Los tres mosqueteros

La última vez que los peloteros Yuniesky Betancourt, Yunel Escobar y Alexei Ramírez se vieron en Cuba, fue durante la Serie Nacional de 2003. En aquellos momentos ninguno pensó que seis años después se encontrarían nuevamente, pero como torpederos regulares en Grandes Ligas, codeándose con Derek Jeter, Jimmy Rollings, Hanley Ramírez y José Reyes, por sólo citar a cuatro de los tantos estelares que constituyen la crema de esa posición en el mundo.

Betancourt era el segunda base del equipo Villa Clara y estaba condenado en esa posición por largo tiempo, porque Eduardo Paret, un jugador de esos que nadie puede sustituir, era el dueño fijo de las praderas cortas.

En el Mundial Juvenil de 2000, Betancourt fue titular de esa posición, pero Paret era y es el hombre fijo del equipo Cuba, porque virtudes tiene de sobra.

En tanto, Yunel Escobar fue suplente en tercera base y el shortstop de Industriales. Jugó banco durante cuatro años, pues en tercera base aparecía Rudy Reyes, que jugó 78 juegos de los 90 contemplados en la XLII Serie, y el shortstop estable de los Azules era Abdel Quintana.

Con respecto a Ramírez, estaba clavado con Pinar del Río, pero sin lugar fijo; alternaba en los tres jardines y hacía algún que otro juego en tercera base, segunda y hasta en las paradas cortas, donde el permanente era Onel Olivera. Tampoco podía sustituir al tercera base Donal Duarte y la segunda almohada era custodiada por el más conocido Yobal Dueñas. Justo es señalar que Alexei Ramírez integraba la selección nacional en las mismas circunstancias.

A aquellos muchachos, que al parecer nadie en la Isla les veía posibilidades de defender el campo corto y que solamente cobraban mensualmente unos 400 pesos cubanos, no les quedaba más remedio que proyectarse hacia nuevos horizontes.

El salto tan alto y largo que dieron es proporcional a la diferencia entre su salario en la Isla y el que reciben en Grandes Ligas, donde a cada uno les corresponde este año más o menos tres millones de dólares.

Muchos se preguntarán por qué esos notables deportistas no se trasladaban a otros equipos de los 16 existentes en la Serie Nacional, a sabiendas de que no todos cuentan con las figuras necesarias para el infield. La respuesta es que, increíblemente, el béisbol allí funciona en un círculo cerrado y absurdo donde un jugador de una provincia no puede ser canjeado o contratado por otra, aunque un equipo esté muy necesitado de atletas para consolidar sus conjuntos.

Entre los primeros

Trascurrido el primer mes de la temporada de Grandes Ligas, los "tres mosqueteros" cubanos se desempeñan con bastante eficiencia. Betancourt, octavo bate de los Marineros de Seattle, tras 27 desafíos llevaba 28 hits en 98 veces con average de .286 —tercero entre todos los torpederos de las Mayores— y, sorpresivamente, 12 impulsadas, para aparecer en el quinto puesto entre todos los shortstop de la Gran Carpa.

Escobar, que ocupa el segundo turno en el lineup de los Bravos de Atlanta, lleva 28 indiscutibles en 23 partidos y promedio de .308 con 13 remolcadas.

Indudablemente, el pinareño Ramírez tiene la presión de haber debutado como parador en corto en esta lid, después del exitoso primer año en la segunda almohada de los Medias Blancas de Chicago en 2008. Debe mejorar su demacrado .211, porque facultades tiene para lograrlo. No obstante, ha fletado para el plato a 11 compañeros.

El trabajo del trío a la defensiva es bueno. Betancourt tiene 4 errores en 27 juegos, Escobar, uno solo error en 23 choques, y Ramírez, 2 en 25, para ser confiables en la llave del cuadro.

Tres que no pueden olvidarse

Poseer tres paracortos de clase a la misma vez no es nuevo entre los antecesores, ya que Zoilo Versalles, Dagoberto Blanco (Bert Campaneris) y Leonardo Cárdenas engalanaron en 1967 el firmamento de las estrellas. Fueron personajes de gran valía en los diferentes equipos que integraron.

Versalles fue de Grandes Ligas entre los años 1959 y 1971, Cárdenas, entre 1960 y 1975, y Campaneris fue fabuloso en sus actuaciones entre 1964 y 1983.

El capitalino Versalles, que en 1965 fue elegido Jugador Más Valioso de la Liga Americana por su inmejorable actuación con los Mellizos de Minnesota, se mantuvo dos años después durante 160 choques de los 164 de la novena.

Cárdenas, de los Rojos de Cincinnati, estuvo en 108 desafíos, y Campaneris, con los Atléticos de Oakland, participó en 147, donde robó 55 veces. Este maravilloso jugador estafó 649 bases en su periplo por la Gran Carpa, cifra que ningún otro latinoamericano ha podido derribar; intervino en tres series mundiales, seis series de campeonato y seis Juego de las Estrellas, para que se tenga una ligera idea de su comportamiento.

Ojalá que "los tres mosqueteros" de ahora puedan continuar en la pelota élite tanto tiempo y con la celebridad de sus predecesores.

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