Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Opinión

Entre la piedad y el agua inteligente

La convocatoria del exilio a no cooperar con el Estado, la indefensión de los cubanos y la sucesión del régimen.

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Confunde cuando se habla del "rol de los militares en el cambio". ¿No se sabe que los militares cubanos están en el poder y que controlan y autogestionan sus privilegios garantizando así ser ellos, y sólo ellos, el "cambio"? ¿Por qué se sigue hablando del rol… y no de incentivar a esa casta?

No habrá invasión libertaria, ni ocupación restauradora, ni resistencia civil milagrosa que obligue al poder a abdicar. ¿A quién se le puede ocurrir que con la fuerza y todos los recursos en la mano, una dirigencia opte por el suicidio político? El poder totalitario es arrogante, no imbécil. Es además astuto: para mantenerse a flote, buscará cualquier suerte de aliados.

Toma y daca

Este dominó necesita "agua inteligente" de algún manantial cercano al Potomac que tienda opciones al cuarentón impasse. ¿No es Estados Unidos el socio natural de Cuba, por lógica geográfica e histórica? Expertos como Juan Benemelis, Eugenio Yáñez, Iván César Martínez y Antonio Arencibia sugieren que se necesita un toma y daca que le dé salidas plausibles a la élite arrinconada, para que se busquen opciones internas que dejen respirar a ése, nuestro pueblo. Lo hizo Nixon en China, mediante Bush padre, su emisario. Y China, que hace años es el "socio más favorecido" de Washington, sigue siendo un país —una potencia— comunista.

La democracia nunca ha sido condición sine qua non del Imperio para establecer las más estrechas y cordiales relaciones: mírese no más a Arabia Saudita y Kuwait. Sugieren los analistas mencionados, además, que el gobierno sucesor, de no presentarse alternativas, prescindirá por completo de Estados Unidos y del exilio para apuntalar el statu quo. ¿Cuál sería el nuevo socio? China, por supuesto. He aquí el rol de al menos un personaje, el Gran Hermano Cibernético: ser quien, con el sucesor, agencie y tramite el modelo chino dentro de la actual nomenclatura cubana.

Sí, debemos querer para Cuba democracia, prosperidad y oportunidad económica, derechos humanos, libertades civiles. El gran reto, desde las orillas del Potomac, es diseñar fórmulas —de alto nivel, de sofisticado rango, de política exterior seria— para llegar a esa meta.

Con o sin permiso, tendrán que pasarle por encima al exilio duro para que el exilio menos ortodoxo, y quizás más pragmático, pueda desempeñar un papel en la reconstrucción nacional conjunta. Sugiere el grupo analista que de montarse el modelo chino, Washington y Miami quedan fuera del juego. ¡Bienvenidos a Cuba, empresarios de Walmart!

"¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo, donde mi pobre gente se morirá de nada!", termina el poema de Palés Matos. A esa no debemos los cubanos resignarnos.


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