Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Nighy, Cine, Arte 7

Los abusos que no dejan marcas

Con Alice, cariño, la inglesa Mary Nighy inicia su andadura como realizadora con un film valiente, que revela el lado más oculto de la violencia doméstica

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La aparición del movimiento del MeToo ha contribuido a que el arte cinematográfico se esté interesando con más frecuencia por el asunto de la violencia de género. Son ya unas cuantas las cintas que lo tienen como núcleo temático, y también aparece como subtrama en muchas otras. A la memoria de muchos lectores acudirán filmes como los españoles Solo mía (2001) y Te doy mis ojos (2003), el argentino Por tu culpa (2010), el norteamericano Chicas perdidas (2020) y el irlandés La habitación (2015).

El largometraje sobre ese tema estrenado en España más recientemente es Alice, cariño (Alice, Darling, Canadá-Reino Unido, 2022, 88 minutos). Con el mismo debuta como realizadora la guionista y actriz británica Mary Nighy (1984), quien ha partido de un guion que firman Alanna Francis y Mark Van de Ven. Junto al maltrato psicológico, el otro eje alrededor del cual gira la historia es la amistad femenina.

La sinopsis del film se puede resumir así. Alice es una mujer que se halla al límite. A sus treinta años, vive una situación de maltrato psicológico perpetuado por Simon, su novio, quien la tiene atrapada en un estado de parálisis. Durante unas vacaciones en el campo con Tess y Sophie, sus dos mejores amigas, Alice redescubrirá la esencia de sí misma y por fin adquirirá la perspectiva que tanto necesita para poder ver su relación con objetividad. Sin embargo, la venganza de Simon por la fuga inesperada de su pareja es tan inevitable como demoledora y, una vez desatada, pondrá a prueba la resistencia de Alice, su valor y la fortaleza de su lazo con sus amigas.

Alice, cariño se desmarca del cine de género que se ha acercado al asunto de la violencia doméstica. Me refiero a títulos como los de Joseph Ruben (Durmiendo con su enemigo), Leigh Whannel (El hombre invisible), Alex Garland (Men), John Apted (Nunca más) y otros más. De hecho, la cinta de Night no es un thriller, sino un drama. Lindsay Tapscott, una de sus productoras, destacó que “en algunas películas el tema del abuso en sí mismo es tratado de una manera un tanto morbosa y sensacionalista. Ese no es el caso de este filme, y eso es lo que nos interesó del proyecto”. Su estreno mundial estuvo precedido por las revelaciones que la protagonista de la cinta, la norteamericana Anna Kendrick, hizo a la revista People. En ellas reveló que durante el rodaje se estaba recuperando de su propia experiencia de “abuso emocional y abuso psicológico”.

Alice parece tener una relación ideal y en la superficie su vida es perfecta. Vive en un elegante apartamento en Toronto con Simón, un hombre alto, atlético, apuesto y mayor que ella. Pero desde el inicio del film queda claro que algo funciona mal entre ellos. Aunque no es consciente de esto, Anna está atrapada en una relación psicológica y emocional abusiva. La directora ha puesto el foco en las parejas que se vuelven violentas, sin que medien golpes físicos entre agresor y víctima. Profundiza en Simon, cuya imagen nunca se asociaría con la de un maltratador. Sin embargo, lo es, solo que de un tipo más solapado en sus técnicas para ejercer el control sobre Anna. Algo importante que Alice, cariño saca a la luz es que no todos los maltratos dejan marcas y cicatrices. Existe otra violencia no explícita cuyas secuelas son más traumáticas, pues las marcas que dejan son interiores.

La directora se pone en la piel de Anna para comprender cómo ha ido perdiendo su personalidad. Esta ha sido desfigurada por una pareja controladora, que moldea su cuerpo, fiscaliza su agenda. Incluso cuando comienza a sincerarse con sus amigas les confiesa: “Sé que suena una locura, pero algunas veces siento como si el pudiera leer mi mente y no queda un lugar donde yo pueda estar realmente sola”.

Como ella misma admite, Simon no la golpea. Pero destruye su autoestima, manipula su empatía, le hace creer que es egoísta, que no es buena, y ha logrado que se odie a sí misma. Con eso la deja tan destrozada emocionalmente, que es incapaz de hacer y decir nada. Asimismo, no tiene dominio alguno de su vida. El título del film es la frase con la cual Simon suele dirigirse a ella, y constituye una forma degradante de hablarle. Ha tratado además de convencerla de que se distancie de sus amigas, pues sabe la fortaleza de las mujeres cuando se juntan. Ese pensamiento ha penetrado tan hondamente en Alice, que de manera inconsciente está rompiendo sus lazos amistosos con Sophie y Tess.

