Un salto al vacío
La Habana dice que la economía creció un 11,8% en 2005 y la CEPAL cuestiona las cifras. ¿Más males para el futuro?
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, acaba de publicar en diciembre su balance preliminar de las economías de la región; un documento que, como viene siendo habitual, realiza un análisis del estado y evolución de las principales magnitudes macroeconómicas de los países, y obtiene una serie de conclusiones con respecto a la eficacia de las políticas en acción.
En el caso de Cuba, dicho análisis se ha visto limitado a menudo por la escasez de datos estadísticos fiables que permitan realizar una valoración objetiva y comparable con el resto de la zona. Pero si a la calidad de las informaciones disponibles se añaden los numerosos capítulos económicos sobre los que La Habana no facilita información, siquiera mínima para realizar un simple contraste de tendencia, la situación no puede ser más desalentadora. Este año, además, la polémica se ha acrecentado tras la nota en la que la CEPAL explica por qué la cifra de crecimiento económico de 2005 estimada por las autoridades cubanas no puede incorporarse a su Informe.
Sostiene el régimen castrista que el crecimiento de la economía cubana en 2005 ha sido ¡del 11,8%! La CEPAL se mantiene al margen de esta cifra y señala textualmente: “Los datos sobre crecimiento del producto incluidos en esta nota son cifras proporcionadas por el gobierno de Cuba, que consideró para su cálculo, una elevada exportación de servicios sociales a varios países, en especial a la República Bolivariana de Venezuela. La CEPAL está evaluando este cálculo de acuerdo a la metodología empleada por las Naciones Unidas, proceso que todavía no ha concluido, por lo que la CEPAL todavía no cuenta con cifras propias. Además, Cuba ha comenzado a aplicar una nueva valoración de los servicios sociales, que también se está analizando” (página 179 del Informe citado).
Además de cuestionarlos, la CEPAL se opone a dar por válidos y oficiales los datos ofrecidos por el régimen. Al margen de consideraciones técnicas —que no son en absoluto irrelevantes—, se ha llegado a un punto sin retorno en relación con la economía cubana que no admite justificación alguna. Se trata de un grave escándalo que se venía fraguando y que supondrá daños mucho más serios de los que se admiten.
Los datos relativos a la economía de un país reflejan no sólo su situación en términos macroeconómicos, sino que definen el grado de adecuación de las políticas económicas a la estructura productiva; en definitiva, suponen un referente para los agentes económicos y sociales internacionales y para su toma de decisiones. Esa información —basada en metodologías concretas definidas a nivel internacional, desarrolladas por organismos especializados que cuentan con el apoyo de una mayoría de países— sirve para orientar la credibilidad internacional de las naciones y, por tanto, su posición en la economía mundial.
Cuando un gobierno —y en este caso el régimen castrista lo hace de forma deliberada—, no aplica los procedimientos establecidos por las organizaciones internacionales, no sólo está poniendo en duda su credibilidad, sino que deja en entredicho la labor de los profesionales de la economía que, en el caso de Cuba, desempeñan día a día sus tareas con no pocas dificultades.
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