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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Europa

Un arma del siglo XXI

Moscú utiliza el suministro energético como instrumento de política exterior en sus relaciones con la Unión Europea.

La Unión Europea se enfrenta de manera inminente a uno de los retos más complejos de su política energética: cómo negociar con Rusia un nuevo acuerdo que le garantice los suministros de que es dependiente, sin hacer concesiones a Moscú ni irritar a algunos nuevos miembros ex comunistas como Polonia y Lituania.

La solución a este problema se viene prolongando desde mediados de 2006, cuando Polonia vetó las negociaciones con el Kremlin, alegando un embargo de Rusia a las importaciones de carne polaca. Ahora Lituania amenaza con unirse al veto, debido a una situación parecida con el petróleo procedente de Moscú.

Sin embargo, Bruselas corre contrarreloj, ya que el Acuerdo de Asociación y Cooperación entre la UE y Rusia que reglamenta las relaciones bilaterales y comerciales, nacido en 1997, está a punto de caducar y debería alcanzarse al menos un pacto preliminar durante la próxima Cumbre UE-Rusia el próximo 18 de marzo.

Para los expertos está claro que la intransigencia polaco-lituana hacia el Kremlin, justificada, tiene sus raíces en la Guerra Fría y en la actitud arrogante de Moscú hacia estos miembros de la UE. Pero también reconocen que Bruselas tiene poco margen para flirtear en un tema vital como la seguridad energética en el corto plazo.

Dependencia europea

Según estadísticas oficiales, la red transeuropea de energía —por donde llega a Europa Occidental el 30% del gas natural y el 18% del petróleo que consume— depende de los yacimientos rusos que controla el gigante Gazprom, en el cual sólo una firma occidental, la alemana Ruhrgas AG, tiene una pequeña participación y ningún control.

Esta dependencia se acentúa en algunos países como Alemania, la mayor economía de Europa, que satisface el 40% de sus necesidades con gas natural ruso. La situación es todavía más comprometida para algunos nuevos Estados de la UE, ex satélites de Moscú, quienes importan desde Rusia hasta el 90% de la energía que consumen.

Al mismo tiempo, hace dos años, se inició la construcción del Gasoducto Noreuropeo que está destinado a cubrir con gas ruso, de manera adicional, otro 10% de la demanda de gas natural de la Unión, según un acuerdo de colaboración con el Kremlin de 1994, impulsado por Alemania e Italia.

Con respecto a las relaciones bilaterales Rusia-UE, hay que recordar que estas se han visto favorecidas por el acercamiento entre la administración rusa de Vladimir Putin y el llamado eje franco-alemán, situación que ha mantenido la canciller Ángela Merkel. Como resultado, Alemania, en particular, y la UE, en general, constituyen el principal socio comercial de Rusia, y ésta a su vez ocupa el cuarto lugar entre los socios de la Unión.

¿Dónde nació el problema?

Los precios del gas subieron en los últimos años y esta situación coincidió con la aparición de China y la India en los mercados del gas como grandes consumidores. En este contexto, Rusia pasó a ser el gran ganador al ser el país con mayores reservas de gas natural en el mundo.

La primera víctima fue Ucrania, cuando el primer día de 2006 se quedó sin gas, tras una disputa con Rusia en cuanto a precios. Al cerrar la llave del gas a Ucrania, los rusos también dejaron sin el combustible al resto de sus clientes en Europa Occidental, y enseguida sonaron las alarmas.

Kiev había rechazado la demanda del monopolio ruso Gazprom de cuatriplicar el precio de los 1.000 metros cúbicos de gas de 50 a 230 dólares. El regateo duró cuatro días hasta una cifra final de 95 dólares, pero durante ese tiempo Europa y el resto de los países de la Comunidad de Estados Independientes (ex URSS) comprendieron el mensaje: Moscú no iba a seguir subsidiando a sus socios postcomunistas y no vacilaría en utilizar el gas como arma política.

Y para que no quedaran dudas, el Kremlin volvió a repetir la operación contra Moldova y Georgia, esta vez aduciendo que las escaramuzas militares en los territorios rebeldes dependientes de Tbilisi habían estropeado el gasoducto. Y mientras Georgia acusaba a Moscú de matar de frío a sus habitantes, el presidente Putin le contestaba: "el gas se ha cortado debido a una explosión, mis hombres trabajan día y noche a 30 grados bajo cero para restaurar el suministro".

