Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Cine

Catorce filmes rigurosamente vigilados

A modo de recomendación para quienes tengan interés en descubrir aquella etapa dorada de esa cinematografía, una selección de filmes que dan cuenta de la riqueza temática y formal que alcanzó la Nueva Ola checa

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En mi trabajo anterior me ocupé de la Nova Vlná, la Nueva Ola checa, de cuyo inicio se cumple este año el medio siglo. Dada la amplitud del tema y las restricciones a las cuales obliga el espacio, tuve que limitarme a ofrecer una visión panorámica. Las líneas que siguen las dedicaré a catorce títulos significativos de aquel movimiento. Se trata de obras que, además de dar cuenta del talento de sus realizadores, pueden dar una idea de la enorme riqueza que alcanzó la Nova Vlná, tanto a nivel temático como en los aspectos formales. La selección no debe tomarse como un Top 14, pues no soy dado a ese tipo de listados absolutos y excluyentes. Más bien he querido proporcionar una lista de obras que recomiendo a quienes tengan interés en descubrir aquella etapa dorada de la cinematografía checa. A excepción de Joseph Kilián, que se puede ver en la red con subtítulos en inglés, todas las demás películas están disponibles en dvd.

-Joseph Kilián (1963). Directores: Pavel Juráček y Jan Schmidt. Un cortometraje de 40 minutos que bebe tanto de Kafka como de la comedia clásicas norteamericana. Se inicia con una larga toma, en la que la cámara capta una serie de desfiles en la calle que pueden ilustrar simbólicamente las etapas de la vida de los seres humanos: unos escolares vestidos de blanco, una columna de soldados, un coche fúnebre acompañado por varias personas. Eso da paso al protagonista, un hombre que entra en un edificio y camina por un pasillo semioscuro. A ambos lados, hay pancartas amontonadas en las que se leen consignas: “Cumpliremos el plan quinquenal en cuatro años”, “El Komsomol es nuestro ejemplo”, “El cólera y las plagas son los aliados de Truman”. Tras eso, llega a un salón donde varios músicos ataviados con trajes folclóricos parecen ensayar. Pregunta allí por Joseph Kilián, pero nadie le puede dar razón de dónde está. Sale y en su búsqueda del elusivo personaje, llega a un sitio donde alquilan gatos, símbolo de la mecánica benevolencia de la burocracia. Sin verdadera motivación, se lleva uno y al día siguiente, cuando va a devolverlo, se topa con que la tienda ha desaparecido y nadie le puede ayudar a encontrarla. A partir de ahí, el protagonista inicia un recorrido por varias oficinas, para que lo ayuden a dar con el sitio y poder así cumplir con su deber de buen ciudadano. Hecha con un estilo minimalista y con una narrativa convencional, pero concisa, Joseph Kilián es una absurda y satírica alegoría de la alienación del individuo en una sociedad confusa y autocrática. Fue galardonada con el Gran Premio en el Festival de Oberhausen y con el de la FIPRESCI en el de Manheim.

