Una oscura protesta me convida (contra Luis Pavón)
¿Quién es ese cuyos cinco minutos de gloria televisiva han bastado para desencadenar la repulsa de nuestros aguerridos (pero serenos) intelectuales?
"Lento es el mulo. Su misión no siente (…) Paso es el paso del mulo en el abismo" (José Lezama Lima).
Al parecer, los intelectuales cubanos se han levantado en armas. Es una metáfora, por supuesto. Desde Martí para acá los intelectuales cubanos han tenido buen cuidado en que su relación con las armas sea estrictamente metafórica. Desde el experimento martiano, armas han sido las plumas, los bolígrafos, las máquinas de escribir, las computadoras, en fin, nada que exceda en poder mortífero a una presilladora.
Uno los entiende porque luego de que al apóstol lo pusieran fuera de combate en su primer ídem, a nuestros intelectuales se les deben haber quitado las ganas de tomarse la lucha armada con demasiada literalidad. Pues decía que buena parte de lo más granado de la UNEAC (como se sabe, los que no son de la UNEAC, o no son intelectuales o no existen) se ha alzado computadoras en ristre en las densas selvas de internet. Han levantado la voz, como no lo hacían desde que en el Coppelia vendían 25 sabores de helados. (La correspondencia entre la disminución de los sabores de helado y la de los deseos de levantar la voz de nuestros intelectuales, es un tema digno de analizar en futuras investigaciones).
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Durante las décadas que duró el llamado quinquenio gris, el instinto de conservación parecía haber anulado el de conversación, para no hablar del de protesta. Y no se puede decir que durante todos estos años las autoridades de la Isla no hayan dado motivos de queja a los intelectuales, pero estos, tras años de entrenamiento zen, no se habían dejado provocar justo hasta la aparición durante cinco minutos en la televisión cubana del ex presidente del Consejo Nacional de Cultura, Luis Pavón.
¿Quién es ese Luis Pavón cuyos cinco minutos de gloria televisiva han bastado para desencadenar tan inusual repulsa entre nuestros aguerridos (pero serenos) intelectuales?, preguntarán algunos.
Pavón fue un oscuro teniente, director de la revista Verde Olivo (órgano de las Fuerzas Armadas), que en el quinquenio gris (como su nombre indica, fue negro) ascendiera a presidente del Consejo Nacional de Cultura. Desde ese puesto, persiguió todo lo perseguible en el campo de la cultura: bastaba que un escritor se hiciera la raya del pelo del lado equivocado para que terminara cargando cajas en algún almacén.
Teniendo en cuenta que muchos intelectuales cubanos cuando se refieren al mencionado quinquenio gris (no confundir con los noventa, "la década de los apagones", cuando ya el gris no se notaba a causa de la oscuridad) hablan de "pequeños problemas resultado de las lógicas contradicciones del proceso revolucionario", uno puede pensar que los rebeldes de ahora tienen muy poco de qué quejarse. Pero la reciente vehemencia de nuestros intelectuales permite suponer que se trata de algo más que de una reacción contra cinco de los últimos 48 años.
Uno empieza a sospechar que han descubierto que el oscuro teniente es, en realidad, el subcomandante Luis Pavón, siguiendo la fórmula zapatista de que donde manda subcomandante no manda comandante.
Así, el subcomandante Pavón vendría a ser la eminencia gris del poder en Cuba desde 1959, el que desde la sombra sería el instigador de cuanta "lógica contradicción" haya aparecido en el último medio siglo. De esta forma, se le podría achacar no sólo la marginación de Lezama Lima y Virgilio Piñera, o la imposición del realismo socialista y los muñequitos rusos, sino hasta los exilios de Mañach o Cabrera Infante, las UMAP, los encarcelamientos de Raúl Rivero y María Elena Cruz Varela, la marginación de Antonio José Ponte, la elevación del transporte público al rango de leyenda urbana y la brutal censura que ha sufrido en las últimas décadas la gastronomía criolla.
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