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Obama, el placer del suspense

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Barack Obama no sólo navegó hacia el centro durante buena parte de su campaña a la presidencia de Estados Unidos, sino que también lo ha hecho desde su condición de presidente electo. Todo parece indicar que esa será la seña de identidad de su administración: una política interior y exterior afincada en el pragmatismo y la conciencia de que el horno no está para cierta clase de pasteles. La crisis aprieta y los focos de conflicto a escala internacional son numerosos e importantes. Así, varios de los primeros nombramientos, declaraciones y apreciaciones del antiguo senador por Illinois indican que tendremos un gobierno demócrata más por el estilo del de Clinton que del de Carter.

¿Pero qué tal si el cambio propuesto por Obama durante su campaña fuera más allá de un “bipartidismo” aglutinador? ¿Qué tal si el primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos pretendiera, más que ponerse de acuerdo con sus adversarios, dejar de asumirlos como tal? ¿Por qué alguien con quien no estamos de acuerdo políticamente hablando, tiene que ser por fuerza nuestro adversario (parece sugerir el nuevo mandatario)? ¿Será un cambio de fondo, yendo de la forma al contenido, lo que propone Obama?

¿El cambio de verdad va a ser un cambio?

Una pista sobre el particular, si se asume la tesis con cierto grado de idealismo, pudiera darla el episodio que tuvo como protagonista a la congresista republicana Ileana Ros-Lethinen, quien le colgó dos veces el teléfono al presidente electo creyendo que se trataba de una broma radiofónica. Cuando por fin Obama consiguió ponerse al habla con la representante, ambos abordaron el tema cubano.

"Le recomendé que en las decisiones sobre Cuba consultara al senador Bob Menéndez y al representante Albio Sires (senador y congresista demócratas)”, declararía después Ros-Lehtinen. “Pero él gentilmente me dijo que tenía también disposición para consultarme a mí”. Una salida cuando menos interesante.

De lo que no caben dudas es que el cambio propuesto por Obama y, por supuesto, su propia designación, no van a arrancarnos bostezos. Quizá esta sea una de las razones por las que el nuevo presidente se impuso a Hillary y a McCain durante la afiebrada campaña presidencial del año pasado. Muchos esperaban de él un cambio… pero no sólo la naturaleza de ese cambio habría sido para ellos lo importante. También la curiosidad, el deslumbramiento de la nueva aventura en perspectiva –el placer, en fin, del suspense-, puede haber incidido en la decisión de los votantes.



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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