-El quinto jinete es el miedo (1964). Director: Zbyněk Brynch. En la Checoslovaquia ocupada por los nazis, un médico judío a quien han prohibido ejercer su profesión tiene que extraer la bala a un combatiente de la resistencia que ha sido herido. Luego vaga por las calles de Praga en búsqueda de morfina para calmarle el dolor a su paciente, a la vez que debe ocultarlo de los nazis. Pero en un mundo donde la gente está presta a informar sobre cualquier cosa fuera de lo común, es sólo cuestión de tiempo que sus actividades encubiertas sean denunciadas a las autoridades. Resumido así el argumento, lleva a pensar que se trata de uno de los tantos filmes sobre el Holocausto. Sin embargo, el de Brynch tiene muy poco que ver con títulos como El diario de Ana Frank, La vida es bella, La lista de Schindler o El pianista. Nunca se muestran escenas de campos de concentración o de trenes cargados de prisioneros. En su lugar, se emplean metáforas visuales que, de cierto modo, pueden sugerir esas referencias. A pesar de que se ubica durante los años de la ocupación hitleriana, no se advierte el más mínimo intento de reconstruir esa época. Las imágenes de exteriores corresponden a la Praga de los 60. Los agentes nazis no llevan los tradicionales uniformes de las SS, sino que van vestidos con traje negro, corbata y sombrero. La fotografía, la música y la puesta en escena contribuyen además a reforzar el carácter universal dado a la historia que se cuenta. El quinto jinete es el miedo constituye un estudio del terror psicológico y de las astutas formas con las que un régimen totalitario puede sofocar a quienes viven bajo el mismo. Realizada bajo el estricto escrutinio de las autoridades comunistas, la película utiliza elementos sutiles para permitir que el espectador establezca un paralelo con la situación de Checoslovaquia en ese momento. Refleja muy bien cómo el régimen fomenta el miedo entre los ciudadanos y hace que unos sospechen de los otros, como un medio para mantener un completo control. El hombre que denuncia al protagonista, a través de una llamada telefónica, no lo hace por fervor ideológico, sino movido por el miedo. Obra lúcida, cautivante y de impecable factura artística, la película ilustra cómo la temática y la estética de la Nova Vlná se interrelacionó e incluso se solapó con el trabajo de directores más veteranos, como es el caso de Brynch.

-Iluminación íntima (1965). Director: Ivan Passer. Tras colaborar con Miloš Forman en el guión de Los amores de una rubia y rodar el corto Una tarde aburrida (iba a formar parte del filme colectivo Perlas en el fondo, pero al final no fue incluido), Passer realizó su primer largometraje. Se trata de una comedia melancólica, que constituye un modelo de sutileza y sencillez. La acción se desarrolla durante un fin de semana y trata el reencuentro de dos condiscípulos que se vuelven a ver al cabo de diez años. A raíz de un concierto que va a celebrarse en un pueblo rural, Petr, un cellista de Praga, llega acompañado de su bella mujer a la casa de Bambas. Este se ha casado y está al frente de la escuela de música local. Construyó una vivienda en donde vive con sus padres, su mujer, sus hijos y un garaje lleno de gallinas. La narración es mínima y se reduce a contar las incidencias de los personajes a lo largo de unas veinticuatro horas: asisten a un funeral donde Bambas y su padre tocan, comen, por la noche los dos amigos se emborrachan, al día siguiente desayunan. Passer no presenta situaciones dramáticas o insólitas, sino que se dedica a hacer una delicada observación de la rutina y la vida ordinaria. Eso lo hace poner en evidencia la universalidad de lo banal. Los personajes son vistos con afecto y comprensión, y a través de sus charlas se revela lo que han ganado y han perdido con el paso del tiempo. Asimismo se constata de modo agridulce que el conformismo acabó con los sueños e ilusiones de juventud. Todo eso, sin embargo, no está dicho explícitamente, sino que emerge a través de los diálogos. El filme se rodó en una casa familiar alquilada por el equipo, lo cual le da un auténtico sello de naturalidad y autenticidad. La revista Sight & Sound pidió a Krzysztof Kiewlowski una lista de las diez películas que más lo habían influenciado. Junto a obras de Fellini, Loach, Bresson, Tarkovski, Wells y Chaplin, el director polaco incluyó Iluminación íntima.

