La ciudad globalizada

Sin la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desaparición del "Imperio Comunista", sería difícil imaginar el desarrollo del fenómeno de la globalización tal y como hoy lo conocemos. Cuando calló el Muro que separaba las dos Alemania, los efectos socioculturales, económicos y político-ideológicos no sólo alcanzaron a Alemania del Este, sino a todo lo que estaba detrás de la Cortina de Hierro, que se vio arrollada por los Panzer de la economía neoliberal.

Casi de un golpe, unas fronteras se agrandaron y otras se contrajeron, desaparecieron unos países y se constituyeron otros, y algunas minorías étnicas se fundieron como mayorías y reclamaron dominios territoriales y también sangre. Situación esta que configuró el actual espacio geopolítico europeo, que ha padecido lo que podríamos llamar la "primera guerra civil europea" —posterior a la II Guerra Mundial—, encarnada en el conflicto de los Balcanes, aún pendiente de solución.

Entre tanto, la globalización, lógica imparable de neoliberalismo económico, exportó al espacio ex comunista no sólo patrones económicos y socioculturales, sino modelos políticos e ideológicos de las democracias occidentales. De este modo, tanto económica como políticamente, los otrora países comunistas comenzaron a funcionar bajo la lógica cultural del capitalismo.

Enunciados y modos de representación del poder

Partiendo de la idea de que el capitalismo se ha hecho absolutamente hegemónico con la desaparición de comunismo y, por tanto, la omnisciencia del capital (dinero) se torna cada vez más incuestionable, se presenta hasta el 23 de septiembre, en el Palau de la Virreina de Barcelona, el ambicioso proyecto multimedia Postcapital, de los cubanos Carlos Garaicoa y Iván de la Nuez, y el español Daniel García Andujar, quienes reflexionan sobre los nuevos lugares de enunciación desde los que se legitima el poder y las nuevas formas que este ha alcanzado en sus modos de representación.

La exposición Postcapital aborda, a partir de diferentes perspectivas críticas, la semiosis del dinero, los atributos de su travestismo en el plano económico y político-cultural asumidos por las sociedades actuales y las megalópolis como su manifestación total. La urbe postcomunista y globalizada engulle y fagocita a una velocidad vertiginosa y, paradójicamente, incluye por medio de la exclusión, trastocando los valores entre el espacio público y el privado, y mostrándose cada vez más miope a la hora de distinguir el dentro del fuera, el sujeto de sus cualidades, el cuerpo político del biológico, y lo material de lo espiritual.

La apariencia de un proceso de "desfronterización" económica generado por la globalización como característica distintiva del capitalismo en el período posterior a la Guerra Fría, hace más evidente las fracturas que se arrastran del Estado político de la modernidad.

Giorgio Agamben apuntó que "esto se produce en el momento en que el sistema político del Estado-nación moderno, que se basaba en el nexo funcional entre una determinada localización (el territorio) y un determinado ordenamiento (el Estado), mediado por reglas automáticas de inscripción de la vida (el nacimiento o nación), entra en una crisis duradera y el Estado decide asumir directamente entre sus funciones el cuidado de la vida biológica de la nación".

Todo ello crea prácticas biopolíticas del Estado moderno tal como las describe Foucault, lo cual provoca desplazamientos conceptuales del Estado-Nación hacia márgenes que hacen peligrosamente indiscernibles los límites entre vida y derecho, lo interno y externo, naturaleza y cultura, y entre arte y política.

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