La originalidad puesta a prueba
Dos discos compactos revisitan las canciones de Elvis Presley y Nat King Cole, a partir de arreglos basados en la música cubana tradicional y el jazz latino
Tan pronto como se escuchan los primeros acordes, no queda espacio alguno para la duda. La guitarra, el bongó, la tumbadora y la trompeta suenan a la más pura tradición sonera. Pero cuando el cantante comienza a entonar la letra, se introduce un elemento disonante: “You know I can be found/ sitting home all alone./ If you can’t come around,/ at least, please, telephone./ Don’t be cruel/ to a heart that’s true”. Eso no es precisamente cubano, pero sí resulta bastante familiar. Y claro que es familiar, al menos para quienes pasen de los cuarenta o los cincuenta años y gusten de la música. O incluso aunque no les guste, inevitablemente alguna vez por lo menos deben haber oído Don´t be cruel, un tema que apareció en 1956 en un single del cual se vendieron, y ahí es nada, 15 millones de copias. Fue uno de los primeros éxitos de un artista que a lo largo de su carrera vendió más de 500 millones de discos. Un simple camionero que se convirtió en rey del rock and roll y símbolo de toda una generación. Hablo, de quién si no, de Elvis Presley (1935-1977), uno de los más citados símbolos de la cultura popular del siglo pasado.
La combinación de Elvis Presley con las estructuras rítmicas del son a la cual me referí antes se ha materializado en Cuba recalls Elvis (La Puerta Prod., 2010), un disco que firma Hal Caveda. ¿Quién es el susodicho? Pienso que debe ser un músico cubano-americano, aunque por más búsquedas que he hecho en la red, no he logrado encontrar información sobre él. Tampoco la hay en el escuálido cuadernillo que acompaña el compacto. Da la impresión de que éste se hubiera grabado en la Isla, por la cubanía de las versiones y la sonoridad de los instrumentistas. Pero nada de eso se puede saber con certeza, puesto que fuera del nombre del intérprete, el único dato que figura es el título de las nueve canciones incluidas.
Cuba recalls Elvis viene a sumarse a otros proyectos discográficos en los que los ritmos cubanos revisitan y recrean composiciones de artistas ingleses y norteamericanos. En unos casos, instrumentos e intérpretes de la Isla realizan versiones de esos temas (Here comes… el Son. Songs of The Beatles with a Cuban Twist, 2001). En otros, músicos como algunos de los legendarios integrantes de Buena Vista Social Club cuentan con la colaboración de muchos de los creadores que originalmente popularizaron las grabaciones (los cuatro volúmenes de Rhythms del Mundo, 2006, 2008, 2009 y 2010). Hal Caveda optó por la primera opción, la de cubanizar las canciones de Elvis Presley. Para realizarlo, se unió a un grupo de instrumentistas, quienes además de aportar el soporte sonoro, contribuyen vocalmente haciendo de coro. Una vez más lamento que no me pueda referir a ellos por sus nombres, debido a que inconcebiblemente todos los créditos han sido omitidos. Eso sí, tanto a ellos como a Hal Caveda los pueden ver en el video clip de Don’t be cruel que hay en Youtube.
Es fácil darse cuenta de que Hal Caveda seleccionó aquellas canciones que reunían más posibilidades para amoldarse a las pautas rítmicas de nuestra música. Me vienen a la mente títulos del Elvis más salvaje y desmelenado como Tutti frutti, Houng dog, Devil in disguise; o bien otros como In the getto o Suspicious minds, y difícilmente logro imaginármelos cubanizados. En cambio, en los temas incluidos en el compacto que aquí se reseña la fusión funciona sin distorsiones ni disonancias. No voy a entrar en comparaciones con los originales (las comparaciones casi siempre resultan odiosas y bizantinas), y prefiero resaltar el hecho de que las versiones suenan bien e incluso reconozco que están hechas con imaginación. Los temas más suaves se han transformado así en un bolero (It’s Now or Never, I Can’t Help Falling in Love, Love Letters) o un danzón (Are You Lonesome Tonight?). Mientras que para las canciones movidas resultan más idóneos la guaracha (I’m All Shook Up) y el son montuno (María’s Her Name). Hal Caveda posee una voz agradable (hace recordar, por cierto, la de Roy Orbison) e interpreta los temas con solvencia. Convence menos, no obstante, cuando se sale de las letras originales y trata de improvisar en ese estilo que solo los verdaderos soneros dominan.