-Los amores de una rubia (1965). Director: Miloš Forman. Comedia agridulce que narra un episodio de la vida de la joven Andula, una guapa e ingenua aprendiz residente en un internado, en los alrededores de una fábrica. Tras una fiesta se acuesta con Milda, un miembro de una banda de música que visita la colonia. Después de esta experiencia, la joven se marcha a Praga, donde vive el joven. Este, al que ella no había dicho nada, vive con sus padres y así da comienzo una situación cómica. La agridulce historia de Andula muestra los tragicómicos absurdos del socialismo en los años 60 y las circunstancias de la vida de los jóvenes de la Checoslovaquia comunista. La historia de la protagonista y de sus fracasos amorosos, conforma el armazón de un film que se basa en la cotidianeidad pura y dura, teñida de melancolía e incluso de pesimismo. La película cuestiona el concepto tradicionalista de la familia, el autoritarismo y la incomprensión de las generaciones adultas hacia esa nueva juventud de los 60. Los amores de una rubia es una pequeña obra maestra, que admira por su falta de pretensiones y por los resultados artísticos que alcanza, gracias a un sólido guión, unos actores esforzados y con mucha capacidad de improvisación, un presupuesto bien aprovechado y una magnífica dirección. En sus memorias, tituladas Turnaround, Forman cuenta: “Los amores de una rubia se proyectó en toda Checoslovaquia y obtuvo el Premio estatal Klement Gottwald. El premio del primer presidente obrero y célebre borracho para mí era más bien ridículo. Sin embargo, sí que me dio algo positivo: la cinta iba acompañada de un sobre bien gordo que llevaba dentro 20 mil coronas, que en aquel entonces significaban un salario anual, lo cual me endulzó las despiadadas mofas de Ivan Passer, que siempre se burlaba de todos los laureados con este premio”.

-Perlas en el fondo (1965). Directores: Věra Chytilová, Jaromil Jireš, Jiří Menzel, Jan Němec, Evald Schorm. Con este filme colectivo, la Nueva Ola Checa rindió homenaje a Bohumil Hrabal, una de las grandes figuras de la literatura checa del siglo XX. Las cinco historias, basadas en cuentos del libro homónimo publicado por él en 1963, parten de una concepción creativa y no ilustrativa de las adaptaciones literarias, y construyen un mosaico contemporáneo alrededor de temas sociales y psicológicos. Un matrimonio de edad madura acude a ver una carrera de motos en el circuito de Brno, con el morboso propósito de presenciar los accidentes (La muerte del señor Baltasar, Menzel); dos viejos en un hospital sostienen una delirante charla sobre los supuestos éxitos que tuvieron durante su juventud (Los impostores, Němec); dos hombres tratan de vender un seguro de vida a un excéntrico pintor naïf y a su delirante musa (La casa de la alegría, Schorm); una enigmática boda se celebra en una taberna, en la que aparece el cadáver de una mujer estrangulada (El Restaurante El Mundo, Chytilová); un joven plomero y una hermosa gitana, quienes pertenecen a mundos divergentes, se conocen e inician una historia de amor (Romance, Jireš), son los hilos narrativos sobre los que se despliega la imaginería y creatividad de los directores. Los cortos, realizados por directores entonces jóvenes, involucran a actores no profesionales, siguiendo los postulados neorrealistas. A falta de manifiesto de la Nova Vlná, Perlas en el fondo lo fue, en alguna medida, al presentar algunos de los rasgos fílmicos de la Nova Vlná, a través de cinco de sus cineastas más significativos. El filme da además una idea de la versatilidad estética del movimiento, pues las historias van del surrealismo a la cáustica observación de la realidad.

-Las margaritas (1966). Directora: Věra Chytilová. Considerada una de las obras principales de la Nova Vlná y del cine surrealista moderno checo, es una obra experimental, cercana al surrealismo, compuesta estética y estructuralmente por varios episodios a modo de collage. Su realizadora la definió como un “cuento moral que mostraba que el mal no se manifiesta necesariamente en una orgía de destrucción provocada por la guerra, que sus raíces pueden estar ocultas en las bromas malintencionadas de la vida diaria”. La película sigue a dos jóvenes alocadas, Marie I y Marie II, que hacen una curiosa declaración de principios: “El mundo está corrompido, luego... ¡corrompámonos nosotras también!”. Las dos protagonistas se dedican a reírse de hombres mayores, a los cuales seducen para luego dejarlos tirados como a una colilla. Hasta que llega al final una supuesta regeneración, mirada con ironía. El tratamiento experimental se sustenta en la subversión del lenguaje cinematográfico, a través de la unión de recursos como la fotografía en color y en blanco y negro, trozos de otras películas, modificación del sonido, ruptura de la linealidad narrativa, cambios de color del encuadre, imágenes al compás burlesco de la música y la situación, insertos de dibujos varios y material documental de archivo. Única mujer de la Nova Vlná, el cine provocativo, radical, innovador y crítico de Chytilová la llevó a sufrir más que ningún otro director la censura del régimen. De hecho, desde 1970 y debido a una dura condena de 21 diputados del gobierno escandalizados por los directos mensajes de Las margaritas, no pudo trabajar, al ser rechazados uno tras otro sus proyectos, a los que se tildaban siempre de inaceptables.

