Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Opinión

Un vislumbre de ciudades y personas

El poeta español Pedro Salinas expresó en una carta las impresiones del viaje que realizó a La Habana, para él la ciudad más española que hay fuera de España

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En más de una ocasión me he ocupado desde estas páginas de las impresiones que han escrito los viajeros que pasaron por Cuba. Siempre resulta interesante saber cómo nos ven los otros, pues muchas veces nos descubren aspectos y matices que han pasado inadvertidos para nosotros.

A propósito de ello, accidentalmente, mientras buscaba datos sobre otro autor, descubrí una carta que el poeta español Pedro Salinas (1891-1951) le dirigió a su amigo, colega y compatriota Jorge Guillén. Aparece recogida en el volumen Correspondencia (1923-1951), editado por Tusquets en 1992 y compilado por Andrés Soria Olmedo. Y dado que es un texto que por su propia naturaleza apenas se conoce, me ha parecido interesante divulgar.

La misiva del autor de La voz a ti debida está fachada el 17 de julio de 1944, y la redactó en San Juan, Puerto Rico. Lo primero que comenta a Guillén es que por fin puede escribirle, porque desde que volvió de su viaje no había tenido tiempo para hacerlo. Y le explica el motivo: "Mi regreso fue cinco días más tarde de lo calculado, por la informalidad de la Pan American Airways. (¡Tres días nos pasamos en Camagüey, Cuba, ciudad nada divertida, yendo mañana tras mañana al aeródromo, a ver si nos embarcaban en algún avión!) Y como a mi llegada tenía que dar una serie de diez conferencias para el curso de verano, dedicadas especialmente a los profesores de escuelas secundarias, apenas llegué hube de ponerme a preparar y dar conferencias, una diaria, y en eso ando aún. Me faltan tres. Y estoy hasta la coronilla, porque llueve sobre mojado".

A continuación, le hace un relato sucinto de su estancia en Cuba, que según él "ha sido un vislumbre de ciudades y personas, entre conferencia y conferencia". En La Habana, el poeta español habló sobre Luis de Góngora y el pesimismo barroco en el Seminario de Investigaciones Históricas. José María Chacón y Calvo comentó su charla en un artículo que publicó en la Revista Cubana (enero-diciembre 1944). Asimismo el destacado visitante ofreció en el Lyceum la conferencia "Defensa de la lectura". En contraste con sus buenas impresiones del ambiente intelectual y artístico de Santo Domingo ("me conmovió tanta energía y buen resultado"), Salinas comenta en su carta a Jorge Guillén: "En Cuba encontré a todos los escritores en armonioso estado de discordia y navajeo. La guerrilla es una unidad harto grande para la lucha literaria cubana… a lo sumo francotiradores en pareja (…) Todos están esquinados y no se puede decir que se ha visto a nadie so pena de incurrir en el furor de los demás".

Escribe sobre algunos de los escritores que entonces conoció, particularmente de algunos de los integrantes del Grupo Orígenes. "[José] Lezama [Lima] me resultó engreído y distante en la breve aparición que hizo. Cintio Vitier más sencillo y simpático. [Ángel] Gaztelu, bien, pero en pareja con Lezama, lastrado". Mejor recuerdo guarda de Jorge Mañach, de quien apunta que "estuvo atento conmigo". En La Habana, Salinas también encontró a algunos compatriotas que, al igual que él, al finalizar la Guerra Civil tomaron el camino del exilio. Copio aquí las líneas que les dedica en la carta: "Vi a [Juan] Chabás, comunistoide, pero afectuoso, asiduo y simpatiquísimo. Bastante anduvo con nosotros María Zambrano, tan bas-bleu como siempre y don Gustavo Pittaluga". Por cierto, el compilador del libro en el cual aparece esta carta que aquí reseño incluye una nota a pie de página para dar una breve referencia sobre Lezama Lima, quien según se puede leer nació en 1912 y murió en 1981. En realidad, las fechas correctas son 1910 y 1976.

El chisme, el relajo y calor

De la masiva se deduce que Salinas era de los que disfrutan el dulce encanto del cotilleo. Acerca de Manuel Altolaguirre, quien desde el año anterior había pasado a residir en México, le cuenta a Guillén: "De Manolo Altolaguirre ya te habrá dicho [José María] Chacón [y Calvo]; es decir, como Chacón es tan bueno y tan fino, acaso no te haya contado todo: no puede ser más lastimoso. Ha caído en abyecciones imposibles; estaba dispuesto divorciarse de Cocha [Méndez] (y hasta aseguran que ya está entablado el divorcio) para casarse con una mujer de historia, millonaria, que se encaprichó de él y lo siguió hasta Méjico. La tal es un pingo completo, divorciada dos veces, morfinómana, y «protectora de las artes». A Concha le daría unos cientos de dólares al mes, para que consienta. Y todos tan contentos. Pero la última noticia, de dos días antes de salir de La Habana, es que todo se ha venido abajo. Porque la aludida sinvergüenza se ha encaprichado de un torero mejicano, y ha dado de lado a Manolo, ya a medias divorciado".

Otros comentarios de Salinas se refieren a comportamientos de los cubanos que le parecen negativos. "Por supuesto, el producto natural que más abunda en La Habana es el chisme; frondoso por doquier y sobre cualquiera". Sobre todo le molesta el relajo cubano, que según apunta llegó a maravillas con él. "Ejemplo: se anuncia una conferencia mía con tres días de anticipación en determinado local: y dos horas antes de la hora, me telefonean los organizadores (los segundos de Chacón, por cierto) que es menester suspenderla porque no se habían enterado de que en ese local estaban haciendo obra, desde un mes antes, y no se podía ni entrar. Lo malo es que el público, no avisado, fue; y no volvió al día siguiente al nuevo local".

En cambio, de nuestra capital escribe en términos encomiásticos: "De La Habana, he sacado una gran impresión: me parece que debe ser la ciudad más española que hay fuera de España. Se siente uno como pez en el agua. Amplia, fácil, «democrática», a lo Barcelona o a lo Valencia". La afean, sin embargo, los malos hábitos de sus habitantes: la informalidad e irresponsabilidad de la gente le parecen a Salinas insuperables. Y anota: "Eso explica las revistas que nacen y mueren como la consabida rosa; siempre mueren de disensión interna. Las universidades, mezcla de pompa externa y relajo. Mis conferencias las anunciaron, las tres, en uno solo de los periódicos de La Habana, que son diez, y no se volvió a repetir el anuncio de las conferencias, cada día. Consecuencia: tuve de 30 a 40 personas. Todos me dijeron que era un lleno. Porque los estudiantes tradicionalmente, no van a las conferencias. ¡Así! Los profesores, por no ser menos, tampoco van".

Salinas le insiste a Jorge Guillén que no le comente nada a Chacón y Calvo sobre el contenido de su carta que tiene que ver con La Habana. Le escribe: "Que no se transparente nada de estas impresiones, cuando hables con Chacón. Dile sólo que me encantó La Habana, como es verdad, pero que sufrí mucho con el calor, como es verdad. Qué horroroso; no se podía ni dormir. Esto es Biarritz, comparado con La Habana".