¿Quién se lleva el galardón?
Las estadísticas arrojan que el distintivo de 'insignia', desde 1962 a la fecha, no ha sido privativo de un equipo.
Parece mentira, pero es verdad. Todo aquel que pretenda saber con bastante exactitud cuál ha sido el equipo o la provincia más ganadora de la pelota cubana en los últimos 48 años, le costará mucho trabajo y lo más probable es que abandone el intento.
Si aspira, además, a conocer con detalle si Industriales es la "insignia" del béisbol nacional, o si Pinar del Río o Santiago de Cuba le arrebataron posteriormente ese mérito, la tarea le puede llevar al manicomio, ya que hasta ahora ningún estadístico de la pelota, comentarista o narrador, ha podido dar con la verdad.
Ubicar a los líderes individuales de mejores promedios traerá el mismo problema. Hace muy poco la prensa nacional e internacional difundió la noticia de un nuevo récord de jonrones conectados por Alfredo Despaigne, que disparó 32 en 90 juegos, lo cual representa una frecuencia de un cuadrangular cada 2,8 encuentros.
Orestes Kindelán despachó 30 en 63 partidos en la selectiva de 1986, con un resultado de 2,1 desafíos, una diferencia notable a favor del santiaguero. Muchos dirán que el primero lo hizo con bate de madera y Kindelán con aluminio, pero el pitcheo de estos torneos era muy superior. ¿Quién tiene la razón?
Al remitirse al campeón entre los lanzadores, sucede lo mismo. En 1968, Modesto Verdura fue líder en ganados y perdidos, con 11 y 0, en un calendario de 99 partidos. En 1972, el puntero fue Roberto Valdés, con 12 y 0, pero en 66. Jorge Luis Valdés obtuvo el mismo promedio en 48. Maikel Folich triunfó 11 veces sin derrotas durante 2006 en 90 juegos. Dos años después, Yulieski González elevó la cifra a 15 sin reveses. ¿Quién tiene la primacía? ¿Jorge Luis Valdés o Yulieski?
La razón de esa confusión tiene su causa en la intervención constante de la más alta dirección del país, que tergiversa todos los proyectos e ideas sensatas acerca del significado de mantener una programación lógica con miras a evitar el caos en las estadísticas y récords.
Todos los disparatados planes de funcionarios ineptos en materia deportiva, han sido rechazados durante mucho tiempo por la gran mayoría de comisionados, mánagers y jugadores de provincias, pero hasta un límite, porque llevar la contraria en Cuba puede llevar a ser persona "no confiable".
Para encontrar un tipo de calendario lo más exacto posible, hay que remitirse a las Grandes Ligas de Estados Unidos. Según The Sports Encyclopedia Baseball, que se publica anualmente, entre 1916 y 1963 cada equipo jugó 154 partidos.
De 1964 hasta 2008, el programa fue de 162, lo que permite hacer todas las comparaciones posibles en los 92 años transcurridos, con la escasa diferencia de ocho juegos (154 primero y después 162).
La anarquía ocurrida en la pelota de la Isla desde 1962 a 2009 revela que "la bola pica y se extiende". En las contiendas nacionales se han cambiado 12 veces la cantidad de juegos. En 1962 se efectuaron 27, en la segunda, 30, en la tercera, 35, y la letanía llega a 99 en 1967, luego recurvó a 48, y así sucesivamente, hasta que en 1997 se idearon 90 partidos para cada novena, plan aplicado la serie recién finalizada.
Una copia al papel carbón de la ineficiencia en grado superlativo fueron las 21 series selectivas, donde los formatos se cambiaron siete veces.
Todos estos datos aparecen diseminados en la Guía Oficial de Béisbol, que publica el Instituto Nacional de Deportes (INDER), aunque no han sido muchas las ediciones. También aparecieron a finales del pasado mayo en la edición digital del diario Granma, que divulgó los resultados de todas las series nacionales. Las reseñas de los torneos selectivos aparecen en la guía del INDER de 1999. Muchos datos también se publican cada año en Baseball America Almanac.
Vaya nombres y enredos
Cuando el gobierno eliminó el deporte rentado, fueron desechados los nombres de Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao, los cuatro equipos de la Liga Profesional. Para la primera serie nacional, que comenzó en 1962, las selecciones fueron denominadas Occidentales, Orientales, Azucareros y Habana, en representación de las seis provincias. Pero en el segundo torneo recordaron que Habana era el mismo nombre del conjunto que durante años comandó Mike González en la anterior liga, y ahí se creó Industriales, una de las novenas que representa a la capital.
