Los más vendidos con dos inéditos
Armando Añel | 26/07/2008 19:49
Tags: Cultura
La librería y distribuidora Ediciones Universal ya está circulando su lista de títulos más vendidos este mes, en Miami. Una información que Cuba Inglesa comparte con los lectores:
No ficción:
1) EL ISLAM VISTO POR UN CRISTIANO, Efrén Córdova (Universal) $19.95
2) VIVIDO AYER, LEYENDAS Y MISTERIOS DE CUBA Y LA HABANA, Sergio R. San Pedro Del Valle (Universal) $19.95
3 DIÁLOGO SOBRE LA 3ra REPÚBLICA, Alberto Luzárraga $29.00
4) EL SECRETO, Rhonda Byrne (Atria) $23.95
5) LA FICCIÓN FIDEL, Zoé Valdés (Planeta) $49.00
6) TRUJILLO, EL TIRANICIDIO DE 1961, Juan Daniel Balcácer (Taurus) $39.99
7) LUCES Y SOMBRAS DE CUBA, Néstor Carbonell Cortina $39.00
8) CUBA INFINITA (4 volúmenes), José Guerra Alemán (Véritas) $200.00
9) CONVERSACIÓN EN LOS FUNERALES DEL COMANDANTE, Carlos Alberto Montaner (Brickell Communications) $3.99
10) LAS MUJERES DE HITLER, Anna María Sigmund (Plaza & Janés) $19.95
Ficción:
1) CHIQUITA, Antonio Orlando Rodríguez (Alfaguara) $19.95
2) CONTRAMAESTRE, Raúl Eduardo Chao (Universal) $19.95
3) EL JUEGO DEL ÁNGEL, Carlos Ruiz Zafón (Vintage) $19.95
4) LA SUMA DE LOS DÍAS, Isabel Allende (Harper Collins) $26.95
5) TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA, Mario Vargas Llosa (Alfaguara) $19.95
6) LA FIESTA VIGILADA, Antonio José Ponte (Anagrama) $39.00
7) UN DÍA DE CÓLERA, Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara)
8) LA ISLA DE LOS AMORES INFINITOS, Daína Chaviano (Grijalbo / Random House) $17.95
9) MARIDOS, Ángeles Mastreta $14.95
10) NO SE LO DIGAS A NADIE, Jaime Bayly (Booket) $21.00
A continuación, dos artículos inéditos de nuestros colaboradores. El primero aborda el tema de las efemérides castristas. El segundo, “la soledad del escritor de fondo”. Que los disfruten:
Happy Independence Gay
un artículo de Denis Fortún
Este sábado 26 de julio se celebra en Cuba el Día de la Rebeldía Nacional. Una fecha que luego de 1959, en nombre de un nacionalismo antiyanqui impuesto a todas luces y muy lejos de la naturaleza del cubano, vino a sustituir a la más importante de todas: la de la independencia. Un acto que asimismo desmarcó a Cuba del gran concierto de países que conmemoran tan importante evento. Sobre todo en este lado del mundo, donde fuimos colonias y nos llegó, ya fuese por nuestro propio esfuerzo o por la ayuda de otros -desinteresada o estratégica, buena o mal intencionada-, tan merecido empeño.
Sin embargo, de lo que se trata es de ver con qué facilidad el gobierno cubano ha realzado a su conveniencia cualquier tipo de data, ya sea patria o foránea, incluso alguna en una época tan ajena al cubano como es el caso de la Revolución de Octubre o el Primero de Mayo. Al menos con la connotación de esa fuerte impronta de ideología de izquierda con la que todo se visualiza en la Isla.
Basta que únicamente les sirva de pretexto algún aniversario, que luego con bombos y platillos, y sin escatimar recursos, ensalzan con toda pompa la nueva efeméride, que con religiosidad y precisión casi inglesa habrán de aplaudir anualmente. Ejemplos sobran, por lo que no tiene sentido mencionarlos; sería correr el riesgo de olvidar los más importantes, y son tantos dentro de la historiografía revolucionaria que no va a alcanzar el tiempo. Ni el espacio.
Por supuesto, estas alabanzas, cronometradas y seguidas con celo, un día pueden dejar de celebrarse y, sin previo aviso a la población, pasarse por alto. O cuando más revisarse y alguien, desde luego autorizado por la más alta instancia, dirá que fue un exceso que ha de ser rectificado.
