Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Béisbol

Hervidero de pasiones

Tras cinco años sin victorias frente al equipo Cuba, Estados Unidos se impuso en el Torneo Preolímpico para Beijing 2008.

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Cada vez que los equipos de Estados Unidos y Cuba se encuentran en un terreno de béisbol, el choque se convierte en un hervidero de pasiones. En el archivo de este deporte, se recoge que desde 1907 y hasta mediados del siglo XX las confrontaciones eran verdaderas atracciones de taquilla. Algo lógico, pues los torneos se convertían en una medición de fuerzas entre los inventores de ese deporte y sus más aventajados seguidores.

Sin embargo, lo que antes eran enfrentamientos meramente deportivos, a partir de los Panamericanos de Brasil en 1961, pasó a ser casi una "lucha a muerte frente a los representantes del enemigo imperialista", según los designios del gobierno cubano, que después 47 años mantiene el mismo concepto.

El ejemplo más reciente fue el juego final del Torneo Preolímpico para la cita de Beijing 2008, efectuado en los meses de agosto y septiembre en La Habana. Los rivales ya habían conseguido las dos asignaciones correspondientes al grupo de América, pero de acuerdo con el calendario les correspondía medirse en el último día. Por eso, 40.000 personas colmaron el Estadio del Cerro y millones siguieron por televisión y radio el desafío, que finalizó 8 a 5 favorable a los visitantes, quienes conectaron 5 jonrones, cifra nunca antes lograda ante un plantel criollo.

Desde los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, ningún equipo estadounidense había saboreado la victoria frente a los cubanos en certámenes de envergadura. En ese trayecto, los directivos del béisbol en Estados Unidos prepararon conjuntos de profesionales de Ligas Menores con el marcado interés de vencer a sus empecinados oponentes, pero no pudieron lograrlo al subestimar siempre la potencia de los jugadores de la Isla.

En esta oportunidad, el elenco que reunieron fue uno de los más débiles de la historia y ni siquiera entrenaron. Los integrantes del equipo fueron concentrados el 17 de agosto, desarrollaron seis juegos de fogueo frente a Puerto Rico y Canadá, y debutaron en la justa el 26 de agosto, precisamente contra los canadienses. Justo es consignar que cuando fueron elegidos, los 24 jugadores participaban en campeonatos de Doble y Triple A.

La revancha regresará

La anterior cita preolímpica, en octubre de 2003 en Panamá, para la Olimpíada de Atenas 2004, resultó una verdadera catástrofe para los norteamericanos. Acudieron con un equipo de ensueño, concentraron a las mejores figuras de Ligas Menores, pasearon la ronda eliminatoria con tres victorias al hilo y cuando fueron a un partido de puro trámite en cuartos de final frente a México, que había perdido todas sus salidas, cayeron 2-1 por un jonrón mortífero del desconocido Luis Alfonso García, a la altura del noveno acto. Esta situación les tronchó el viaje a Grecia y provocó infinidad de comentarios y reproches en la nación norteña, al considerar que un campeón olímpico no tenía que ir a eliminatorias para el siguiente campeonato.

Con el traspiés que dieron los norteamericanos en el Primer Clásico Mundial, realizado este año, y en otros eventos del pasado quinquenio, sus enconados antagonistas al parecer se durmieron en los laureles y se confiaron demasiado. A decir verdad, era para vegetar tranquilos, porque los estadounidenses llegaron a la Isla con un equipo donde únicamente aparecían con brillo de categoría Doble A el torpedero Brandon Wood, el catcher Jarrod Saltalamacchia y el jardinero Billy Butler. En el conjunto no estaba ninguno de los mejores mil peloteros norteamericanos del Big Show.

Chad Allen y Mike Kinkade, que encabezaron la nómina foránea, son dos jugadores que nunca dieron la talla en Grandes Ligas. En el tope final frente a Cuba, utilizaron al abridor Kevin Slowey (Doble A), a los relevistas Jeff Ridgway y Lee Gronkiewicz (Triple A), y a Jeff B. Cox, también de Doble A.

El equipo de la Isla repitió con su elenco de lujo, con cuatro años de preparación e infinidad de eventos de gran nivel, encabezado por sus estrellas: Ariel Pestano, Eduardo Paret, Yulieski Gourriel, Mitchel Enríquez, Frederich Cepeda, Osmany Urrutia, y los lanzadores Pedro Luis Lazo, Adiel Palma, Vicyohandry Odelín y Frank Montieth.

La revancha regresará en 2008. Cuba asistirá con este mismo plantel y acaso algunos cambios. Estados Unidos, que probablemente dependa de jugadores de más linaje, estará, junto a Japón, entre los equipos favoritos. Para ese tiempo, ojalá el duelo Cuba-EE UU vuelva a ser otra vez una competición exclusivamente deportiva.