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Calleja, radiografía y postales

'Castro: mentira barbuda', del periodista español José María Calleja: Una excursión rigurosa a la arteria aorta de Cuba.

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La lectura de Castro: mentira barbuda, de José María Calleja, me produjo una definida confusión de sentimientos. La misma incertidumbre que me asalta cuando reflexiono sobre sus postulados y cuando repaso algunos capítulos. Hablo de un proceso de combustión interna en el que arden al mismo tiempo el regocijo, la admiración y la tristeza.

Ese surtido de emociones se produce, creo yo, porque en sus 200 páginas se puede ver, por dondequiera que lo abras, un retrato de la sociedad cubana que no tiene deuda de infidelidades.

Es una excursión lúcida, profesional, rigurosa, a la piel y a la arteria aorta, los fluidos subterráneos y las esquinas de un país que desde hace casi medio siglo suele aparecer con demasiada frecuencia como un maniquí de la indigencia física y del espíritu, o como la penuria hecha postal, para decirlo con unas palabras que le acabo de robar al autor.

De ese paseo de espejo devoto que hace el libro por Cuba, sus exilios y sus sueños probables vienen el goce y la admiración. Y vienen de la veracidad, las lealtades y la franqueza con está pensado y escrito. Y, por supuesto, desde ese mismo paisaje real, áspero, amargo y devastador, llega a remolque la tristeza que aquí no se presenta con su habitual costurón de dulzura, sino desnuda, dolorosa y con frío.

Estoy seguro que ningún cubano que lo lea, viva donde viva y muera donde muera, se va a salvar de esa lastimadura. El periodista de raza que es Calleja enseña una nación y unos seres humanos que vivaquean en las ruinas de un sistema vencido. Un escenario bombardeado hasta los sótanos por la ineficacia, el surrealismo y la maldad elevados al rango de leyes estatales y el capricho de un tipo con un túnico verde y dos estrellas de hilo de coser que, como un mago, se ha robado un país a cara de perro, y todavía lo aplaude con temor una parte de la gradería y lo aclaman, lo glorifican desde los palcos de invitados extranjeros.

Al pan, colaborador, y al vino, cómplice

Para el lector español, Castro: mentira barbuda debe ser un fogonazo decisivo para iluminar lo que sucede realmente en aquella tierra que tiene aquí tantas remisiones familiares de ida y vuelta, tanta cercanía y tantos afectos.

Puede ser un poco sorprendente porque es también un libro escrito sin camisa, me parece que a veces con un poco de rabia contenida y siempre con mucho desenfado y valentía. Un texto que es a la vez tierno y descarnado, sin antifaces, ni aspirinas, donde se le llama al pan, colaborador, y al vino, cómplice.

No voy a contar el libro ni a detenerme en ningún capítulo, porque se trata de un enfoque total. Un examen profundo donde las piezas no pueden aislarse y donde todos los temas contribuyen a ofrecer a un panorama completo de la actualidad cubana y las alternativas de su provenir.

A mí, que de alguna manera sigo en Cuba, la lectura de este libro me ha hecho regresar en viajes urgentes y nocturnos del madrileño Paseo de la Castellana a Carlos III, o a Malecón, para despertarme después húmedo en mi cama con la certeza de que he vuelto a saludar a mis amigos de allá.

Le agradezco a José María Calleja esta visión honesta, apasionada y, cómo no, muy controvertida de lo pasa y de lo que puede pasar en aquel país. Y le agradezco los boletos sutiles.

Estoy seguro de que este libro va a contribuir, por diversos caminos, a que la libertad deje de ser una ilusión para los 24 periodistas cubanos que están ahora mismo cumpliendo largas condenas en los calabozos de la dictadura.

Convido a una lectura serena, porque es una manera inteligente y tajante de acercarse a un laberinto en el que millones de personas tratan de encontrar su independencia.