Son tantos estos elogios nacionales, los hay tan novedosos, frescos, en medio de un diapasón tan amplio, que me pregunto si dentro de un año se va a conmemorar el primer aniversario de la emancipación “gay”, la famosa reunión ocurrida en el Pabellón Cuba, y la de Guanabo semanas más tarde. Me pregunto si Mariela dará un discurso y veremos entonces como fiesta nacional el día de la independencia sexual y la libre manera de elegir el sexo que prefiera cada cual, y podremos tropezarnos con pancartas reivindicadoras a lo largo y ancho de la Isla, y leer, en varios idiomas, “Happy Independence Gay”.
No sé, en Cuba puede suceder cualquier cosa. La Isla funciona contra toda lógica sajona.
Escritores inéditos
un artículo de El Inglesito
A pesar de lo que pudiera creerse, generalmente los escritores no tenemos nada nuevo que contar. Sobre todo los escritores inéditos, esa raza de seres que me interesan cada vez más y al lado de los cuales los escritores éditos me van pareciendo cada vez más aburridos, con sus novelas bienales y sus entrevistas cada vez más parecidas.
Debían aprender de nosotros y de tantos otros escritores inéditos (siempre me ha parecido absurdo que en el Parlamento de la Literatura no se contara con la mayoría). ¿No saben que un escritor inédito es una mina viva de explicaciones? ¿Que está sometido a cambios constantes de dirección argumentativa no sólo para convencer a los otros, sino peor, para convencerse a sí mismo?
Si los escritores publicados sospecharan lo que se dice a sí mismo todas las mañanas, cuando se levanta de la cama, un escritor inédito en la flor de la edad límite, podrían enmendar sus discursos con la alegría extraña de estar convencidos -contra la humanidad entera- de algo que sólo ellos ven: el escritor inédito es la encarnación viva de la Ficción.
Desgraciadamente, los nombres en las vitrinas de las librerías comienzan por empobrecer nuestro cotidiano y terminan por empantanarnos en el deber de escribir. El deber de escribir: he ahí la pesadilla del escritor inédito, la imposibilidad de poder justificarse, la desaparición del placer del enemigo.
Esas cosas, lo sabemos, ya no forman parte de la vida de los escritores publicados, pero no podemos hacer nada por ellos, tanto mas cuanto que, si los ayudamos, serían capaces, en agradecimiento, de hacernos publicar y convertirnos de un solo plumazo en un escritor publicado.
Hay que tener prudencia, hasta la misma amistad puede acarrear nuestro fin.
Enlace permanente | Publicado en: Cuba Inglesa | Actualizado 26/07/2008 20:20
Papeles profanos (I)
Armando Añel | 31/07/2008 19:15
Tags: Cultura
Emilio Ichikawa ha tenido la gentileza de compartir con nosotros una carta reveladora, cuya primera parte ofrecemos a continuación. Está fechada el 24 de julio de 1965. Fue enviada por el historiador cubano Raimundo Menocal y Cueto al Dr. Ernesto Dihigo Jr. Menocal y Cueto es autor de un libro profusamente ignorado pero probablemente imprescindible para entender la debacle nacional: Origen y desarrollo del pensamiento cubano. Una obra editada en dos tomos.
Menocal y Cueto fue lo que llamaríamos hoy un autor políticamente incorrecto. Incorrecto en grado sumo. Aviso a los potenciales lectores que en la siguiente misiva –de la que omito únicamente la introducción- no se “echan margaritas a los cerdos”, para emplear una expresión a tono con el texto. Forma parte de una serie de tres –edición cortesía de la casa- que publicaremos íntegra, y a la que hemos titulado Papeles profanos.
Una cosa más. Dice el autor que “la conciencia inglesa cree y está convencida de que, para que la vida pública pueda desenvolverse plácidamente, ha de estar dirigida por caballeros”. Cabe contrastar esta última afirmación con la realidad de Cuba, un país cuya vida pública, durante medio siglo, ha estado dirigida por pandilleros. Los dejo con la misiva:
Textual: Carta de Raimundo Menocal y Cueto al Dr. Ernesto Dihigo
En 1903 me embarcaron con mi hermano segundo para los Estados Unidos, donde habíamos residido emigrados durante los tres años de la guerra de 1895; si bien posteriormente llegaron a la conclusión de que era más conveniente mandarme a un colegio de Europa, desde donde me sería más difícil regresar a Cuba, aunque fuera en concepto de vacaciones.
