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Estados Unidos, Rusia, Elecciones

Putin Berniebro-ich

El “factor Putin” irrumpe en la campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos

El hackeo de los correos electrónicos de la Convención Nacional Democrática (CND), que al cabo no resultaron ni tan dañinos, ni siquiera escandalosos —hay sendos textos en el The Washington Post y en The New Yorker que colocan el asunto en su justa medida— pone en evidencia las ansias hegemónicas del presidente ruso Vladimir Putin.

No es Trump el preferido del zarevich ruso: es Sanders.

Mientras de Hillary Clinton se puede esperar una política exterior semejante a la del presidente Barack Obama —pienso que, incluso, más agresiva—, y para el caso particular de Rusia quizás toda una estrategia que aplaque los pininos imperialistas de Putin; mientras que de un Trump-presidente es difícil saber que resultaría en términos de política exterior, toda vez que sus declaraciones al respecto han sido compulsivas, incoherentes, y eso a pesar de haber dicho que Putin le simpatiza, Sanders por su parte hubiera sido el presidente americano más blando de la Historia de este país, y los rusos lo saben.

Y les gustaba la idea, esa de un Presidente Kumbaya, cuasi-socialista, anti-capital, anti-capitalista, tan parecido a aquellos izquierdistas sesenteros que la URSS alentaba y apoyaba. Tan quintacolumnista, el Bernie, que Putin decidió echarle una última tabla de salvación a ver qué pasaba.

Y no pasó nada.

La correos electrónicos solo provocaron la renuncia de la presidenta del Comité Nacional Demócrata (CND), Debbie Wasserman Schultz, que a diferencia de Bernie y sus Berniebros entendió que había que hacerle paso a Hillary en pro de una victoria de los demócratas en noviembre. Y de inmediato se quitó del camino.

La noticia de los emails está a punto de ser olvidada. Solo el FBI y otras agencias seguirán el rastro de los hackers hasta la dasha de Putin, y ahí acabará la historia.

Pero quede el suceso como un recordatorio de un mal conjurado a tiempo: el de Bernie Sanders, su promesa de revolución, y sus revolucionarios de Starbucks, academia y “We shall overcome!”, o sea, “Venceremos!”.

Quede además como una confirmación de aquello de “dime con quién andas...”, y como una prueba más de que Bernie era, es, mala idea para Estados Unidos, y que Putin, tiranuelo boreal, antiamericano, su Berniebro, también lo sabía.

© cubaencuentro

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