Actualizado: 23/04/2024 20:43
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cuba

La opinión de...

«Una escena babélica»

Manuel Díaz Martínez, Isel Rivero y Marcelino Miyares. Analistas opinan sobre la situación actual en Cuba.

Enviar Imprimir

En este último caso, habría que reconducir a toda una población a retomar las riendas de su propio destino, desde la capacidad de asumir su propia individualidad, su propio destino, por encima de lo que por tantos años se ha enmascarado bajo el bien colectivo al más bajo denominador.

Es posible que la población, precisamente porque ha tenido que crear una economía sumergida, esté ya preparada para asumir los retos que en una democracia exigirá el sacrificio de tener que pagar alquiler, y contribuir a una seguridad social para sostener un sistema de salud y de educación competentes y libres. Digo libres porque el cuidado médico que reciben los extranjeros que visitan la Isla para sus tratamientos quirúrgicos no es el mismo que recibe la población en general. Digo libres porque la educación está severamente matizada por el adoctrinamiento político.

No se ha cuantificado de manera fiable cuánto ha representado en términos económicos para la Isla el embargo norteamericano o la Ley Helms Burton. Según afirma el gobierno cubano en Naciones Unidas, este embargo ha representado pérdidas por más de 79.000 millones de dólares. Tenemos datos de que esta ley, especialmente en lo referente a las sanciones que se aplicarían a los que comercian con la Isla, no ha sido aplicada a rajatabla porque hay intereses comerciales extranjeros que siguen operando en Cuba sin ningún tipo de problemas, excepto la burocracia estatal.

Véanse, por ejemplo, la preocupación de inversores españoles durante la "guerra del canapé", la competencia entre abastecedores norteamericanos y europeos, que se amparan en la cláusula de ayuda humanitaria de la citada Ley. Y, por último, los acuerdos bilaterales comerciales recientes con China, Brasil, Venezuela, Argentina, entre otros. (Se estima que en el año 2005 las exportaciones de níquel ascendieron a 800 millones de dólares, las de azúcar a 500 millones, las de tabaco a 200 millones y que el turismo contribuye con aproximadamente 2.000 millones anuales).

Finalmente, también fluyen hacia la Isla las remesas que envían los cubanos desde el exterior y que representan una cantidad importante de divisas para el país, que según la Comisión Económica para América Latina rondan los 900 millones de dólares netos. No creo que estén incluidos en esta cifra los salarios de los trabajadores cubanos enviados por el gobierno a apoyar a otros países en los sectores salud, educación y deporte.

La experiencia de Naciones Unidas en países que se han enfrentado a una transición, como por ejemplo Namibia o naciones de Centroamérica o África del Sur, plantea elecciones libres y justas, establecimiento de una Asamblea Constituyente o de un Comité de Sabios para recoger los puntos de vista de todos los grupos y proceder a elaborar una nueva Constitución.

Así como la creación de una Comisión para la Reconciliación y la Verdad —que se encargaría de escuchar todas las demandas contra los órganos represivos y sus agentes—, el desmantelamiento de los aparatos de seguridad y su reconducción a la democracia con un fuerte componente de educación en los derechos humanos, la liberación de todos los presos políticos, la abolición de la pena de muerte y la aplicación de todos los Convenios Internacionales que haya firmado el país, entre los cuales figuran el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, los Convenios contra la tortura, contra la discriminación racial y la eliminación de la discriminación contra la mujer y muchos otros.

Si hablamos de la experiencia de Naciones Unidas, hablamos de cambios de poder y de la filosofía del mismo, en un clima pacífico que conllevaría negociaciones a múltiples niveles. Por lo cual tenemos que pensar en una transición de al menos uno a dos años, pues cada paso tiene que ser medido conforme a los parámetros de la pluralidad y del consenso entre todos los representantes de la sociedad civil, dentro y fuera de Cuba, así como del presente gobierno, que será el que acepte el principio de una transición. A no ser, claro, que hubiera una sublevación popular.