En octubre de 1903 me embarcaron en New York en un trasatlántico inglés, que hacía la travesía entre New York y Liverpool, y desembarqué en ese puerto, cogiendo el tren para Londres, donde me esperaba la familia de Pepe de Armas (Justo de Lara). Con ella pasé el domingo para salir de viaje, al siguiente día, a fin de llegar al colegio, donde me esperaban cartas de mi madre recomendándome que dejara bien plantado el nombre de Cuba y de mi familia. No hay duda que me impresionó considerablemente la cortesía sin afectación del pueblo inglés en general, así que, cuando asistí el primer día a clase, sabía de antemano que no había de tener pendencias personales. Los niños de mi clase eran todos muy atentos y deseosos de ayudar a un extranjero que venía de tan lejos.
Mi clase estaba compuesta de unos cuarenta alumnos, y lo curioso del caso es que alrededor de la tercera parte (niños entre trece y quince años) estudiaban griego y latín, a horas extra, o sea, después del té de las cinco de la tarde. De modo que, como se ve, el estudio del griego y del latín era voluntario, y su enseñanza se efectuaba a la hora en que los alumnos podían expansionarse en los juegos. Me asombraba este sacrificio que no comprendía, sobre todo por el deseo de aprender lenguas muertas, porque de las vivas se podía optar entre el francés y el alemán. Por sugestión de mi madre, opté por el francés, pues pensábamos hacer un recorrido por Francia en los meses de verano, que se frustró por la grave enfermedad de mi padre. Así se explica el desarrollo de la cultura inglesa, y pienso lo que hubiera gozado tu padre en aquel ambiente, donde se tomaba tan en serio la cultura y la lengua de aquellas civilizaciones desaparecidas hacía dos mil años.
Cuando volví de Inglaterra, si bien me eran odiosas las costumbres de aquel pueblo tan exclusivista, al menos las de sus clases ilustradas, sin duda que la educación que recibí dejó un residuo en mi mente, que ha influido poderosamente, en lo sucesivo, en mi moral y en mi manera de ver la vida. Sobre todo, la influencia que ejercieron en mí las recomendaciones de Montoro de leer ciertos autores ingleses (entre otros a Darwin y al historiador Buckle), que me abrieron el camino para formarme un nuevo concepto de la vida, y de esta manera me fui reconciliando con la orientación inglesa, tanto más si los cubanos anteriores a 1868 estaban influidos por las teorías de Burke, el cual sostenía la teoría iluminista “todo para el pueblo sin el pueblo”. Además de combatir la revolución francesa y a los impostores y demagogos como Rousseau, que crearon el mito de la soberanía popular y de la voluntad general, que no era otra cosa que la preponderancia del vulgo y la incapacidad para destruir la teoría del contrapeso social y la preponderancia en la gobernación del país de los más morales y capacitados.
Al poco tiempo de haber llegado a Cuba, pude observar la agitación que existía en el país, es decir, se podían observar los preliminares de la revolución de agosto de 1906 (que fue una revolución social), las algaradas de la escoria social, que en las manifestaciones tumultuosas enarbolaban la chancleta, símbolo del predominio de la plebe, al paso de pedir el restablecimiento de la lotería y la lidia de gallos. Esta conmoción ciertamente que despertó en mi espíritu la idea de la comparación, esto es, la idea del contraste entre aquel pueblo inglés, tan respetuoso y educado, con la chabacanería de la plebe cubana, cuya incapacidad para mantener y desenvolver una civilización estable y progresista estaba en pugna con su cultura y educación.
Andando el tiempo y cuando me familiaricé y empapé con la cultura inglesa, y pude escarbar en su sabiduría, se me descubrieron los conocimientos y las orientaciones de profesores y escritores tan distinguidos como Matthew Arnold, el Cardenal Newman, J.A. Symonds, R.W. Livingstone, C.M. Bowra, D. Page, y sobre todo el más eminente de los propugnadores de la cultura griega, Gilbert Murray, los cuales han insistido en mantener la necesidad de conocer los clásicos antiguos, claro, sin excluir a los latinos, que tanto contribuyen al buen gusto de la expresión inglesa. Como se sabe, la significación de los estudios griegos y del Lacio tiene distinta finalidad.
El conocimiento de los clásicos griegos tiende a crear y promover en la conciencia de los que estudian esta disciplina la idea de libertad, de favorecer por encima de todo el espíritu de tolerancia, en todos los aspectos de las actividades humanas. El conocimiento de filósofos como Aristóteles y Platón, de dramaturgos como Esquilo y Sófocles, y del comediógrafo Aristófanes, es decir, de los propugnadores de la edad de la razón, en la que el hombre piensa y reflexiona, esto es, en la que razona sobre lo que piensa, que es el hombre civilizado, que sabe que su defensa y evolución descansa en el poder de su razón. Aparte de que los ingleses estiman que la educación de un caballero ha de descansar en los estudios clásicos, griegos y latinos, tanto para mantener su libertad de pensamiento como para expresarse con la debida corrección.