Pienso, en suma, que Cuba recalls Elvis posee el atractivo de brindar la oportunidad de escuchar esas nueve canciones popularizadas por Elvis Presley con un sonido diferente. Es eso precisamente lo que les da otro ropaje musical, otro encanto. Es estimulante además comprobar su flexibilidad para adaptarse a otra tradición musical, del mismo modo que se confirma la admirable capacidad de nuestros ritmos para acogerlas. A aquellos que estén abiertos a las propuestas de fusión y mestizaje, probablemente el compacto de Hal Caveda no los va a defraudar. En cambio, no lo recomiendo a puristas y a aquellos que opinan que como el original no hay.
Algo bien distinto es lo que ha hecho Issac Delgado (La Habana, 1962) en L.O.V.E. (Calle 54 Records, 2010). Si Cuba recalls Elvis se ajusta perfectamente a lo que en inglés se denomina crossover (movimiento o cambio de un grupo, tipo, período, estilo, etc., a otro), no ocurre así con el nuevo trabajo del artista cubano. Es cierto que en el mismo revisita doce temas pertenecientes al repertorio de otro cantante norteamericano, Nat King Cole (1919-1965). Sin embargo, se trata en su mayoría de temas de compositores latinoamericanos y cuyas letras, por tanto, originalmente fueron escritas en español. Incluso muchos de ellos Cole los interpretó en nuestro idioma, pese a que no lo hablaba. Se los aprendía fonéticamente y era así como los grababa. Eso, sin embargo, no fue obstáculo para que con esas canciones lograra una gran popularidad en Hispanoamérica.
Un homenaje que apuesta por la fusión
En un texto que redactó para el compacto de Isaac Delgado, Will Friewald cuenta una anécdota que tiene que ver con el detalle al cual acabo de aludir. Sammy Davis Jr., quien sí dominaba nuestro idioma, contaba que dejó de hacer bromas sobre la mala pronunciación de su compatriota después que viajó a Sudamérica. Allí se sorprendió al escuchar que todos le preguntaban: “¿Por qué no hablas español como Nat?”. Como dato curioso, en 1983 un empleado de la filial holandesa de la casa discográfica Capitol Records descubrió en los archivos varias grabaciones de Cole que habían quedado inéditas tras su muerte. Entre ellas, además de una en japonés y algunas en inglés, había una en español, titulada Eres tan amable. En 1987 Capitol Records reunió esas canciones en un disco titulado The UnreleasedNat King Cole.
Con L.O.V.E., Issac Delgado ha querido hacer un homenaje a un artista cuyas grabaciones, según ha comentado, conocía desde niño: “Desde muy pequeño había escuchado esta música por mis padres. Él es como un mito, allá en Cuba”. Incluso cuenta que algunas de sus canciones él las cantaba, acompañándose al piano, para su familia. Su mamá, Lina Ramírez, quien fue fundadora de las Mulatas de Fuego del cabaret Tropicana, le sugirió más de una vez que las interpretase en público. No obstante, al iniciarse en la música su hijo optó por la salsa, y unido a agrupaciones como el Grupo Proyecto, la orquesta de Pacho Alonso y NG La Banda, pasó a ser uno de los cantantes más populares y aplaudidos en la Isla.
Sin embargo, unos cuantos años después aquella sugerencia de su madre vino a materializarse, cuando Nat King Cole reapareció de manera fortuita en el camino de Issac Delgado. “Hace unos seis años, recuerda él, yo estaba de gira en Europa y tuve la suerte de dar con un video que compré para ir mirándolo durante el viaje, y me pegó el bichito en la cabeza de que me gustaría hacer algo con esto”. Su idea fue acogida con entusiasmo por Nat Chediak, quien produjo el disco junto con Delgado y con el cineasta español Fernando Trueba.
