Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Sociedad

Ni en su casa baila el trompo

Orientales, habaneros… A debate el regionalismo y la emigración interna.

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El regionalismo en la Cuba actual, y muy especialmente en La Habana, es un tema fístula: molesto, doloroso, purulento… uno de esos asuntos acerca de los cuales todos tenemos algo que decir, y lo decimos, pero sólo entre boca y oreja. Muy rara vez se le prodiga el espacio que merece en blanco y negro.

Por eso resultó tan oportuno el artículo Bailar en casa del trompo, publicado por Encuentro en la Red el pasado 11 de enero. Y también por eso no sería ocioso volver sobre sus fueros, toda vez que el trabajo de referencia no agota la complejidad del tema, sino más bien lo deja en punto de ebullición, quizás invitando a la polémica.

Aunque empieza por recordar el carácter general e histórico (casi podría decirse endémico) del regionalismo en la Isla, el autor de Bailar en casa del trompo, dedica especial énfasis al rechazo que la gente de la capital manifiesta ante los oriundos del oriente cubano, una zona, afirma, que "siempre ha sido la hija de nadie".

Es lástima que no se puntualice, aunque no fuese más que como dato ilustrativo, que también los nacidos en cualquier otro rincón de nuestro archipiélago, pero en particular los orientales, han practicado siempre, y practican, con fervor, esta especie de deporte nacional que es el regionalismo. Y no es que resultara imprescindible aclararlo, para el caso, pero tal y como se enfoca, pareciera que tan nefasta tendencia es patrimonio exclusivo de los occidentales.

Por lo demás, habría que ver hasta qué punto estamos siendo explícitos cuando aseguramos que "hoy, desdichadamente, son muchos los habaneros que perciben en la migración de los orientales hacia occidente el origen de todos sus problemas…".

¿Será que el estatus de habanero genera por sí solo el egoísmo y la soberbia que conllevan a una postura tal? ¿Serán realmente habaneros esos residentes de la capital que asumen hoy la migración como un peligro? ¿O será que muchos entre ellos, muchísimos, son tan orientales o villaclareños como el que acaba de llegar, y el asunto entonces se complica, en tanto ya no se trata únicamente de meras manifestaciones de regionalismo?

Actitudes mediocres

Fuera de toda discusión queda, desde luego, el carácter mezquino, incluso provinciano y mediocre de las actitudes regionalistas, sean o no habaneros quienes las asumen. También es bien cierto que en las actuales circunstancias de miseria y abandono que sufrimos aquí, rechazar al otro sólo porque aspira a alcanzar lo poco que tenemos, es, más que dañino, cruel. El artículo Bailar en casa del trompo lo expresa con diafanidad y aun con justa pasión.

También especifica con razón que, hoy por hoy, tanto el agravamiento de este fenómeno del regionalismo en La Habana, como algunas de sus más funestas consecuencias, son, ante todo, responsabilidad casi total del régimen.

"A pesar de que el caso cubano se inscribe en la dinámica habitual de los países subdesarrollados, cuyas capitales sufren problemas similares a los de La Habana, la particularidad viene dada por el régimen centralista que gobierna la Isla". Así lo precisa el artículo en cuestión. Y agrega de seguida que este régimen, "en un plan suicida y demagógico", ha conminado a los campesinos a emigrar hacia las ciudades, mediante acciones dirigidas a despoblar las regiones del interior.


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