Actualizado: 27/03/2024 22:30
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CON OJOS DE LECTOR

Debatir, que es costumbre sana

Se recogen en un libro doce de las mesas redondas que la revista 'Temas' auspicia el último jueves de cada mes.

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Amplio abanico temático

Pasando a lo que es el cuerpo central del libro, es decir, los doce debates, lo primero a apuntar es el amplio abanico temático que cubren. Copio a continuación los títulos bajo los cuales se convocaron, pues resumen muy bien su contenido: Con todos y para el bien de todos. La idea de república en José Martí, Identidad, conflictos raciales y discriminación en la República, Nicolás Guillén aquí y ahora, ¿Qué significa ser marginal?, Las ideas de libertad, igualdad y democracia en el pensamiento contemporáneo, Con los pobres de la tierra, ¿Cómo se forma un ciudadano?, Ciencia y cultura: comprensión de la complejidad, ¿Por qué emigran los cubanos?, Islas bajo el sol. Sociedad, cultura y turismo, El habla popular y las normas sociales y ¿Creer en qué? Problemas de la conciencia religiosa y de sus manifestaciones.

En cuanto a la composición de los paneles, en la lista de las cuarenta y cinco personas que los integraron hallamos escritores, profesores, investigadores, pastores evangélicos, lingüistas, economistas, psicólogos, científicos, historiadores, juristas, filósofos. Además de sus intervenciones, en el libro se recogen también las de los asistentes, quienes en cada sesión disponen de un turno para hacer preguntas o emitir opiniones.

Me imagino que al igual que en mi caso, cada lector se ha de sentir más atraído por aquellos debates que abordan asuntos más afines a sus intereses. Yo, por ejemplo, aunque me los leí todos, disfruté más y saqué más provecho de los dedicados a la valoración actual de la poesía de Nicolás Guillén, los conflictos raciales durante la República y los efectos del turismo en la producción artística y cultural. Hubo otros (el habla popular, el marginalismo, la emigración) que, en principio, también me interesaron. Pero su lectura no me dejó totalmente satisfecho. Posiblemente porque las intervenciones a menudo se mueven sobre terrenos demasiado teóricos y vagos, lo cual desmotiva un tanto.

Por supuesto, la calidad de un debate la determinan en gran medida los participantes. Su dominio del tema, su claridad para expresar los puntos de vista, su disposición a mantener un verdadero diálogo y no un monólogo sordo, son factores esenciales. (Aunque constituyen excepciones aquí, se pueden ver dos ejemplos de lo primero en las intervenciones de Omar Valiño y Miguel Mejides, quienes ponen en evidencia lo poco que pueden aportar a las discusiones en las que toman parte). Como también lo son el que los panelistas pertenezcan a diferentes campos y disciplinas, e incluso el que las opiniones de algunos de ellos discrepen de las de los restantes, lo cual debe traducirse en una visión más multifacética y enriquecedora. Un debate que, en mi opinión, cumple muy bien esos requisitos es el sostenido por Tomás Fernández Robaina, Nancy Morejón y Fernando Martínez Heredia en torno a la guerra de 1912 y la represión contra el Partido Independiente de Color. Cada uno aporta un punto de vista propio, pero todos coinciden en que se trata de un capítulo de nuestra historia que reclama ser interpretado con una nueva óptica. Como comenta Rafael Hernández al cerrar esa mesa redonda, los participantes eludieron caer en una descarga meramente emocional e hicieron un ejercicio de reflexión, lucidez y análisis.

Muy atinada es también la sesión en la cual se discute la poca presencia que posee hoy la obra poética de Nicolás Guillén, quien en etapas anteriores fue elevado a la categoría de Poeta Nacional, por lo demás innecesaria, como señalan algunos de los participantes. Como allí expresan Reynaldo González, César López, Guillermo Rodríguez Rivera, Jorge Luis Arcos y Walfrido Doria, sobre todo en la década de los setenta se impuso una lectura eminentemente política de Guillén (una insistente recepción propagandística, prefiere decir López). De esa mala lectura, como también recuerdan algunos panelistas, también hay ejemplos en etapas anteriores: ahí está la miopía que demostró Cintio Vitier en Lo cubano en la poesía, al no ser capaz de llegar a la esencia de la producción guilleneana. Eso, entre otras causas, ha influido en que cuente con escasos lectores entre los autores jóvenes y en que su presencia entre ellos no sea visible. Durante el debate emergen aspectos como el de un Guillén víctima de sus propios antologadores y exaltadores, el creador que supo elevar el negrismo a su punto más alto y después enterrarlo, el creador que en esa poesía de mayor aliento lírico, dejó una obra que es intrínsecamente perdurable.

Pudiera continuar resumiendo los puntos de mayor interés de otras mesas redondas. Prefiero, sin embargo, dejar que quienes lean Último jueves. Los debates de Temas les descubran por sí mismos. A lo que de veras vale dedicar las líneas finales de esta reseña es a destacar la existencia de este espacio de confrontación, análisis y debate, tan necesario entre los cubanos. Se anuncia además que a la publicación de este volumen seguirá la de otros similares. Confiemos, pues, en que no ocurra como con otros proyectos, y que estos jueves que ahora han llegado a la letra impresa no sean los últimos.


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