Por lo demás, la conciencia inglesa cree y está convencida de que, para que la vida pública pueda desenvolverse plácidamente, ha de estar dirigida por caballeros. De ahí que en el colegio me llamaba la atención que el mayor castigo que se le podía imponer a un alumno por el director del colegio, cuando cometía alguna falta reprensible, era decirle que había dejado de ser un caballero. Figúrate tú lo extraño que eso le parecía a un cubano que venía de un país donde es tan corriente, por vía de gracia, referirse a la madre del amigo o del otro interlocutor, aunque bueno es consignar respecto de mí que ni de niño permití a mis amigos mencionar a mi progenitora en algún sentido deprimente.
La enseñanza y divulgación de la cultura inglesa se centraba entonces en los grandes colegios, llamados públicos o de segunda enseñanza, como Eton, Harrow, Trinity, Rugby, Winchester, Westminster, por no citar otros de menos significación, que se dedicaban con preferencia a la enseñanza de los estudios clásicos, los cuales, como he dicho, tenían por finalidad inculcar la libertad y el buen decir, con el conocimiento del helenismo y del latín. No sé si tu padre se había hecho un helenista con la idea y propósito de aplicar las ideas de libertad y la correcta expresión en la prosa y poesía, a fin de despertar en la conciencia pública cubana el amor a la tolerancia, a la libertad y a la belleza de la expresión hablada y escrita. De todos modos, lo cierto es que él estaba entregado a estudios que la intelectualidad cubana no ha sabido apreciar en toda su integridad.
Para mí, si la conciencia cubana se propone cruzar en el futuro el puente de los burros, por necesidad tendrá que dedicarse sistemáticamente al estudio del griego y del latín, base para la expansión de la cultura, que es el único medio de crear en la conciencia del país el deseo de conocer civilizaciones que, por su excelente modo de actuar en la vida, se distinguieron tanto en el orden moral como en el intelectual.
Por eso tu padre, aparte de haber sido un hombre distinguido, como la mayor parte de los cubanos eminentes que nacieron en el siglo pasado, hay que convenir en que era un hombre que no encajaba en el ambiente cubano, chabacano y vulgar. En cambio, podía haberse distinguido como profesor en las universidades inglesas de Oxford y Cambridge, o en la Sorbona de París; no incluyo a las universidades americanas, infectadas sus escuelas de ciencias sociales y políticas de un izquierdismo, de un bizantinismo demoledor y disolvente, en virtud del cual han creado en el país la repulsión a las ideas de contrapeso en lo político y social, que han dado al traste con baluartes como los Estados del Sur, que tanto contribuyeron al fortalecimiento de la grandeza americana por su espíritu conservador y mantenedor de las tradiciones de ese país, que había de recibir la inmigración de hombres de todas partes del mundo que huían de sus países respectivos en busca de un clima apropiado de libertad, donde pudieran realizar sus aspiraciones de mejoramiento económico.
Enlace permanente | Publicado en: Cuba Inglesa | Actualizado 31/07/2008 19:27
Papeles profanos (II)
Armando Añel | 07/08/2008 19:12
Tags: Cultura
Como decíamos al inicio de esta serie –la primera parte puede encontrarse en la sección Cultura, en la columna de la derecha-, Raimundo Menocal y Cueto fue lo que llamaríamos hoy un autor políticamente incorrecto. Incorrecto en grado sumo, como demuestra esta segunda entrega, algunas de cuyas afirmaciones seguramente resultarán escandalosas para más de un lector. La carta en cuestión, escrita en el verano de 1965, fue enviada por el historiador al Dr. Ernesto Dihigo Jr.