-Trenes rigurosamente vigilados (1966). Director: Jiří Menzel. Segunda incursión de su director en la narrativa de Bohumil Hrabal. El protagonista es un joven llamado Milos, quien nos introduce en la azarosa vida de su familia. Lo hace mientras se viste para presentarse en su primer día de trabajo como ferroviario. El joven labora por cuenta propia y sin recibir remuneración. La cotidianeidad de la estación se ve trastornada cuando llega el concejal, un colaborador de los nazis. Milos, sin embargo, está más preocupado por los cambios que acontecen en su cuerpo. Lo cómico y lo trágico se entrecruzan en el film de Menzel, en el que la virginidad, los juegos eróticos, la eyaculación precoz y la masturbación forman parte de la educación sentimental y el despertar al mundo adulto de un chico de provincias. En su momento, el filme escandalizó por introducir un aire de comedia en el contexto de la ocupación nazi y la resistencia. Acerca del trabajo de adaptación de su novela, Hrabal expresó: “Nuestra colaboración para Trenes rigurosamente vigilados se desarrolló siempre bajo el lema de una recíproca fe y humildad. Paseábamos juntos, y yo escuchaba las divagaciones de Menzel sobre el guión, del mismo modo que, por otra parte, Menzel prestaba gran atención a mis consideraciones sobre cómo habría debido ser la película. Así, mientras disfrutábamos de nuestros paseos, sacábamos juntos nuestra fantasía, buscando un padre común a aquella criatura que crecía de día en día, alimentada por dos cordones umbilicales. Y nosotros no hacíamos más que sonreír frente a la felicidad que experimentábamos en la dulce espera de la película. Queríamos transferir a la pantalla todo aquello que ya estaba en el relato, cosa que me llevaba a sentirme lleno de la forma exterior de las cosas, a verme más como un periodista, como alguien que registra la realidad, más que como un escritor”. Esta película divertida y entrañable es una de las más queridas por los checos. Ganó el Oscar a la mejor película extranjera y aparece en la lista de los 100 mejores filmes, de acuerdo a una encuesta realizada entre los críticos por el semanario estadounidense Time.

-La fiesta y los invitados (1966). Director: Jan Němec. Fábula siniestra que se inicia con las idílicas imágenes de un picnic. Un grupo de siete amigos pasa una jornada en el campo, en alegre camaradería. Tras solazarse, darse un baño en el río y beber buen vino, salen a dar un paseo por el bosque. Es entonces cuando se encuentran con una cuadrilla de extraños personajes, comandada por un extraño y excéntrico hombre llamado Rudolf. Los hombres se comportan con modales violentos que asustan y paralizan a los amigos. Por fin aparece un tipo elegante, con chaqueta blanca, pide disculpas y les invita a su fiesta de cumpleaños, que se va a celebrar al aire libre. Naturalmente, los siete amigos acuden, aunque se sienten incómodos. Uno de ellos abandona la fiesta y el anfitrión lo ve como una imperdonable ofensa. Rudolf sugiere que lo traigan de regreso, y todos salen en su busca, acompañados de feroces perros y alguna que otra escopeta. Película fundamental de la Nova Vlná, cuya realización solo fue posible gracias a una conjunción de felices circunstancias que se dieron durante la atmósfera de la Primavera de Praga. De hecho, sus creadores pagarían un alto precio: la película fue prohibida “para siempre”, el productor, Jan Procházka, fue expulsado del Partido y el director no volvería a trabajar durante muchos años. En 1974 le permitieron salir de Checoslovaquia, tras advertirle que si regresaba encontrarían una excusa legal para encarcelarlo. Y es que el film constituye un duro ataque al régimen totalitario imperante en Checoslovaquia. A pesar de su aire surrealista, deudor del teatro del absurdo y de la literatura de Kafka, las connotaciones políticas son muy claras. La película traza una alegoría de un proceso común en los regímenes comunistas, el de la presión para aceptar la opinión oficial y la eliminación de aquellos que se niegan a hacerlo. Situaciones como la dificultad de los personajes para ubicar el sitio donde sentarse en la fiesta, las actitudes violentas o conciliadoras de los líderes, la actitud de la gente normal de no buscarse líos, conforman un cuadro de la sociedad de la época que, pese a ser sutil, era fácilmente reconocible. La fiesta y los invitados fue el alegato más incisivo de la Nova Vlná contra el totalitarismo. En la primavera de 1968, se proyectó en las salas por un corto período y después fue prohibida por dos décadas, censurada personalmente por Antonín Novotný. Němec fue uno de los pocos cineastas a los que se señaló como individuos peligrosos. Fue despedido de los estudios Barrandov, una decisión tomada por el Partido y aprobada por el Parlamento.

