por Josip Broz Tito desapareció y sólo Montenegro no se separó.

Especialistas como Stan Markotic afirman que "al no poder secuestrar a Yugoslavia", Milosevic decidió destruirla. Entonces lanzó su segunda y más terrible consigna: "la limpieza étnica".

En ese momento, el Ejército yugoslavo, dominado por los serbios, lanzó una ofensiva contra Croacia y Eslovenia. No pudo entrar en la segunda, pero en Croacia comenzó las masacres de croatas a manos de serbios. Aquí fue crucial el papel de Belgrado, donde Milosevic era el jefe.

Esto demuestra que los primeros años de Milosevic estuvieron marcados por su apoyo a los "señores de la guerra" en Croacia, Bosnia y Serbia. Pero, según Markotic, la historia ha demostrado que Milosevic no estaba interesado ni en construir "la Gran Serbia", ni en el "bienestar de Serbia", sino en mantener su poder a toda costa.

Cuando su supervivencia se vio amenazada por las sanciones impuestas contra la ex Yugoslavia por Occidente, debido a las masacres, y su prestigio descendió a nivel internacional, se dio vuelta a la chaqueta, buscó una agencia en Londres para mejorar su imagen pública y abandonó a sus antiguos aliados, redefiniéndose a sí mismo como "firme baluarte de la paz".

A partir de ese momento, Milosevic se las arregló para presentarse ante Occidente como "el socio necesario" y transformarse de carnicero en pacifista; la prensa bajo su control logró convencer al pueblo serbio de que el Acuerdo de Paz de Dayton era "una gran victoria" de Milosevic.

Un estudio publicado por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Belgrado afirma que "en un país donde la prensa está absolutamente controlada por el Estado, no es difícil comprender por qué mucha gente apoya a Milosevic". El texto revela que el 58% de la gente en aquel momento prefería mantener su puesto de trabajo —aunque la paga fuera mediocre—, que afrontar un cambio donde le esperaba la inseguridad.

El mismo pueblo serbio que le apoyó en 1992 en su campaña de "limpieza étnica" con las armas en la mano, más tarde le apoyó "porque era el político que les trajo la paz". Mientras tanto, Milosevic aprovechaba el momento para alcanzar "respetabilidad internacional" y aumentar su control sobre lo que quedaba de Yugoslavia.

Golpe maestro

Milosevic aprovechó ese momento para acrecentar su control sobre la prensa y sobre el partido gobernante, el Partido Socialista de Serbia, de corte comunista. Durante un congreso en 1996, "lo limpió" de nacionalistas, o sea, se deshizo de la gente que le había apoyado en su política anterior. Con este "golpe" no sólo cambió a aquellos que le recordaban su pasado "nacional extremista", sino a las figuras que podrían reemplazarle.

De este modo, al frente de las posiciones políticas importantes en Belgrado quedó gente sin influencia. Milosevic dio más protagonismo a su esposa Mirjana Markovic, quien dirigía un partido de corte comunista, llamado Izquierda Unida, y tomó el control de los negocios privados.

En aquella época, en Belgrado corría de boca en boca un chiste que decía: "¿Cuál es la diferencia entre la mafia y la esposa de Milosevic? Que la mafia visita a los hombres de negocio y les pide dinero, mientras que los hombres de negocio visitan a la esposa de Milosevic para preguntarle cuánto dinero deben dar a la mafia".

"Aquí había otro absurdo", dijo a Encuentro en la Red el profesor Darío Privicevic, porque mientras Markovic promovía las ideas comunistas, los miembros de su partido eran los "nuevos ricos" yugoslavos. Y la verdad era, según esta fuente, que mientras los esposos Milosevic jugaban este juego, se hacían con el control de los negocios del país.

Los expertos coinciden en que el talón de Aquiles de Milosevic siempre fue la política internacional. Al considerarse "invencible" en lo doméstico, falló en manejar su política global y este error lo cometió otra vez en 1998, cuando lanzó contra Kosovo al Ejército serbio para limpiar étnicamente la provincia y "proteger" a la minoría serbia, que sólo representa el 5% del total.

La situación en la provincia había empeorado dramáticamente, los albaneses reclamaban el estatus de autonomía que Milosevic les había anulado. En el verano de ese año, los albaneses de Kosovo se organizaron en el Ejército de Liberación de Kosovo y comenzaron otra vez las masacres.

Occidente exigió a Milosevic detener la ofensiva sangrienta en Kosovo. Al no tener respuesta positiva, la OTAN inició bombardeos contra Serbia hasta lograr su sumisión. Esta vez la responsabilidad de Milosevic estaba clara y el Tribunal Internacional de La Haya le acusó de crímenes de guerra y genocidio.

Milosevic perdió la presidencia de Serbia en el año 2000, en medio del repudio popular. Así terminó su era. Seis meses después, fue arrestado en su residencia en Belgrado y enviado a La Haya para que respondiera ante el Tribunal Penal Internacional. En el momento de su muerte, el fiscal había terminado el proceso judicial acusatorio, pero la defensa, que Milosevic se encaprichó en llevar personalmente, alargaba el proceso que debía terminar en los próximos meses.

La muerte le sorprendió solo y la fortuna que reunió junto con su esposa no le sirvió de nada. Faltó el fallo final: otra vez el absurdo hizo que el hombre que causó tanto dolor y sangre a Yugoslavia muriera inocente.

Cargos contra Milosevic
-Genocidio, en relación con las masacres en Srebrenica, Bosnia.
-Crímenes contra la humanidad, en relación con Bosnia, Croacia y Kosovo.
-Violación de las Convenciones de Ginebra, en relación con Bosnia y Croacia.
-Violación de las leyes y costumbres de guerra en Bosnia, Croacia y Kosovo.

Hechos del juicio inconcluso

-295 testigos declararon
-5.000 pruebas presentadas ante el juez
-466 días de vistas

© cubaencuentro

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