Menocal y Cueto es autor de un libro profusamente ignorado pero probablemente imprescindible para explorar, desde una perspectiva desinhibida, la debacle nacional: Origen y desarrollo del pensamiento cubano. Agradecemos una vez más el aporte del profesor Emilio Ichikawa. A continuación la segunda parte de la misiva:
Textual: Carta de Raimundo Menocal y Cueto al Dr. Ernesto Dihigo
Como decía antes, cuando regresé de Inglaterra me encontré que la sociedad cubana, al menos sus elementos más cultos y distinguidos, estaban dominados por el presentimiento de que algo había de ocurrir próximamente. Máximo Gómez, que en 1902 había propugnado la elección de Estrada Palma para la presidencia de la República, había estado agitando al país antes de su muerte para que se rebelase contra el hombre austero que había acumulado en el Tesoro más de veinte millones de pesos. Y, ¿cuál era la causa de que Gómez combatiese a Estrada Palma? Se ignora. ¿Lo movía a derrocar al presidente Estrada Palma que éste hubiera dejado de cumplir el programa ofrecido al país cuando aquel grupo de cubanos distinguidos le ofreció la presidencia?
Si Estrada Palma había cumplido su ofrecimiento en totalidad, lo cual en los Estados Unidos lo hubiera favorecido para reelegirse sin oposición, ¿cuál es la razón de que Máximo Gómez apoyara a un grupo de hombres desacreditados, como lo demostraron cuando fueron administradores de la cosa pública en 1908 y 1920, confirmando la triste opinión que de ellos tenía la parte sensata del país cuando
anticipaba que tanto José Miguel Gómez como Alfredo Zayas habían de hacer mangas y capirotes de la administración pública en beneficio propio, de familiares y amigos, y en detrimento del buen nombre de Cuba?
Luego, está visto que la revolución de agosto de 1906, promovida por Máximo Gómez, fue en nuestra vida independiente la primera etapa de la revolución social vaticinada por Saco al decir que la revolución política en Cuba implicaba la revolución social. Ciertamente que el eminente bayamés tenía la visión del verdadero estadista, al paso que nadie le podía ganar en el desprecio a España y a sus oligarquías dominantes, que no se cansaban de explotar a Cuba por cuantos medios les era posible. Pero si la insurrección significaba la revolución social, no hay duda que para salvar la civilización cubana, que llegó a adquirir tanto auge con anterioridad a 1868, sin duda era preferible sufrir los ultrajes de la dominación española antes que lanzarnos a una contienda con la metrópoli que había de culminar en el encumbramiento de la plebe cubana, representada por los cubanos blancos incapaces de crear riqueza y los esclavos y emancipados que habían importado los contrabandistas españoles de acuerdo con las autoridades coloniales.
¿Se podía esperar algo de la inteligencia y perspicacia de los elementos que prepararon la revolución de 1868? ¿No se puede dar por cierto que los elementos de Bayamo, de Manzanillo y del Camagüey no estaban al margen del conocimiento de las verdaderas necesidades y aspiraciones cubanas? ¿Previeron ellos las consecuencias de una revolución en la que habían de intervenir los esclavos y emancipados como factores de importancia en la formación de los ejércitos insurrectos?
En efecto, la revolución social empezó cuando la Asamblea del Centro, inspirada y dominada por los camagüeyanos, decretó la abolición de la esclavitud sin ofrecer ninguna medida para contrarrestar sus efectos y, para confirmar sus tendencias falsamente filantrópicas, acordaron la Constitución de Guáimaro (cuya ponencia se debió a Ignacio Agramonte, Antonio Zambrana y Rafael Morales). Allí se fijó la igualdad
política y social de los supuestos cubanos, muchos de los cuales, por no decir la inmensa mayoría, desconocían por completo el idioma castellano, amén de no saber a derechas dónde se encontraba Cuba, ni menos cuáles eran sus necesidades políticas y económicas, ni en qué consistía la civilización cubana, lo cual se afirmó al morir Ignacio Agramonte en Jimaguayú, en 1874.
Empezó desde entonces el encumbramiento de los hombres que por razón de su raza y posición social tenían que hacer caso omiso de las conveniencias de este país; y que por su valor y capacidad de dirección en cuanto a la guerra cubana habían de ser en lo sucesivo sus dirigentes, aunque carecieran de capacidad intelectual y moral para responder a las aspiraciones de la parte progresista de la sociedad cubana. Así empezaron a surgir los Máximo Gómez, los Maceo, los Moncada y los Vicente García, que respondían a las aspiraciones de la revolución social como representativos de las masas inferiores de cubanos.
