Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Música

Homenaje en ausencia

José Carbó Menéndez, célebre por sus temas 'Pasito Tun Tun' y 'Cao cao, maní picao', murió en Nueva Jersey.

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Pero en los años sesenta San Juan no era La Habana, y el compositor se trasladó a Nueva York, donde la música cubana aún repletaba los clubes. Acá, Tito Puente tocaba sus temas, Ortiz Tirado le había hecho popular el bolero Hablemos de los dos, y Roberto Torres, el bolerón Ya mismo. La Gran Manzana que no dormía le fascinaba, y el santiaguero la viviría intensamente.

Eran tiempos de tres días de exposiciones de arte cubano en la Catedral Episcopal San Juan el Divino, de profesionales y obreros cubanos de traje y corbata en la católica San Patricio, de banderas cubanas ondeando en balcones del Bronx (barrio de Patato, Miguelito y Vicentico Valdés), de Olga Guillot desbordando el Carnegie Hall, La Lupe, el Madison Square Garden, y Panchito Riset sonando en las vitrolas del Alto Manhattan. Los cubanos estaban en todas partes. Carbó escribía en semanarios en español su columna periodística "Do re mi" (en defensa de la música nuestra), y sería por años el tesorero de los Premios ACE, de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York.

¿Ya es tarde?

Pero la vida no la para nadie: los newyoricans crecían en inglés, los cubanos envejecían, se mudaban para Miami; en las discotecas, los disc jockey sustituían la música en vivo, las estaciones de radio no mencionaban al autor de la canción. La maquinaria industrial imponía la salsa.

Carbó, mulato blanconazo, caminador, de arroz congrí y guayabera, prefirió cruzar el río Hudson, hasta la placidez de Nueva Jersey, donde se estableció en la esquina de Park Avenue y la calle 52, en Weehawken. De allí caminaba, a pasitos rápidos, eléctricos (como él mismo), hasta la Avenida Bergenline, a tomar un café tras otro y contar anécdotas de la Cuba que desangraba en su corazón a todo joven que quisiera escucharlo.

Recuerdo cuando se me acercó en el Shuetzen Park, al finalizar mi espectáculo Cubamanía (2003), y me dijo: "Gracias por este hermoso show, yo soy músico, no sé si usted ha oído hablar de mí, mi nombre es Carbó Menéndez". No puedo olvidar su humilde sonrisa, cuando le respondí: "Maestro, yo he crecido bailando sus guarachas y he amado con muchos de sus boleros". Era tal su sencillez, que casi me pidió disculpas por haber creado tanta música popular. Siempre estuve por llamarlo, pero con el ajetreo de sobrevivir en la nieve, no nos vimos más.

Los cubanos de este lado del mar nunca le dimos el merecido homenaje a Carbó Menéndez. Ninguna calle de Union City lleva su nombre. Su obituario se redujo a cuatro líneas. ¿Ya es tarde? Nunca es tarde si la música es buena: el grupo Niche, La Onda y Kumbia King renacen Pasito Tun Tun, y a los cubanos de mañana les toca recobrar sus historias.


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