Actualizado: 30/04/2024 23:28
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Con ojos de lector

La Cuba no tan secreta

En su libro más reciente, Amir Valle trata el tema del jineterismo, que ha situado a Cuba entre los paraísos del turismo sexual.

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Hay además seis viñetas, que aparecen identificadas con el rótulo de Evas de noche, en las cuales el autor presenta una tipología de las distintas modalidades de jineteras: la carroñera, la de tenis, la de puya, la empresarial, la diplomática, la faraona, la baratijera o bruja. Valle cambia de registro en la secuencia La Isla de las Delicias, para la cual adopta un estilo ensayístico y se apoya en cifras y datos documentales para trazar un panorama histórico de la prostitución en Cuba, desde la época colonial hasta su manifestación actual. Se muestra categórico al afirmar que el jineterismo "es, sencillamente, prostitución llamada con otro nombre, quizás más cubanizado". Y sostiene que "no ha de intentarse demostrar que es asunto de de «unas pocas mujeres», como se ha escrito en la prensa y en ciertos libros muy superficiales sobre el tema, cuando las cifras, crecientes a pesar de cualquier intento de freno, demuestran lo contrario".

De todos esos bloques o secciones que conforman el libro, el más valioso es, a mi juicio, el de los testimonios. La realidad que emerge de esas páginas es tan dantesca e inimaginable, que lleva a uno a hacerse la misma pregunta que se hizo el autor cuando la fue conociendo: "¿Sucedía aquello en mi país, en apariencias, sólo en apariencias tan tranquilo, tan puro, tan limpio moralmente? ¿Hasta dónde llegaba la mierda, la podredumbre de aquel otro modo de vida que convivía cerca de la inmensa mayoría de la gente sin que lo notaran? ¿Hasta qué rincones llegaba el aliento pútrido de aquella hidra venenosa?".

Una hidra de varias cabezas

Precisamente, el revelar este último aspecto, el de las proporciones alcanzadas por este negocio, constituye uno de los aciertos de Jineteras. Cuando se habla de este tema, por lo general sólo se piensa en las mujeres (y los hombres, pues también existe una red de prostitución masculina) que se dedican a vender su cuerpo. Pero tal como se pone en evidencia en el libro, en realidad se trata de una de las varias cabezas de la hidra. La extensión que tiene lo que para el novelista español Manuel Vázquez Montalbán constituye una costra moral, queda resumida de manera muy elocuente en estas palabras de Mulenque, un proxeneta que lanzó al estrellato a más de una docena de las jineteras más conocidas en la capital: "Cada día que pasa el país se pudre más y esa pudrición llega a todas partes".

Gerentes de hoteles que se dedican a buscar clientes para las chicas. Propietarios de casas que alquilan habitaciones a parejas ocasionales que paguen en dólares. Traficantes de la bolsa negra que suministran tabaco y ron a casas de cita y posadas clandestinas. Guías turísticos que obtienen comisiones por servir de enlace entre los extranjeros que atienden y los chulos. Policías que chantajean a las jineteras y les exigen dinero a cambio de permitirles trabajar, pues como dice uno de ellos, "el fiana es un tipo igualitico que tú y que yo (…) Como dice la gente, socio, en este mundo hay de to´ y cada cual escapa como puede". Toda una amplia red, de la cual las veinte mil jineteras (es la cifra aproximada que sugiere Amir Valle) vienen a ser sólo la punta del iceberg. Una leve idea del dinero que mueve este negocio la da en su testimonio un fotógrafo que propone chicas a los turistas mediante su abultado álbum de fotos pornográficas. Según le confiesa, entre la venta de fotos y los videos que filma gana unos diez mil dólares mensualmente. A lo cual agrega con orgullo: "Hay empresas en este país que no hacen esa suma en seis meses".

En La Isla de las Delicias, Valle hace, como antes señalé, un análisis histórico de la prostitución en Cuba. Se trata, por otro lado, de algo que desde siempre ha existido en todas las sociedades. De ahí el apelativo de la profesión más antigua del mundo con que se le conoce. La cuestión es que el proyecto revolucionario cubano se hizo para erradicar males sociales como éste. Que hubiese reaparecido en los años iniciales se hubiera podido entender, aduciendo que sus raíces no debieron ser eliminadas del todo. Pero que se haya venido a dar de nuevo al cabo de más de tres décadas, y que quienes lo han rescatado sean, en su mayoría, personas jóvenes nacidas bajo la revolución y formadas de acuerdo a sus principios éticos e ideológicos, escapa a cualquier explicación lógica.