Fue vencida la revolución de 1868 como resultado de la intervención de Gran Bretaña y los Estados Unidos, que obligaron a España a conceder reformas a los cubanos por medio del Pacto del Zanjón, el cual no fue más que una tregua para preparar los acontecimientos que habían de dar al traste con la dominación española sobre Cuba. Aparte de la llamada Guerra Chiquita, de 1879, y los levantamientos esporádicos que se sucedieron hasta 1895, ¿la propaganda de José Martí en los Estados Unidos y en otras partes del hemisferio no respondió al fin de promover la revolución social en Cuba, en virtud de la cual habían de elevarse los elementos inferiores de la sociedad cubana para en definitiva hacerse dueños de la cosa pública en 1959, con lo cual quedaba destruida nuestra civilización?
Una civilización que se estuvo elaborando por los cubanos durante el siglo XIX, a pesar de España y sin más auxilio exterior que el de la compra de nuestro azúcar y tabaco (que con posterioridad a la abolición de la esclavitud, en 1886, se trabajó con obreros libres).
¿Se me puede afirmar con lealtad que existe una diferencia entre las ideas de Martí, expresadas en la emigración (su programa se basaba en el establecimiento del sufragio universal, sin limitaciones, y en otras proyecciones de izquierda), y las medidas implantadas por Fidel Castro después de 1959? Soy de los que creen que de haber vencido la revolución de 1895, dirigida por Gómez y Maceo sin la intervención americana, el sistema de cosas implantado por Fidel Castro después de 1959 se hubiera establecido después del cese de la soberanía española, por representar esas medidas las tendencias de la mayoría del pueblo inferior cubano (blanco y negro).
Aparte de que había otros elementos de color tan influyentes como Juan Gualberto Gómez y Martín Morúa Delgado, que hubieran alentado a muchos jefes militares de la insurrección a realizar la revolución social, principal aspiración de los que se proponían convertir a Cuba en otra República de Haití. Por algo Maceo se había afiliado a la Liga Antillana, cuyo programa consistía en hacer de los países del Caribe una sucursal del continente africano.
Enlace permanente | Publicado en: Cuba Inglesa | Actualizado 07/08/2008 20:33
Tigre de papel de China
Armando Añel | 09/08/2008 1:17
Tags: Cultura
Con Tigre de papel de China Cuba Inglesa abre un espacio narrativo en su sección Cultura. Los lectores interesados en publicar sus ficciones en este blog -cuentos, relatos, viñetas- pueden enviárnoslas a letrademolde@gmail.com
La periodicidad de las publicaciones dependerá de la circunstancia noticiosa y el volumen de trabajos recibidos, que desde ya agradecemos. Sólo un detalle: Cuba Inglesa priorizará la brevedad y la concreción. Gracias a ustedes.
Tigre de papel de China
Los mismos de siempre. Los archiconocidos. También los escaladores. Las poses impenetrables. Los perfiles adustos. Las caras en las que impera el desdén más meticuloso, la indiferencia más rebuscada. Los rostros enfrentándolo como si no lo reconocieran, esquivándolo como si recordarlo fuese el craso error en el que nunca caerán o que por nada del mundo cometerían. Las mujeres que lo desconocen, que no saben quién es, quién sabe quién es, quién lo sabe, a quién le importa. Las viejecitas que lo compadecen. Sus parejas que lo abandonaron. Su televisor. Su colección de National Geographic.
La gente que ni lo busca para llorar sobre su hombro. Las calles sobre las que se estira como un leopardo desdentado. Su casa. Su futuro. Y los mismos de siempre. Los asalariados. Entrando y saliendo cuando se les antoja. Vendiéndose. Trapicheando. Tocando las puertas que hay que tocar. O retocar. O echar abajo. Tanta gente que se contonea sin recato, que se exhibe por las noches, que tiene éxito, que se cree exitosa. Esos arribistas. Esos miserables. Su madre. Su madrina. Las mañanas en las que no quiere levantarse. Las mañanas en las que lo que de verdad quiere es morirse. Las mañanas en las que continúa hablándole a la pared, contándole lo que le pasa.
Las mujeres que no lo ven, que pasan de largo, que no murmuran mirándolo de reojo. Las que no saben que existe, aquellas que ignoran que huele mal. Las oficinistas que le sacan las uñas. Las manicuras que no le arreglarían las manos. Las dependientas que no quieren verlo ni en pintura. Las mujeres que año tras año, día tras día, minuto tras minuto le han dicho que de eso nada, que cómo se atreve, que a quién se le ocurre, que qué bicho le ha picado: todas esas a las que si les preguntara se lo dirían. Las que nunca le piden la hora. Las que nunca jamás le dan las buenas noches.