Con posterioridad y hasta 1976, aumentaron a 12 el número de equipos y se fundó Vegueros y Forestales (Pinar del Río), Metropolitanos, Constructores y Agricultores (Ciudad de La Habana), Henequerenos y Citricultores (Matanzas), Azucareros, Las Villas y Centrales ( Las Villas), Granjeros y Camagüeyanos (Camagüey), y Orientales, Mineros y Serranos (Oriente).
La división político-administrativa de 1976 aumentó las provincias a 14, las cuales formaron equipos con sus nombres, pero en el "potaje" dejaron a Pinar del Río, Ciudad de La Habana y Matanzas con los membretes anteriores de sus dos equipos.
No puede obviarse que durante la década de los años setenta, varios jugadores de Industriales fueron acusados de cometer faltas graves y algunos fueron sacados de la pelota —se cometieron injusticias y nunca se dio una versión oficial—. Por supuesto, su fuerza mermó considerablemente ante el empuje de Azucareros, Vegueros, Orientales y Henequeneros, que se erigieron como nuevos monarcas.
Así las cosas, para intentar obtener un nivel superior, las componendas burocráticas permitieron que el elenco azul se reforzara con los mejores jugadores de sus compadres Metropolitanos. Henequerenos hizo lo mismo con sus vecinos, Citricultores, y Vegueros repitió la receta con Forestales.
La tapa al pomo la pusieron en 1993. Las autoridades deportivas eliminaron a los equipos Forestales y Citricultores, y como Industriales no ganaba con la frecuencia deseada, dejaron con vida a Metros, que desde entonces sirve de sucursal a los Azules. Las fuentes citadas arrojan que los capitalinos se nutren de su "finca" con los jugadores que se destacan por dos o tres años. En la novena de la última edición, 27 de sus 28 peloteros militaron antes en Metropolitanos.
En el embrollo de torneos diferentes, Industriales ganó 11 veces el título nacional en 46 torneos —no participó en el primero ni en la edición catorce, donde apareció Constructores, ganador del certamen—. Vegueros-Pinar del Río posee ocho primeros lugares en 32 campeonatos, y Santiago de Cuba, similar cantidad en idénticos torneos.
Selectivas, bates y pelotas
En 1975 se crearon las series selectivas, con seis conjuntos que reunían a los jugadores más destacados de los campeonatos nacionales. Dichos torneos, que permanecieron por 21 años seguidos, mejoraron el nivel de los atletas.
Esta liga, que captó la atención multiplicada de los aficionados, congregó a los peloteros de mejores resultados. Después, estos integraron los equipos Cuba A y B, de donde salían los potentes equipos nacionales que brillaron por todo lo alto a partir de 1979.
Por esos tiempos se introdujo el bate de aluminio y el bateador designado, acorde con las nuevas modalidades. Se utilizaron diferentes tipos de pelota, desde las "fofas", con un bote limitado, hasta las explosivas, que se disparan como "volador de a peso". En 1999 se volvió a la madera. Todos estos cambios han distorsionado mucho más los récords en la Isla.
Las selectivas mostraron otra cara. El equipo Ciudad de La Habana triunfó dos veces en los 21 campeonatos mencionados, y Pinar del Río y Orientales ganaron siete títulos.
Al reunir todos los primeros lugares en ambos campeonatos, se observan los siguientes datos: Industriales-Constructores-Ciudad de La Habana (14 medallas de oro), Vegueros-Pinar del Río (14) y Orientales-Serranos-Santiago de Cuba (15).
Las estadísticas muestran que el "cartelito" de "insignia", "estandarte" y el resto de los epítetos que se quieran endosar está repartido por etapas: en los primeros 16 años, el emblema superior perteneció a la selección de la capital. En la segunda fase la corona correspondió a los vueltabajeros, y desde 1993 a la fecha, la poltrona está ocupada por los orientales.
Después de este lío interminable, habría que buscar al mago Chili Chala para que aclare este "enredo" y que algunas personas sensatas con conocimientos de béisbol utilicen las técnicas modernas para organizar la pelota isleña de forma más razonable e imparcial.
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