-El regreso del hijo pródigo (1967). Director: Evald Schorm. Drama psicológico e introspectivo, que bucea en los recovecos del espíritu humano y en el sufrimiento que acompaña a la depresión. Incapaz de adaptarse al mundo que le rodea, insatisfecho con su vida a pesar de haber formado una familia a la que quiere, un joven ingeniero ha intentado suicidarse. Ingresado en un psiquiátrico, un médico intenta ayudarle yendo al fondo de la cuestión. Šebek, el protagonista, está casado con una mujer hermosa, tiene un niño, así como un empleo bien remunerado. No es víctima de una aparente injusticia, ni tampoco ha sufrido el rudo despertar de una ilusión política, como el personaje central de El coraje cotidiano, el primer filme de Schorm. ¿Por qué entonces ha intentado quitarse la vida y está ahora recluido en un hospital, bajo tratamiento psiquiátrico? El director no se interesa en dar respuestas a esa interrogante, sino que le preocupa más en establecer la situación de esa sociedad. Su análisis demuestra que la vigilancia se ha descuidado por la dependencia mecánica a un proclamado ideal ético, así como por una creciente apatía moral. Poco así de manifiesto que la inmunidad de las sociedades socialistas es ilusoria: todos estamos expuestos a las enfermedades universales. Durante su reclusión en el hospital, el protagonista de El regreso del hijo pródigo descubre que el mundo que lo rodea lo deja aun más angustiado y confuso, y todos contribuyen a agravar su alienación. A diferencia de otros de sus compañeros, que privilegian la experimentación visual, la fantasía y los elementos cómicos, Schorm opta por un cine más realista y por abordar problemas existenciales, filosóficos y éticos. No posee un estilo personal como Forman, Menzel y Chytilová, pero sus películas se reconocen por su compromiso con las ideas expresadas y su determinación de expresarlas de la manera más profunda posible. Cineasta de la verdad psicológica, era conocido entre sus colegas como “la conciencia de la Nova Vlná”.

