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Sito: Superman superrevolucionario

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un artículo de Joseluis Sito

Entrar a Cuba con un barco a escondidas, subir a las montañas y reclutar a campesinos analfabetos para obligarlos a volverse soldados a las órdenes de comandantes y empezar a pegar tiros a diestra y siniestra, a esto se le llama revolución.

Una Revolución es todo lo contrario de esta guerra civil cubana. Tampoco es una revolución aquello que consiste en cambiar el poder de manos con un golpe de Estado y decretar el país por la fuerza socialista-marxista-leninista.

La revolución cubana es una invención castrista, un mito forjado para esconder la verdadera naturaleza del régimen y sus orígenes. La Historia y los historiadores se encargarán de hacer su trabajo científico y serio cuando llegue la hora. Y está llegando.

La revolución francesa, inglesa, americana y la rusa sí pueden ser consideradas auténticas revoluciones ya que se trató en estos casos de movimientos del pueblo, movilizaciones del pueblo clamando contra un estado y un orden de cosas. La supuesta revolución cubana fue un hecho de militares contra militares, de un grupo de arribistas y ambiciosos deseosos de acaparar todo el poder como en cualquier vulgar dictadura. La dictadura de un Trujillo y de un Castro sólo difiere del color según se vea. Son idénticas estrictamente en su fondo negro.

Pero, claro, decirle a un cubano, aun si es anticastrista, que la revolución es un mito falso y que nunca existió, esto conmueve su orgullo nacional, sus intestinos nacionales hasta lo más profundo. Esta supuesta revolución cubana sirve también para alimentar en toda Latinoamérica mitos comparables a los mitos ancestrales de las antiguas civilizaciones indígenas. El mito del buen salvaje convive hoy en día con el mito de la buena revolución cubana salvadora y redentora. Los Lula, Bachelet, Kirchner y demás políticos izquierdistas sin escrúpulos, necesitan este mito cubano para hacer tragar al público la pobreza de sus ideas políticas y el arcaísmo de sus concepciones.

Hay un artículo de Norman Mailer escrito para la revista Esquire, en 1960, y que se titula “Superman llega al supermercado” (Superman comes to supermarket). En el mismo sentido habría que decir: los superrevolucionarios llegan al supermercado de la superrevolución. Lo cómico del asunto es esta invención superrevolucionaria con su Superman barbudo superrevolucionario. Recomiendo a nuestros amigos del Guamá que nos hagan la imagen de este personaje comic. De este cero a la izquierda.

Hay que ver al Superman barbudo superrevolucionario hablando de las ollas arroceras chinas durante horas. Y de este cero a la izquierda todavía los hay pensando que si se mantuvo en el poder fue por sus dotes excepcionales. Sólo basta recordar estas palabras que el superrevolucionario barbudo pronunció en un discurso del 6 de enero de 1959: “hay una cosa que sé que voy a hacer bien y es la reorganización de todos los institutos armados de la República. Estoy seguro de que no fracasaré en eso, porque ya tengo experiencia sobre eso, porque he adquirido la psicología de los hombres que tienen las armas en la mano, y qué técnica y qué procedimientos hay que seguir con ellos.”

Esto fue lo que le mantuvo en el poder durante 50 años, como a otros dictadores: la fuerza, el terror, la intimidación, las amenazas, los crímenes, los encarcelamientos.

Este cero a la izquierda no supo ni darle de comer a la población, todavía hoy en día con una libreta de racionamiento y viviendo bajo los sistemas de control, vigilancia y terror más eficaces del mundo, con su Villa Marista, su policía "revolucionaria" y sus FAR. En esto no fracasó el Superman barbudo superrevolucionario de la superrevolución cubana.



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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