Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Política

«La Iglesia polaca apoyó las aspiraciones de libertad»

La entrevista que Lech Walesa concedió a 'Vitral', pero que no pudo ser publicada en el último número de la revista.

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¿El paso siguiente fue la presidencia?

Sí, para poder salvar la idea inicial, para introducir un sistema democrático verdadero después de la Mesa Redonda, tenía que ser nombrado presidente. En la Mesa Redonda nosotros aprobamos el compromiso de que el general Jaruzelski fuese nombrado el primer presidente del país y que mantuviese el control de los tres ministerios clave: Interior, Exteriores y Defensa. De esa forma, no pudieron iniciarse los cambios profundos. Por ello tuve que acelerar, pero no muy fuerte, para que "el hormigón" del partido comunista no se asustara, y no introdujera el Estado de guerra una vez más.

Por otro lado, también quise hacer caer al General de la presidencia, porque a la mayoría de los polacos les parecía inaceptable que él fuera el primer presidente de la nueva Polonia. Entonces, mucha gente simplemente lo odiaba.

Como consecuencia directa de la Mesa Redonda, el 4 de junio de 1989 se produjeron las primeras elecciones parcialmente libres a la Cámara Baja del Parlamento y plenamente libres al Senado, después de 45 años de comunismo. Todos los candidatos de Solidaridad que se presentaron en las elecciones tenían en sus carteles electorales la foto suya. Todos ganaron los estancos en la Cámara Baja, y todos, menos uno, entraron al Senado. La derrota electoral fue un choque para el Partido Comunista. ¿Ese momento se puede considerar como el fin del comunismo en Polonia?

No. La victoria de Solidaridad y de la oposición democrática en las elecciones fue un paso hacia el fin del comunismo. La transición democrática acababa de empezar y la situación todavía era reversible si no retomábamos la presidencia y los ministerios clave que tenía bajo su control el general Jaruzelski. ¿Por qué? Porque aquel acuerdo contó con que nosotros hiciéramos el trabajo peor, más duro e impopular.

Renovemos el sistema con la pintura fresca y la gente empezará a expresar su descontento diciendo: "mira, hicieron reformas económicas duras, privatización, y ahora estamos peor que durante el comunismo". Ellos quisieron hacer con nuestras manos el trabajo doloroso, como las reformas hacia la economía del mercado libre. Quisieron que la gente mostrara su descontento y nos echara la culpa por empezar las reformas. Ellos sabían muy bien que era preciso hacer lo que hicimos nosotros, pero ya no tuvieron el respaldo de la nación. