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Actualizado: 29/04/2024 7:40

Che, Argentina, Ecuador

Si reescriben la historia, por favor, documéntense primero

La llamada “historia oficial” se ha convertido en un enemigo a batir casi tan peligroso como el imperialismo o el neoliberalismo

Una de las características de los actuales populismos latinoamericanos es su tendencia a reescribir la historia. Es una actitud obsesiva que intenta recubrir con una pátina ideológica y progresista su gestión de gobierno. De ahí el énfasis en el “relato” y en el predominio de la memoria, mucho más maleables que la historia y los documentos. Como reconoció paladinamente Cristina Fernández: “Siempre se puede manipular, de un lado y del otro. Ojo, yo no vengo aquí a vestirme de santa ni de angelita”.

La llamada “historia oficial” se ha convertido en un enemigo a batir casi tan peligroso como el imperialismo o el neoliberalismo. Todos entran en el mismo saco. De ahí la compulsiva necesidad de cambiar el “relato”, de marcar nuevas pautas, en la senda de lo ya apuntado por Las venas abiertas de América Latina, una especie de Biblia bolivariana y fuente de saber histórico, cargada de numerosos versículos antiimperialistas.

En esta alocada carrera por ver quien relata mejor o reescribe mejor la historia, el parlamentario Tomás Zevallos y la Asamblea Nacional de Ecuador se llevan la palma. El 1 de febrero, el pleno del Parlamento, con 66 votos a favor, aprobó una resolución que condenaba categóricamente “los hechos en los cuales las fuerzas represivas bolivianas detuvieron y asesinaron al revolucionario Ernesto ‘Che’ Guevara, contrariando todos los convenios internacionales que sobre conflictos estaban vigentes”.

Guevara habría muerto “por sus ideales y proyectos revolucionarios… propios de jóvenes de la época” y por “pensar distinto a los gobernantes de turno de América, en donde el pensamiento oficial era capitalista y neoliberal, violando tratados internacionales de Derechos Humanos vigentes a la fecha”. Así murió “luchando contra el neoliberalismo de Margareth Thatcher y la llamada ‘revolución conservadora de Ronald Reagan” (sic). El paroxismo declarativo se alcanza al considerar su muerte “un asesinato de lesa humanidad al ser ejecutado vivo” (sic).

El mismo pleno que aprobó la declaración la suspendió al día siguiente, con 76 votos, ante el cúmulo de chanzas que se estaban haciendo a costa de los graves errores históricos contenidos en la misma. Para salvar la honra institucional, cuestionada por tanto disparate, se dio marcha atrás.

La reescritura de la historia no es algo nuevo. Siempre se ha hecho. Por ejemplo, el gobierno kirchnerista acaba de crear el “Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego”. Sin embargo, sería deseable que quienes deciden moverse en las procelosas aguas de la reinvención del “relato” se documentaran convenientemente primero.


© cubaencuentro

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