-¡Al fuego, bomberos! (1967). Director: Miloš Forman. El cuerpo de bomberos de un pequeño poblado decide celebrar una fiesta para despedir al jefe, quien va a jubilarse y al que le han diagnosticado cáncer. “Tendríamos que habérsela dado el año pasado, cuando cumplió 85 años, en vez de ahora, cuando ya está por morir”, dice uno de sus compañeros. El festejo incluye un baile, una rifa con jugosos premios, la entrega al festejado de un hacha bañada en oro y un concurso de bellezas con las chicas locales. Sin embargo, todo sale mal. Los premios son robados antes de la rifa; las jóvenes más bonitas no tienen interés en participar y las que concursan son feas; y un anciano cuya casa se quema no puede recibir ayuda porque el camión de los bomberos se quedó atascado. Forman y sus guionistas Passer y Jaroslav Papoušek crearon una comedia coral y costumbrista, con situaciones absurdas y personajes extravagantes, que critica una clase media ridículamente complaciente. Sus creadores se ríen además de otras muchas cosas: la mezquindad de una sociedad ruralizada, hambrienta, insolidaria y presa en valores caducos, una autoridad torpe e incompetente, la supuesta camaradería entre “iguales”, el pretendido respeto a los mayores... Maliciosa pequeña obra maestra que fue un enorme éxito comercial tanto dentro como fuera de Checoslovaquia, fue nominada al Oscar como película extranjera. Su contenido molestó a los censores y altos cargos del país, pues bien mirado, bajo la apariencia de comedia parecía ocultarse una solapada denuncia burlesca de las relaciones de poder. Acerca de esa lectura, Forman expresó: “No tenía el propósito de rodar una alegoría política —no me gustan en el cine. Es solo que en esta historia de la tómbola robada los representantes principales del Partido Comunista identificaron los personajes con ellos mismos”.

-El incinerador de cadáveres (1969). Director: Juraj Herz. Hipnótica, perturbadora e inclasificable joya de la Nova Vlná, basada en la novela homónima de Ladislav Fuks, quien además fue coguionista. El señor Kopfrkingl es el perfecto representante de la pequeña burguesía. Lleva una vida absolutamente ordenada, controlando hasta el más mínimo detalle cualquier aspecto de su trabajo y familia. Regenta un crematorio y está convencido de que la incineración es el método más limpio y adecuado para el tránsito del alma del cuerpo al éter. Y a esta actividad dedica su existencia. El advenimiento de la ideología nazi obrará en él unos cambios de consecuencias aterradoras. Bajo la influencia del nuevo orden, Kopfrkingl se cree un iluminado libertador de la humanidad y se dedicará a aplicar a su manera la limpieza antisemita. A partir de la metáfora del personaje protagónico, el filme hace un colosal alegato en contra los totalitarismos, la limpieza de sangre y la degeneración ideológica. Muestra el sinsentido y ambivalencia de las ideologías, al narrar el proceso de degeneración mental, humana y moral de un tipo pusilánime, que encuentra el refugio de su locura sociópata en la filosofía tibetana y en el nazismo. La cinta tiene entre sus aciertos una fascinante puesta en escena, una sublime fotografía en blanco y negro, una inquietante banda sonora y un excelente trabajo de Rudolf Hrusínský, en el papel central. Al poco tiempo de estrenarse, fue prohibida, con lo que ha pasado a ser una obra maldita y, para muchos, desconocida.

-Alondras en el alambre (1969). Director: Jiří Menzel. La trama se desarrolla en la ciudad de Kladno durante los procesos de “rectificación” estalinistas de los años 50. Un pequeño grupo realiza una serie de trabajos forzados, que consiste en reciclar objetos antiguos de metal para convertirlas en nuevas piezas para máquinas y tractores. Esa cuadrilla de operarios forzosos está compuesta por un profesor de filosofía que se opone a quemar obras maestras de la literatura occidental, un fiscal que osa reivindicar el derecho de los condenados a defenderse, un músico consagrado a un instrumento tan burgués como el saxo, un cocinero que rehúsa trabajar los sábados por motivos religiosos. Por otra parte, están una serie de prisioneras condenadas a trabajos forzados por haber intentado huir de las fronteras checoslovacas. En medio de estos dos grupos que se atraen de manera inevitable, se dibuja la silueta endeble de un estólido guardián incapaz de atajar la hermosa historia de amor que florece entre el joven cocinero Pavel y la prisionera Jitka. A pesar de los problemas y de la vida dura durante esta temporada, la película trata de captar la belleza y el deseo de superar todas injusticias generadas por el régimen. El director logra el milagro de que en su película esté ausente en todo momento la amargura. El film tiene una estructura de episodios que se basa sobre todo en un tono humorístico y costumbrista, que, sin embargo, no esconde su esencia crítica. Menzel es un director que enlaza arte y técnica, ternura y crítica, drama y comedia. Al igual que otros cineastas de su generación, su mejor inspiración y agudeza las desarrolló paradójicamente en la etapa totalitaria, en la que la censura de guiones y de imágenes lo obligaba a aguzar el ingenio. Alondras en el alambre se basa en varios cuentos del libro de Bohumil Hrabal Anuncio una casa donde ya no quiero vivir. Menzel había llevado al cine otro de sus relatos en el filme colectivo Perlas en el fondo, y también se basó en obras suyas para realizar Trenes rigurosamente vigilados, y posteriormente, en Tijeretazos y Yo serví al rey de Inglaterra. Alondras en el alambre estuvo prohibida hasta 1990, año en que ganó el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