En aquellos momentos, el conocido analista europeo Federico Bordonaro comentó: "En 2006 recibimos dos mensajes, uno equivocado de que estábamos al borde de una catástrofe energética, y otro correcto, de que teníamos un gran problema, pero que no nos íbamos a quedar sin gas al menos por 10 años".

Los rusos, por su parte, no se cansan desde entonces de repetir que los años de la era soviética se acabaron y que cada uno tiene que ajustarse a las realidades del mercado. Incluso la leal Bielorrusia fue golpeada por los precios del Kremlin a fines de 2006, lo cual provocó de nuevo las alarmas occidentales.

Seguridad energética

Por todas estas razones, la seguridad energética se convirtió en un tema prioritario de la agenda política de Europa Occidental en el último año. El diputado polaco Jacek Sariusz-Wolski dejó claro el contexto: "El problema de la energía no afecta sólo a la industria y a la economía, sino está siendo utilizado como un arma de política exterior (por Rusia)".

En su opinión, "Bruselas y otras capitales de la Unión han quedado vulnerables frente a la política de Moscú". Otros analistas señalan que la situación es más grave, ya que según las proyecciones mundiales, para 2030 se estará consumiendo en general 70% más de energía que ahora y, entonces, "¿quién podrá pagar los precios del mercado?".

De momento, el gobierno ruso ha cerrado el acceso de las empresas energéticas occidentales a sus proyectos energéticos. En diciembre pasado, Gazprom ganó una victoria estratégica en la batalla por controlar el proyecto Sakhalin-2, al eliminar a la Shell como mayor accionista y quedar dueño absoluto del campo de gas natural más grande del mundo.

El periódico británico Daily Telegraph describió la transacción como "un signo de que Rusia no tolerará en el futuro que los inversionistas extranjeros controlen los activos estratégicos energéticos del país". Este parecer fue corroborado por la revista Oil and Energy Trenes, la cual vaticinó que Europa será cada vez más dependiente de los suministros rusos.

¿Cuáles son las alternativas?

Todas las fuentes consultadas por Encuentro en la Red coinciden en que la actitud agresiva de Moscú en política energética se basa fundamentalmente en la incapacidad de Occidente de adoptar una estrategia unificada energética, en especial la Europa de los 27.

Según Bordonaro, parte de Europa, especialmente Alemania e Italia, "son cada vez más dependientes del gas natural ruso" y esto dificulta un entendimiento a la hora de llegar a estrategias comunes. Otros, al mismo tiempo, exploran los caminos de la diversificación y ponen sus ojos en el Cáucaso y en Asia Central.

Las ilusiones son captar los mercados externos de Azerbaiján, Kazajstán y Turkmenistán, desde donde partirían numerosos gasoductos hacia Occidente. Sin embargo, para estas inestables naciones es más fácil seguir vendiendo su gas a Gazprom, por supuesto muy activa en la zona, que oferta buenos precios en la actualidad para garantizarse el abastecimiento.

El analista británico Mark Hester no confía en que Asia Central sea una solución y propone el desarrollo de las fuentes alternativas, "lo cual sería una excelente opción no sólo ante la dependencia de los suministros rusos, sino para el futuro, cuando los campos gasíferos se extingan".

Su propuesta se basa en comenzar a construir motores que utilicen bio-diesel, bio-etanol, hidrógeno etcétera. "Esas serán las tecnologías que podrían ser dominantes en el futuro", precisó. Pero, ¿cuánto habrá que esperar para esto?

¿Y los rusos?

De momento, los rusos no están preocupados por esos escenarios. Quitan importancia al asunto y afirman, como lo acaba de hacer su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, que "las demoras en la firma del nuevo Acuerdo entre Rusia y la Unión Europea son contratiempos artificiales que deben resolver los expertos profesionales".

La verdad es que Rusia, según el Departamento de Energía de EE UU, posee las mayores reservas de gas natural en el mundo, las segundas de carbón y las octavas en petróleo. Rusia es, además, el segundo consumidor de energía del mundo, el mayor exportador de gas natural y el segundo de energía y petróleo.

Rusia vende petróleo sobre todo a países europeos como Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y España. La mayor parte se exporta a través de las terminales en el Báltico y el Mar Negro. También existe el oleoducto Druzhba (Amistad), que va principalmente a los antiguos aliados de la época comunista.

El sector industrial energético ruso está dominado por las empresas Lukoil, Yukos, Surgutneftegaz, Tyumen, Oil Tnk, Sidanko, Subneft, Slavneft, Eastern Oil, Onako, Komitek, Grozneft y Rosneft. El sector del gas está dominado por Gazprom, en manos del Estado.

© cubaencuentro

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