Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Opinión

La hora de los reformistas

Dos entrevistas y un mensaje: ¿Será Mariela Castro Espín el legado de Raúl al país?

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2008, año clave

El último acto será el más difícil: la profunda democratización de un país que asistió a las urnas por última vez en 1952, y donde la sociedad civil está casi ausente. Ojalá el proceso no se detenga en alguna solución intermedia, una especie de solución medio chavista, medio vietnamita.

Pero faltan dos elementos importantes para que las grandes maniobras puedan empezar:

-Desaparición de la escena política de Fidel Castro (evento en curso).

-Desaparición de la escena política de George W. Bush en noviembre 2008 —condición que el propio Raúl Castro sugirió en su discurso del 26 de julio, para que Cuba estuviera dispuesta a "concesiones no unilaterales" (evento seguro). Y posible victoria de los demócratas en EE UU (evento probable).

Un tercer elemento contribuiría muy positivamente a una posible transición gradual, tranquila, humana, sin revanchismo y sin baño de sangre social, como desean en general los países de la Unión Europea: la no reedición de la política de aislamiento del hoy ex presidente español José María Aznar respecto a Cuba. O sea, la reelección de los socialistas en el gobierno de España en la primavera de 2008 (evento probable).

Si estos tres eventos coinciden en 2008, podríamos asistir a una aceleración de un proceso en la Isla que nada gustará al prolijo Hugo Chávez, quien tratará con todas sus maniobras de impedir que se le escape Cuba, porque esto podría inducir su propia tumba política.

La disidencia y los reformistas

Para resumir, las dos entrevistas en la prensa internacional parecen responder a la necesidad de un determinado sector más-o-menos-reformista dentro del PCC, parcial pero no exclusivamente alrededor de Raúl Castro. Esa gente quiere fortalecerse para prepararse mejor con vistas al debate interno, usando —o abusando— de las buenas intenciones de Mariela Castro, que podría tener su agenda más radical.

No por aparecer sólo en la prensa internacional, sus principales destinatarios son exclusivamente los externos, Europa y EE UU. Esto es consecuencia absurda de que ni siquiera el PCC dispone de mecanismos institucionales para realizar el debate, que en primera instancia se quiere interno, principalmente con los altos cuadros. La prensa internacional ofrece esta posibilidad: un debate cerrado al cubano de a pie se puede filtrar de manera gradual hacia los dirigentes y los cuadros, que lo pueden copiar, mandar por mail, comentar, digerir.

Los demócratas cubanos tienen interés en difundir entre la población las ideas reformistas —casi subversivas— de Mariela Castro Espín. Otros están por seguirla, para impedir que el debate se limite a la órbita de los de arriba.

Parece llegar la hora de los reformistas. Por un lado, los reformistas vacilantes, dentro o cerca del poder; por otro, los reformistas-gradualistas, que están fuera o en la oposición organizada. Para la disidencia, sea socialdemócrata, liberal, nacionalista o democristiana, no es hora ya de sostener invariablemente que nada cambia, sino de tratar de aprovechar cautelosa e inteligentemente los márgenes que puedan surgir, pero sin "desarmarse".

Sin la presión de una oposición vigorosa, las Mariela se desinflarán antes de haber volado, o se convertirán en puras figuras de excusa o adorno. Las fuerzas que quieren crear una especie de "Cuba a la vietnamita", todavía predominan.

Miedo, agenda social y represión

Podría ayudar si sectores disidentes buscaran una plataforma social mínima (salud, enseñanza, desempleo, jubilaciones…), suficientemente clara y realista. Una plataforma moderna, nada neoliberal, que desmienta la teoría del miedo de la población —nada absurdo— a un baño de sangre social acelerado después de Castro. Digo acelerado porque hace tiempo que ya está en marcha.

La propaganda (inter)nacional de La Habana se sustenta en la salud y la educación. Limitarse a exigencias político-institucionales y de defensa de derechos humanos, cuando hasta ahora una mayoría de la población piensa principalmente con su estómago, podría dar la impresión, a menudo falsa, de que la oposición no se preocupa por lo social.

No hay nada humillante en reconocer los intentos sociales y educativos del gobierno, sobre todo cuando los beneficios sociales se erosionaron sin remedio por falta de una economía eficiente; tampoco que para regenerarlos se necesitan reformas.

Costa Rica no es el cielo en la tierra, pero ese país democrático ha logrado impresionantes avances sociales y educativos y, hasta donde se sabe, su organización sanitaria y educacional combina muchísimos más elementos de gratuidad y calidad que Cuba.

Sería irrealista prometer fórmulas avanzadas de seguridad social como en Europa. La ruina económica no lo permitiría por mucho tiempo. Sí sería absurdo tomar como último paradigma los principios de la (in)seguridad social del gran vecino, Estados Unidos.

Mientras, la represión sigue, aunque se dice que su intensidad ha disminuido. Los presos políticos no serán liberados ni este año, ni probablemente antes del fin de 2008. Los presos parecen tener la triste perspectiva de servir un día de objeto de canje humano en las "concesiones no unilaterales" y otras de maniobras políticas.

En tanto, conviene seguir la lucha por su liberación y por el mejoramiento muy urgente de las terribles condiciones que sufren los 250 presos políticos y los 80.000 comunes en sus Guantánamo y Kilo 8 cubanos.

No me imagino que la psicóloga Castro Espín ignore cuán repugnantes son estas condiciones, y sí cuánto le debe chocar profundamente. No imagino que la mujer que pelea por los derechos de los transexuales no esté a favor de las inspecciones independientes de la Cruz Roja a las prisiones cubanas. Tiene harto trabajo urgente delante. No está sola.

* El autor es secretario de Cuba-Europa en Progreso y representante internacional del Arco Progresista.


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