Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Río 2007

De capa caída

La delegación a los Juegos Panamericanos intentará sacudirse de deserciones, bajos rendimientos y de la pérdida del liderazgo en muchos deportes.

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Los débiles seleccionados de natación y clavado tendrán que ver cómo antiguos colegas compiten por otros países. El camagüeyano Guillermo Martínez, talento en la jabalina masculina y recientemente liberado de una sanción que lo condenó a perderse la temporada de 2006, intentará representar al atletismo, superado en citas continentales por potencias como Estados Unidos y Jamaica.

El ciclismo será una alegría si las destacadas Yumari González y Lisandra Guerra repiten sus actuaciones del último mundial.

Los deportes de combate, como el judo, el kárate o el taekwondo, no irán a Río de Janeiro con el favoritismo de otros años. Un evidente descenso en los rendimientos de varios de esos conjuntos y lesiones importantes como las de Yanelis Labrada y Yurisleidis Lupetey, hacen intuir un verdadero desastre en los tatamis cariocas.

Modalidades como el remo, el patinaje, la gimnasia, el softball, el balonmano, el polo acuático…, carentes desde hace mucho tiempo del fogueo internacional que las aparta de las más importantes convocatorias mundiales, sólo tienen como experiencia competitiva los neurálgicos Juegos del ALBA, iniciativa más política que deportiva.

Excepto Sergio Álvarez, en las pesas no parecen preparados para un gran destaque. En tanto, especialidades como el tiro deportivo, el tenis, el fútbol y el nado sincronizado encontrarán pocas posibilidades de medallas.

¿Derecho del pueblo u obligación política?

La manida frase "El deporte es derecho del pueblo" parece haber desaparecido en la Isla. Evidentemente, el supuesto derecho de practicar actividades deportivas tiene que ver con la obligación de pensar como el gobierno quiere. Quien disiente, no puede aparecer en la lista de los 480 atletas que irán a los Juegos Panamericanos, en la que no han sido inscritos posibles sospechosos de deserción.

Un ejemplo notable y doloroso es el del santiaguero Reutilio Hurtado, quien no integra la escuadra de béisbol desde que su hermano se convirtió en boxeador profesional. Eso pesa más que su rendimiento anual a la hora de ser valorado como candidato al equipo principal.

El deporte en la Cuba actual es reflejo de la propia decadencia del sistema. Fugas de atletas, abandono de entrenamientos, carencias de implementos e instalaciones adecuadas, y obvio desencanto y decepción por la política que emplea la autoridad deportiva nacional, se han acumulado en los últimos años para evidenciar un notable descenso en los resultados competitivos.

Eso, sin dejar de apuntar la feroz vigilancia que sufren deportistas y técnicos, quienes no pueden mezclarse entre la multitud o confraternizar con sus colegas de otros países cuando participan en eventos múltiples. Los cubanos, obligados a permanecer el mayor tiempo posible en la villa de alojamiento, cumplen, como nadie, un programa de actividades ideológicas que a muchos asusta.

Lo que acontecerá en Río de Janeiro comenzará a escribirse muy pronto. Las trasmisiones de la radio y la televisión en Cuba, sufragadas por el Estado "todopoderoso" que las convierte en éxitos políticos, mostrarán el poderío cada día más emergente del deporte brasileño, que no será el único motivo para que los gritos de victoria sean mucho menores.

El retroceso del alto rendimiento nacional ha venido acentuándose de manera notable en los últimos años. Ni las trabajadas consignas ni los análisis políticos han podido menguar una realidad que ahora se torna muy difícil de ocultar. En Brasil ocurrirá la nueva historia.

Brasil de prepara


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