Los mismos de siempre. Gatos callejeros haciéndose pasar por tigres de Bengala. Las marionetas. Los apologistas. El mismo escenario semana tras semana. El sol cayendo inmisericorde, golpeándolo como a un tambor despellejado. La atmósfera envolvente que nuevamente lo envuelve trazando círculos bochornosos, abochornantes. La peste. El escándalo. La putrefacción. La terrible anarquía de las siempre idénticas ochenta y cuatro casillas del siempre idéntico tablero desordenado. El ajedrez de la ciudad. El furibundo enroque de las colegialas a su paso.
La policía. La política. El asunto de la comida. Su madre se lo había dicho que tuviera cuidado, tantas y tantas veces que tuviera mucho cuidado. Su madre en paños menores dándole consejos, con los blumers agujereados dándole consejos. El mecánico del televisor. La vecinita de enfrente. La señora de la esquina. El barbero de los altos. Tanta gente que no cesa de quejarse que no cesa de burlarse que no cesa de husmear que no cesa de estorbar que no cesa de entrometerse que no cesa de hacerle entender, de hacerle reconocer, de hacerle evidente su condición de cero a la izquierda. Tanta gente que fluye, que se enquista, que maniobra a su alrededor. Toda esa gente.
Los mismos de siempre. Los que no piden permiso ni dan tregua. Los que insisten sin parar e insisten e insisten y se revuelven y toman por asalto los lobbys de las Casas de esto, de los Ministerios de lo otro. Tigres de papel de China. Monos que no paran de saltar sobre la misma rama del mismo árbol. Aquellos que van a las actividades. Quienes firman. Los cumplidores. Los equilibristas. Los calculadores de vanguardia. Esa gente destacada.
La primera mujer que lo dejó, fundamentando una tradición a la que ya no puede sustraerse. Su segunda mujer. Su dormitorio. Su tercer y último par de mocasines. El perro de su madre. Su biblioteca. El perro que apesta y mea y ladra y roe y brinca y defeca y se restriega contra él continuamente, y pertenece a su madre. Las horas que pasa frente al mar. El perro que una vez envenenó y se le aparece en sueños, con exasperante mansedumbre. El perro que no consiguió matar. Las sobrinas del carnicero. Su propia sobrina divorciada.
El libro que nunca termina de escribir, sobre el que siempre vuelve, y regresa, y se inclina ceremonioso, consternado. La obra que lo obsesiona, la historia que lo redimirá, la novela revolucionaria. El libro en el que cuenta lo que le pasa. Lo solo que se siente. Lo mucho que la mediocridad lo cerca, como un ejército muy bien apertrechado. Toda esa gente armada hasta los dientes, sus ambiciones, antifaces, desconstrucciones, sangre fría, alabanzas, parientes, sonrisas de circunstancia. Toda esa turba esgrimiendo sus viajes, sus trofeos, sus anécdotas, su mal gusto, sus novias autóctonas o foráneas. Los ojos por los que se pasea como una brizna de nada.
Los agitadores. Los decididos a arribar al momento y el lugar adecuados. Esa mafia que publica. Que tiene vacaciones. Que no tiene talento ni estómago ni madre ni falta que le hace. Su madre aconsejándolo contra la puerta del cuarto de baño. Junto a él en la foto de la boda, aconsejándolo. En la foto de la graduación, aconsejándolo. En la foto del bautizo, aconsejándolo. Las calles por las que se extravía como un tigre en cautiverio. Sus fobias. Sus pesadillas. La mujer de la mujer del carnicero. Esos mismos que siempre, desde siempre, lo ningunean.
Él mismo nuevamente ante el espejo, nuevamente ante su rostro. Preguntándose por enésima vez por qué todo sigue igual, por qué siempre pasa lo mismo. Qué le pasa a esa gente. Qué le pasa.
Cortesía http://www.letrademolde.com/
Enlace permanente | Publicado en: Cuba Inglesa | Actualizado 09/08/2008 1:32
Ichikawa: La entrevista de Añel
Armando Añel | 19/08/2008 22:06
Tags: Cultura
Antes que nada, un aviso: Fernandina de Jagua, el blog del poeta Denis Fortún, se ha mudado de sitio. Pueden encontrarlo ahora en: http://www.denisfortun.blogspot.com/
El artículo a continuación no constituye exactamente una respuesta al cuestionario sobre Obama –Tres preguntas sobre Obama- que en su momento también envié al profesor Emilio Ichikawa. Sin embargo, éste tuvo la gentileza de enviárnoslo a propósito del asunto. Su comentario sobre los comentarios blogueros –sobre la proporción de comentarios y su orientación, sobre su incidencia en la calidad o el renombre del blog en cuestión, etcétera- sin duda da mucha tela por donde cortar.
