Actualizado: 08/05/2024 7:38
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Economía

Un salto al vacío

La Habana dice que la economía creció un 11,8% en 2005 y la CEPAL cuestiona las cifras. ¿Más males para el futuro?

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En un mundo cada vez más globalizado e interdependiente, en el que las decisiones de los agentes económicos se tienen que basar en una información transparente y objetiva, emprender una vía en solitario, alejada de los procedimientos establecidos, supone cargar a la economía con elevados costes en términos de imagen y credibilidad internacional, además de sentar un mal precedente para el futuro.

Por ahora, las consecuencias no se han hecho esperar. La CEPAL ha hecho muy bien al no citar el dato ofrecido por el régimen cubano, y en señalar de forma expresa, con una nota al pie de página, la discrepancia con las cifras.

En este tramo final del castrismo se están adoptando decisiones graves y comprometedoras para el futuro del país, precisamente en un momento en que Cuba necesita integrarse en las corrientes internacionales de comercio y participar activamente en el desarrollo turístico del Caribe. Durante el año que ahora finaliza, las decisiones de limitar la actuación de las empresas, sobre todo las más pequeñas; la persecución a los profesionales por cuenta propia; y la progresiva centralización de la política monetaria, han venido creando un espacio para la incertidumbre que no alienta el entorno estable y adecuado que se necesita para el desarrollo de la actividad productiva. Jugar con los datos estadísticos es un salto al vacío. Por mucho que se analicen los datos y se intente dar una explicación a lo sucedido, el mal ya está hecho. Y la herida, por cierto, no va a cicatrizar fácilmente.

El crecimiento económico en Cuba en 2005

Cierto es que el régimen cubano ha obtenido beneficio de sus relaciones con Venezuela en términos de unas compras de crudo más barato. Cierto es que el castrismo ha enviado a Venezuela a profesionales de los servicios sociales (médicos, educadores, deportistas) que se configuran como ese nuevo aparato pseudoestatal que financia el gobierno de Caracas. Pero la posición crítica de CEPAL tiene que ver con dos aspectos que el régimen de Castro aplica en las estadísticas, sin tener en cuenta las convenciones y estándares internacionales.

En primer lugar, se hace referencia a un "nuevo sistema de valoración de los servicios sociales". En principio, esto no parece desacertado. Durante décadas, el régimen cubano entregó gratis, en aras de una solidaridad mal entendida, patentes de investigación, diseños biotecnológicos en la lucha contra plagas y enfermedades tropicales y otros avances conseguidos por los investigadores y tecnólogos de la Isla que posteriormente se aplicaban con éxito en la producción de caña de azúcar en Brasil o de plátanos en Honduras y El Salvador. Mientras existieron las subvenciones soviéticas, el impacto de estas decisiones no se cuestionó, puesto que los fondos para financiar la continuidad del proceso de investigación se encontraban garantizados. Con el período especial, sin embargo, la situación cambia.

El que ahora el régimen pretende fijar un precio a los servicios que presta (operaciones en los hospitales cubanos, tratamientos sanitarios, inventos y procesos tecnológicos, asesoramiento en sentido amplio) no es mala idea. Cuba, por su capital humano, podría ser una potencia en ingresos por servicios tecnológicos a nivel continental, pero las cosas deben hacerse bien, y las normas de contabilidad nacional para valorar estos servicios tienen unas reglas que se deben respetar.