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La rumorología criolla

El régimen sabe del boom mediático y responde con una capa de humo para impedir hablar más de la cuenta.

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Por estos días, cadenas televisivas europeas muestran reportajes variopintos. El pasado 5 de agosto retransmitían imágenes del Maleconazo, la represión y la estampida desatada en 1994. En Bolivia, el embajador de Cuba, Rafael Dausá, de traje, participaba en las calles de Santa Cruz en una ceremonia para pedir a la Pachamama por la salud de Fidel Castro y en la cual no faltaron hojas de coca, aguardiente de caña y fotos del Che. En Miami, el presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana, Jorge Mas Santos, con guayabera y hablando en inglés y español, exhortaba a los militares cubanos a desoír las órdenes de Raúl Castro.

En Galicia, era entrevistado un desmejorado y enflaquecido Manuel Fraga, fundador del Partido Popular y viejo amigo de la familia Castro Ruz. Una hermana de los Castro, Juanita, exiliada en Miami desde los años sesenta, nunca había sido tan asediada por la prensa. Muy solicitada ha estado también la hija ilegítima de Fidel Castro, Alina Fernández Revueltas.

Normalmente, a los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba les es difícil desarrollar libremente su labor. En estas circunstancias, dado el secretismo y el misterio, al no poder cumplimentar todas las peticiones de sus redacciones, los medios por ellos representados calzan los escuetos despachos enviados desde La Habana con entrevistas y anécdotas al margen de la censura castrista, obtenidas de enviados especiales en Estados Unidos y otros países donde radican cubanos.

Hasta la fecha, poco ha trascendido de lo que en realidad pasa en Cuba. Y menos de lo que está pasando por la cabeza del cubano. Algo que también debe preocupar al Ministerio del Interior, que tiene bien controlados y vigilados a los disidentes y periodistas independientes, pero no así a una oposición silenciosa conformada por ciudadanos de profesiones, empleos y rangos sociales diversos.

Casi todas las opiniones vertidas en las calles ante cámaras y micrófonos extranjeros carecen de credibilidad: la mayoría son dichas de "dientes pa'fuera". La gente no es boba y se cuida. Algunos prefieren no opinar y se escudan en el lenguaje retórico y panfletario aprendido durante 47 años. Los funcionarios, como es habitual, no se salen del guión previamente elaborado por el Partido.

Lógica cautela mantienen al hablar o escribir los disidentes y periodistas independientes. Es comprensible: al reportero foráneo que "se pasa de rosca", las autoridades lo expulsan del país. Pero si un disidente o periodista independiente se "extralimita", su destino es la cárcel.

'Radio bemba'

Cuando se han vivido en Cuba las verdes y las maduras, antes y después de 1959, es fácil imaginar las especulaciones que a puertas cerradas están teniendo lugar en estos momentos en los hogares cubanos. La rumorología criolla, más conocida por "radio bemba", es tan vieja como la afición al juego y las apuestas. En Cuba nada escapa a la murmuración y el cotilleo. Al extremo de llegarse a afirmar que determinadas "bolas" son echadas a rodar por el propio gobierno. Hermano gemelo de los chismes son los chistes, de los cuales no han escapado Fidel Castro y su hermano Raúl.

"Radio bemba" está tan enraizada como las creencias. Las consultas a santeros y babalaos estarán a la orden del día, así como las sesiones de espiritismo y los turnos para tirar las cartas o leer las manos. También las ofrendas a deidades de las religiones católica y yoruba, en especial las tenidas por más poderosas y protectoras: Ochun, Obatalá, Yemayá, Changó, Babalú Ayé y Ogun.


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