Una observación al margen: He creído detectar, a lo largo de estas semanas de ajetreo bloguero, que algunos escritores necesitan acumular considerables dosis de tolerancia, y hasta de arrojo, para exponer sus escritos donde los comentarios no son moderados, o aparecen instantáneamente. Pero la exposición pública también puede ser benéfica, “autopedagógica” en el sentido del crecimiento interior que generaría “resistir” la opinión contraria por más crítica que sea o, incluso, por más destructiva que pretenda ser.
Claro, no se encaja igual el golpe cuando se recibe tras un seudónimo que cuando se expone uno con nombre y apellido -como me indica un amigo, residente en Buenos Aires, que insistentemente se niega a enviarme sus artículos. En cualquier caso, parece comprensible la actitud de quienes prefieren permanecer al margen del ejercicio. En mi caso, me consuela el viejo proverbio: lo que no mata, alimenta.
La entrevista de Añel
un artículo de Emilio Ichikawa
Hace un tiempo atrás diseñamos una situación artificial: ¿Qué tiene más prestigio: un blog donde Einstein deje un comentario o un blog donde Einstein deje dos comentarios? Creo que el segundo. Pero antes de creer debo hacer notar que se ha preguntado por el "prestigio", que es un valor de rango parecido al "éxito". Y aquí ya hay que tomar en cuenta una especificidad.
Si se trata de un ambiente como el cubano, el caché de un blog o un espacio electrónico en general dependerá de la "calidad" (sin sentido axiológico esta palabra aquí) del comentarista; por eso Cubadebate ha pasado a ser en la isla el Blog de los blogs, la Web de las webs: el Comandante en Jefe postea allí. Da lo mismo si "Comandante en Jefe" o "Compañero Fidel" sean identificaciones reales o seudónimos que utiliza Raúl, Balaguer o Machado Ventura. En los términos actuales es indiferente, como da igual verificar las identidades que cobijan los rebautizos que se han dado algunos de los "opinadores" de los blogs al uso.
Ahora bien, en una sociedad democrática (vamos a hablar así), el asunto tiene que ver más bien con la cantidad: de ahí el ejemplo de los Einstein. Son las reglas de juego: un blog que recibe dos comentarios es mejor que el que recibe (o cuando recibe) un solo comentario. Si imaginamos que se trata del mismo blog y del mismo comentarista es una situación muy fácil de explicar (si hay pizarra y tiempo).
Pero enlodemos este análisis abstracto con un poco de cualidad. Imaginemos otro esquema ideal. Dos blogs, el mismo post en cada uno, el mismo autor, un comentario en cada caso. Pues bien, en este ejemplo de empate cuantitativo, podemos decir que es mejor el autor (el mismo) en el contexto en que recibe un comentario favorable. Porque de eso se trata (o ha llegado a tratar) un blog:
-Primero: exhibir la mayor cantidad de comentarios.
-Segundo (aunque no tan importante como lo primero): exhibir la mayor cantidad de comentarios positivos.
Lo anterior, por cierto, no tiene sólo una importancia moral o teórica. Cuando usted va a persuadir a un anunciante, incluso a un amigo para que le envíe una colaboración, si no le paga, el argumento más convincente es la cantidad de visitantes que puede conseguir en el espacio que se le ofrece.
De ahí que cuando el amigo Armando Añel hace una pregunta sobre las elecciones en Estados Unidos (o sobre los niños en Latinoamérica, o los viajes a Cuba, o el medio ambiente, o el bloqueo, o etcétera) para su blog Cuba Inglesa, el entrevistado debe tomar en cuenta que en un blog se publica para hacerse popular con los elogios o con los insultos, para recibir "mucha" atención, particularmente en sentido positivo. Una vez que uno ha precisado estos objetivos, se da cuenta que ya no se trata de opinar con sinceridad sino de opinar con eficiencia. De opinar se trata, de "Doxa". Y ahí cambian entonces las reglas.
Sucede que los problemas que plantea el medio son tan interesantes, que uno prefiere pensar sobre el canal antes de elaborar el mensaje. Deseo que el amigo Añel considere que, en el fondo, este embaraje vale también como respuesta y atención a su persona.
Cortesía http://www.emilioichikawa.blogspot.com/
Enlace permanente | Publicado en: Cuba Inglesa | Actualizado 20/08/2008 14:57
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