Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Ajedrez

La partida más difícil

El Gran Maestro Lázaro Bruzón ocupa un puesto entre los 30 mejores del planeta.

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La gran oportunidad de Bruzón llegó en febrero de 2005, con el fuerte Torneo de Wijk aan Zee (Holanda), categoría 19, el más importante jugado hasta la fecha por un cubano. Allí logró imponerse a monstruos como Nigel Short, Alexander Morozevich y Andrei Sokolov, y dividió con Judith Polgar, Michael Adams, Peter Svidler y Ruslam Ponomariov, entre otros. Sólo Anand, Leko y Topalov pudieron vencerlo. Resultado: quinto lugar.

Fue como una bomba. En ese momento Bruzón ni soñaba todavía con acercarse a los primeros 30 del planeta. Se había codeado con los más grandes, ganaba y perdía con ellos, los enfrentaba de tú a tú. Pero necesitaba ganar de manera contundente algún gran torneo y esa nueva oportunidad llegó con su rotunda victoria en el Campeonato Panamericano de Buenos Aires, que le garantizó un cupo para el Mundial de Rusia (ampliado a 128 trebejistas) de diciembre. En el certamen ruso sólo pudo ser superado en partidas rápidas por el talentoso local Evgueni Bareev, después de dejar fuera al rankeado norteamericano Alexander Onischuk.

El monarca de América

Ahora Bruzón es el monarca de América. Se codea con los más grandes. ¿Qué más lejos puede llegar? A su regreso de Argentina declaró que no pararía hasta ubicarse entre los diez mejores del mundo. Para alcanzarlo necesitará el doble de esfuerzos y sacrificios, multiplicar el tiempo de estudios, perfeccionar aún más su desempeño en partidas rápidas de desempate (rapid transit, muy de moda en los torneos actuales) y dejar muy atrás los tantos problemas de la vida cotidiana, en un país donde nadie tiene sus problemas resueltos.

No cabe dudas de que, con su extraordinario talento y sus dotes naturales para este juego, Bruzón podría haber alcanzado un desarrollo todavía más rápido si hubiera nacido en cualquier nación del llamado primer mundo. Quién sabe dónde estaría hoy de haber venido al mundo, por ejemplo, en España, con más recursos para su formación desde niño, con acceso a Internet y a programas computarizados muy avanzados para evolucionar en capacidad de juego desde edades tempranas. Además de que no haya apagones ni escasez de alimentos, ni problemas con el abasto de agua ni con el transporte.

Pero Bruzón nació en Cuba y su mérito es mayor. Desdeña las típicas distracciones y tentaciones de juventud. Pasó por las becas de las escuelas deportivas cubanas, donde hay que ser un genio de verdad para no deformarse y desviar el camino, como les ha sucedido a muchos. No es millonario, y de serlo, no podría invertir su dinero para verlo crecer y garantizar su futuro y el de los suyos, sin depender de las ayudas estatales a las glorias deportivas mientras sean leales al régimen. Actualmente es miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas y, en Las Tunas, fue nombrado para ocupar un puesto en la Asamblea Provincial del Poder Popular.

Vivir en la Isla tal vez sea la más difícil partida de Lázaro Bruzón. Lo más recomendable sería que las autoridades lo dejaran tranquilo. Que olviden esas manías de manipular y utilizar a las personas. Y si en el futuro desea establecerse en algún país, aunque él no lo ha manifestado todavía, pues que se lo permitan. El mejor seguidor de Capablanca entre nosotros necesita paz, sosiego y comodidades. Sólo de esa manera podrá alcanzar lo que se proponga en el muy riguroso mundo del ajedrez actual.


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