Recuperarse del trauma que mantuvo oculto

Al principio, Anna tiene dificultades para acoplarse a sus dos amigas. Con Tess tiene varias discusiones. Sophie, en cambio, se muestra más comprensiva y se va percatando de los cambios que nota en Anna y que no comprende. Ha transformado por completo su forma de vestirse, de peinarse, se maquillarse, de comportarse. Otras señales que activan la alarma son su extraño apego y sus constantes miradas al móvil, su dudoso rechazo a la comida, el echarse a llorar inesperadamente, su frenética obsesión por recuperar un par de pendientes regalo de Simon y que se le cayeron en el lago. Ahí es cuando Sophie y Tess se dan cuenta de que en Anna algo anda terriblemente mal.

A partir de ese momento, pasa a intervenir la amistad. Para que disfrute los días que están pasando juntas, Tess le quita a Anna el móvil. Al no tener que responder los constantes mensajes de Simon, los sentimientos de esta hallan una compuerta para salir. Con la ayuda de sus compañeras, empieza a ver con claridad lo que le ha estado ocurriendo y a ponerle nombre. Aprovecha entonces las vacaciones para recuperarse del trauma que mantuvo oculto. Se descubre a sí misma, se reducen los episodios de autolesión (padece de tricotilomía y cuando está en el baño se arranca mechones de cabello). Y gracias a sus leales, afectuosas y pacientes amigas, logra volver a reír, a sentarse a conversar sobre cosas profundas o triviales y a ser la persona que era.

En el lugar donde las tres amigas están pasando las vacaciones ha desaparecido una joven, y cada día hacen batidas en el bosque para tratar de encontrarla. Anna se entera a través de un policía que viene a preguntarle si la ha visto, y a partir de ese momento empieza a sentir un extraño interés por el caso. En una tienda de alimentos escucha a unas mujeres que comentan con sarcasmo: “¿Cómo esa chica pudo ponerse en esa situación?”. Eso se lo pudiera preguntar ella a sí misma. Ese episodio enriquece la historia, pues la desaparición de la chica actúa como un espejo en el cual Anna ve reflejado su propio desasosiego. En cierto modo, a ella también la han hecho desaparecer: de la vida de sus amigas y hasta de la propia, pues ya no se identifica con los comportamientos que reproduce.

Alice, cariño es una película que muestra un problema tan actual como terrible. Nighy se anota el mérito de tratar con agudeza e inteligencia un asunto peliagudo y profundamente doloroso. La diferencia de su primer largometraje con otros de la misma temática reside en permitir al espectador comprender las señales de alarma que se dan en una mujer que sufre una relación abusiva.

Nighy inicia su andadura como realizadora con un film valiente, que revela el lado más oculto de la violencia doméstica. Justamente uno de sus aciertos es plasmar en imágenes la huella invisible del maltrato. Tanto ella como los guionistas narran la historia sin que resulte ya vista, puesto que refleja las secuelas del abuso desde un prisma diferente. En el guion se da prioridad no al efecto, sino a la causa. De todo eso resulta una obra desgarradora e incómoda, que no recurre a subrayados, ni cae en la denuncia o la propaganda. Posee además una duración que se ajusta a lo que sus realizadores quieren contar.

A los veinticuatro años, Anna Kendrick fue nominada como actriz de reparto a los premios Oscar, Globos de Oro y Bafta por Up in the Air (2009). Después ha tenido una carrera un tanto irregular, en la que aparecen comedias de escasa trascendencia como la trilogía Dando la nota. Aquí encarna un complejo papel que le da la oportunidad de demostrar de nuevo su talento. Muestra una clara comprensión del personaje, y da vida a una Alice creíble y vulnerable, que acaba por somatizar el estrés que viene arrastrando. Con su trabajo actoral, Kendrick consigue reproducir muy bien la asfixia vital, el miedo, el autoengaño y la pérdida de autoestima de la protagonista.

Aparte de los aspectos más sombríos, el guion también reserva un importante espacio al sostén que le ofrecen a Alice sus dos amigas para ayudarla a salir del pozo. En ese sentido, Kaniehtiio Horn y Wunmi Masaki aportan actuaciones de muy buen nivel. Sin sus profesionales desempeños interpretativos, Alice, cariño no funcionaría en su plano de tributo a la amistad, así como al apoyo que se brindan las mujeres en situaciones difíciles, especialmente en los casos de maltrato.

Seguramente, la película de Mary Nighy no recaudará grandes sumas en taquilla, pues el público prefiere ver los últimos taquillazos provenientes de Hollywood. Pero es una película necesaria, pues desafortunadamente se puede afirmar que refleja unos hechos muy reales. Merecería que todos la viéramos para hablar sobre ellos y discutirlos.