-Todos mis buenos compatriotas (1969). Director: Vojtěch Jasný. Una de las obras maestras indiscutibles de la Nova Vlná. Retrato épico-lírico sobre las andanzas de un pintoresco grupo de personajes, en un pueblecito de Moravia. Está dividido en nueve capítulos, cada uno de los cuales es introducido por un título que indica la época: Mayo 1945, Otoño 1951, Navidad 1954. Jasný pasó su infancia y adolescencia en un pueblo de Moravia y siempre quiso hacer una película sobre cómo esa región fue afectada por las despiadadas condiciones de la “construcción del socialismo”. En el filme se muestra cómo la amistosa solidaridad en que viven cambia a partir de 1948, cuando los comunistas llegan al poder. Para aquellas personas vienen entonces los penosos años 50, con la colectivización de las tierras y la transformación de las relaciones humanas. Muchos vecinos además se convirtieron en confidentes, y los incapaces pasaron a decidir el futuro de los calificados e inteligentes. Jasný, sin embargo, no es un historiador, sino un poeta de las vidas corrientes, y demuestra una profunda simpatía por sus personajes. A través de sus filmes, intentó encontrar el sentido de la vida y la verdad sobre las situaciones que han tenido que atravesar los hombres y mujeres que entonces andaban, como él, por los cuarenta años. En Todos mis buenos compatriotas contó con la impagable colaboración de Jaroslav Kučera, uno de los mejores directores de fotografía de su país (su filmografía incluye, entre otros títulos, Las margaritas, Un día, un gato, Diamantes en la noche, Las frutas del paraíso y Morgiana). El rodaje del filme continuó después de la invasión de las tropas soviéticas en 1968. Se estrenó en los cines y fue visto por más de un millón de espectadores. Asimismo compitió en Cannes, donde Jasný obtuvo el premio a la mejor dirección, compartido con Glauber Rocha por Antonio das Mortes. Pero luego el filme fue recogido y no se proyectó más en Checoslovaquia hasta 1990. Asimismo al director se le exigió retractarse y arrepentirse de la “propaganda simplista” de su película. Él rehusó hacerlo y se vio forzado a salir al exilio.

-Valeria y su semana de las maravillas (1970). Director: Jaromil Jireš. Película basada en la novela homónima de Vitezslav Nezval, padre del surrealismo checo. Fue escrita en 1935 y se inspiró en Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Al pueblo de Valeria, una adolescente de catorce años que vive con su abuela, llega una compañía de cómicos ambulantes, entre los que se encuentra un hombre capaz de las más diversas metamorfosis. En realidad, se trata de la una fábula acerca de la llegada a la madurez de la protagonista, que se centra en los días cuando tiene su primera menstruación. El film está plagado de símbolos y alegorías acerca del acceso de Valeria a su nueva condición adulta, donde será objeto de deseo por parte de muchos personajes de ambos sexos, y que también comparten parentesco con ella. Valeria y su semana de las maravillas es un perverso cuento de hadas, de atmósfera irreal y perturbadora y con cierta aura psicodélica, que reflexiona sobre la pérdida de la inocencia. Película interesante, densa y hermosa, pero que ha de resultar difícil para muchos espectadores, por su alucinada sintaxis. Su cuidada estética y su exquisito tratamiento visual, su sexualidad desenfrenada y sin prejuicios y un argumento tan sugerente como inextricable, hacen de la película de Jireš una obra altamente atractiva.