Actualizado: 17/05/2024 1:04
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En sus marcas, listos…

El anuncio de nuevas medidas en el béisbol de la Isla calienta los motores para la edición 46 de la Serie Nacional.

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Lourdes Gourriel guiará por sexta vez a las huestes espirituanas, que en la edición anterior combatieron arduamente frente a los Azules, los cuales le arrebataron los dos juegos finales por su experiencia en encuentros decisivos. Los Gallos incluyen en sus filas a figuras de empuje en el equipo nacional: Yunieski Gourriel, Frederick Cepeda y Eriel Sánchez, que serán respaldados por los abridores Yosvany Aragón y Noelvis Hernández.

Sin amilanarse por esos nombres, en el oriente del país los santiagueros del legendario Antonio Pacheco dependerán de los veteranos pitchers Norge Luis Vera y Ormary Romero, respaldados en el campo corto por Luis Miguel Navas, en el bosque del centro por Reutilio Hurtado, y tras el plato, Rolando Meriño junto a Héctor Olivera, hijo del que fuera temible bateador del mismo nombre con los equipos Azucareros y Las Villas en la década de los ochenta.

Villa Clara debe volver a dar pelea. Terminó primero del grupo C en la lid anterior, con 58 victorias, idéntico número que Sancti Spíritus, líder del B. Los Naranjas se aglutinarán otra vez junto a su guía, Víctor Mesa, que cuenta con el mejor catcher y el mejor torpedero en 10 años: Ariel Pestano y Eduardo Paret, los cuales combinan con Ariel Borrero, inicialista del equipo Cuba. A ellos se unen el líder en ponches de la pasada serie, Luis Borroto, y el novel Robelio Castillo, que finalizó con 6 ganados y 2 perdidos.

Tristes recuerdos para los pitchers

Como es conocido por la afición cubana, desde los mismos inicios de la Series Nacionales en 1962, los lanzadores han sido utilizados indiscriminadamente por los managers, los dirigentes de las provincias, e incluso, por mandatos directos del "pelotero en jefe".

El último de los mal utilizados fue el espirituano Maels Rodríguez, tirador de aterradora velocidad que llegó a alcanzar hasta 101 millas por hora a partir de 1998, autor del único juego perfecto de la pelota cubana y recordista en ponchetes propinados. En la temporada de 2002, durante la Serie Nacional, la Especial y eventos internacionales, Rodríguez fue obligado a trabajar un total de 320 entradas, con 54 salidas al box, 33 veces en las facetas de abridor y 21 presentaciones como relevista, la mayoría de las veces sin calentar debidamente. Ello le causó enormes afectaciones, de tal magnitud que actualmente hace esfuerzos en Miami para recuperar sus dotes como estrella del montículo.

A manera de comparación, ese mismo año, pero en Grandes Ligas, el fenomenal zurdo Randy Jonhson, que se caracteriza por sus frecuentes apariciones al box, intervino en 260 innings repartidos en 35 presentaciones, todas como abridor, y Liván Hernández, acaso el serpentinero que más episodios lanzó en los últimos 5 años, hizo 33 salidas al diamante con 216 capítulos de labor.


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