Actualizado: 23/04/2024 20:43
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México D.F.

Cuba: el carácter elusivo de la verdad

Una reflexión a propósito del aniversario 47 de la toma del poder por Castro.

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Quizás los lectores de Montaigne lo sabemos distinto, pero cualquier cubano del insilio y del exilio lo ha experimentado con un impulso catastrófico. La cercanía del 2006 aguijonea las reflexiones, a partir de la acumulación de equívocos y de la evidencia: Pocas verdades en este planeta —por lo demás recalentado— son tan elusivas como las que atañen a Cuba, tan escurridizas y esquivas.

Confieso mis sarcasmos cada vez que leo u oigo a algún "dueño de la verdad". Antes me emberrinchaba, ahora me burlo del ridículo. Algunos “cubanólogos” —comillas irónicas—, incluyendo afamados periodistas, sociólogos, economistas y filósofos, han cometido olímpicos gazapos, sobre todo en sus predicciones. ¿Hay que citar libros como Fin de siglo en La Habana o La hora final de Castro?

Peor han sido los cálculos y vaticinios de ciertos gobiernos e instituciones, casi podría afirmarse que compiten con la infalible capacidad de Castro para arruinar todo lo que toca menos a él mismo, como buen rey Midas del excremento, del excremento humano. No extraña que el taimado autócrata se burle de la mayoría de sus enemigos políticos, les sobreviva y agradezca.

Ahí está impertérrito, envidiado hasta por las cenizas de los virreyes de la Nueva España, que nunca acumularon tanto poder personal, pues oidores y obispos le disminuían la capacidad de decidir. Ahí está, cuando las maletas de muchos exiliados de diferentes oleadas han terminado en sarcófagos o cofres cenicientos, en memorias escritas a la encáustica resentida o serviles diálogos oportunistas. Ahí estará dentro de unos días, celebrando su 47 aniversario.

¿La verdad? ¡Ah, tan curtida por los cazadores de fantasmas! La verdad parece andar a la captura de lo incierto, como la CEPAL, que acaba de excluir las estadísticas oficiales que le suministra el gobierno cubano porque sus malabares exigen criptólogos egipcios, babalawos diestros en Ifá, lectores sapienciales y oraculares del I Ching. Porque son tan zigzagueantes como las respuestas a la Comunidad Europea o a la Iglesia Católica cuando le han pedido reformas, mesuras, respeto a los derechos humanos, no sacrificar el futuro inmediato del país cuando él sea llamado —¡Dios quiera que pronto!— a una acogedora caldera calientica y constante.

Las verdades cubanas —mejor en plural— tienen lo que la economía llama “valor agregado”, adiciones que las matizan. Una lógica presocrática donde hasta el cilindro de Anaximandro pudiera romperse. Baste enunciar la curiosa relación con Goliat-USA. ¿Acaso el chantaje de un éxodo masivo, con o sin gobernabilidad interna, no matiza las verdades de una relación donde mi hija —ciudadana norteamericana— tiene que esperar tres años para visitar a su abuela moribunda y Castro puede comprar medio millón de toneladas de trigo a precios preferenciales, tras recibir —tal vez cenaron langostas— al gobernador de Maine?


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