Actualizado: 23/04/2024 20:43
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CON OJOS DE LECTOR

El paraíso no estaba en la otra esquina

Un joven homosexual cubano cuenta en un libro autobiográfico sus experiencias, primero en Cuba y después en España.

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Una vez que lo pusieron en libertad, estudió enfermería y trabajó en un hospital. A nivel afectivo, tuvo algunas relaciones efímeras. García Carrera cumple su promesa de no callarse ni escamotear aspectos de su vida más íntima, y comenta que era muy promiscuo, que le gustaba tener sexo y si era con varias personas a la vez, mucho mejor. En ese sentido, en el libro hay numerosas descripciones que harán enrojecer a más de uno, y hasta habrá quienes opinen que García Carrera lleva su sinceridad demasiado lejos. Y ello no tiene tanto que ver con el empleo de las llamadas malas palabras, como señala en su prólogo —innecesariamente extenso, según mi criterio— José María Sánchez Silva, teniente coronel de las Fuerzas Armadas españolas. En todo caso, aprovecho para insistir una vez más en que Billete al paraíso es un libro al cual debiera colocársele la etiqueta de Parental Advisory que en la actualidad llevan muchos discos.

En sus salidas nocturnas García Carrera conoció a algunos extranjeros, con quienes tuvo sexo a cambio de dinero, ropa, comida. A los pocos días, comenta, era el jinetero mejor vestido de la capital. Por sugerencia de un amigo se inscribe en un gimnasio, pues en aquel oficio poseer un buen cuerpo es fundamental. Se impone entonces como meta conseguir un extranjero que se enamore de él y lo ayude a salir de Cuba. Tras varios intentos y fracasos, logra que un italiano lo invite a Europa. La relación con éste no funciona bien, y ante el riesgo de que lo mande de vuelta a la Isla decide fugarse a España.

La libertad que tanto ansiaba empieza a exigirle un precio muy alto. Sin dinero y sin nadie que lo ayude, no tiene otra opción que seguir el consejo de un cubano que vive ahora en Madrid de dedicarse a la prostitución con hombres. Tiene bastante éxito y pasa a ganar mucho dinero. Cuando consigue reunir lo suficiente, compra una casa nueva a sus padres, pues la que tenían estaba por caerles encima. Gracias a su trabajo conoce además a muchos chicos, pero todos se escandalizan al enterarse de que se ganaba la vida como chapero.

Se inicia luego en el consumo de drogas. "Había noches de marcha en las que tomaba hasta cinco pastillas y medio gramo de otras cosas que no menciono, para no manchar más mi libro". Al final, se dio cuenta de que cuando pasaban los efectos del colocón, se sentía más deprimido. Decidió no consumir más drogas y comenta que ahora sólo las toma "para alegrarse el cuerpo y nada más". Dejó además la prostitución, que para él fue "sólo un peldaño para subir a la montaña de la vida", y con un amigo tiene un restaurante en el barrio madrileño de Chueca. En las páginas finales de Billete al paraíso escribe: "Sé que muchos se escandalizarán al saber lo que he sido y lo que soy, pero me da igual. Sólo quiero a mi lado a las personas que me acepten como soy, no a los que quieran cambiarme. Entonces no sería yo".

Billete al paraíso debe leerse, por tanto, como el testimonio real de una vida difícil y como la historia de su superación personal. García Carrera narra sus experiencias con honestidad y traza de sí mismo un retrato que no es indulgente. Como escribe en algún momento, no se considera un mal chico, aunque reconoce que alguna vez ha hecho cosas muy feas. Pero en su libro levanta además el dedo para acusar a un régimen que lo envió a la cárcel por el único delito de querer salir de la Isla, y bajo el cual no se sentía libre. Por eso aunque en la introducción promete no hablar de política, no puede dejar de hacerlo a lo largo de todo el libro. Es algo que, a mi juicio, lo lastra un poco, pues no necesita reiterar de modo explícito lo que se deduce con claridad de su relato.

Pero en definitiva, su objetivo, como se expresa en las palabras de la contraportada, fue escribir un libro directo como un gancho al estómago, comprometido con su gente y su causa. Y no son muchos los que tienen la valentía de hacerlo.


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