A diferencia de Cuba recalls Elvis, cuyos arreglos se inscriben dentro de las pautas de los ritmos tradicionales cubanos, L.O.V.E. es una propuesta musical que apuesta por la fusión. Perfidia, el primero de los temas que conforman el compacto, comienza con una introducción a base de piano y trompeta, que suena decididamente a jazz. Pero de inmediato se suman otros instrumentos y la canción del mexicano Alberto Domínguez adquiere una sonoridad cubana, aunque sin perder los elementos jazzísticos. En realidad, estos se mantienen a lo largo de las doce canciones. Algo a lo cual deben mucho los arreglos del pianista y compositor John di Martino, de reconocido prestigio dentro del jazz latino de Estados Unidos. A su aportación se incorporan las de Brian Lynch, Ken Peplowski, Conrado Herwig, Charles Flores y Dafnis Prieto, instrumentistas que también desarrollan su labor dentro de ese campo. Pedro Martínez (percusión) y Xiomara Laugart (coros) ponen lo que podríamos denominar el toque cubano, mientras que el brasileño corre por cuenta del guitarrista Romero Lubambo.
Para grabar su homenaje al artista afroamericano, Delgado escogió ocho de los temas que forman parte de los long playsCole en español (1958), More Cole en español (1959) y A mis amigos (1962). De ellos proceden Perfidia, Quizás, quizás, quizás, Ay Cosita Linda, Piel canela, Aquellos ojos verdes, Yo vendo unos ojos negros. A esos títulos sumó versiones en español de otros que Nat King Cole interpretó en inglés: Tiernamente, A su mirar me acostumbré, Hojas muertas. El resultado artístico de L.O.V.E. se materializa en unas versiones que conservan el espíritu de las grabaciones originales, pero que no las siguen de modo fiel. Esto fue lo que hizo Natalie Cole en Unforgettable (1991), donde cantó veinte de los éxitos de su legendario padre. Delgado tampoco opta por la libertad y el desparpajo con que fue tratado el repertorio de Nat King Cole en Re: Generations (2009), un compacto en el que tomaron parte artistas jóvenes pertenecientes al pop, rock, reggae y hip-hop. Pienso que en su caso, más que de versiones, se debe hablar de recreaciones, pues a partir de un acercamiento respetuoso, ha sido capaz de crear interpretaciones distintas a las originales.
A pesar de que posee una voz más austera en registros que la de Nat King Cole, Delgado logra interpretar de manera sugerente y matizada los temas más melódicos. Calificado como “el Frank Sinatra de la salsa”, se revela aquí como un crooner de personal estilo. Quienes lo identifican con números bailables como Catalina, Tú tranquilo y La sandunguita, van a descubrir a un artista igualmente talentoso y capaz de convencer al cantar composiciones de corte romántico e intimista. Particularmente logradas son sus recreaciones de Tiernamente, A su mirar me acostumbré, Hojas muertas y Aquellos ojos verdes. En este último, así como en Quizás, quizás, quizás, el artista cubano cuenta con la valiosa colaboración de Freddy Cole, un reputado cantante de jazz. Este nunca había aceptado participar en discos de este tipo, pues siempre ha querido permanecer alejado de la sombra de su hermano. Las razones por las cuales decidió sumarse al proyecto de L.O.V.E. responden, según apunta Will Friedwald, a que obviamente se dio cuenta de que el admirable legado latinoamericano de Nat King Cole estaba en las mejores manos posibles.
El compacto incluye además otras canciones que permiten a Delgado demostrar su faceta más salsera. A ese grupo pertenecen Perfidia, Piel canela y Ay Cosita Linda, en las que están presentes el chachachá y los ritmos afrocubanos. En Yo vendo unos ojos negros, en cambio, se recupera el sonido primigenio de esa tonada chilena anónima que data de 1910. Y en No tengo lágrimas se hace algo similar, al tomar como base la samba y el bossa nova brasileños. Una vez más se impone destacar los excelentes arreglos de John di Martino, sobre los que descansa buena parte de la riqueza y la variedad musical que en conjunto alcanza el disco.
Con L.O.V.E. Issac Delgado ha conseguido realizar un trabajo singular, de difícil encasillamiento dentro de un género musical específico. Algo que, por lo demás, no le hace falta, pues lo que de veras importa es la indiscutible calidad del resultado.
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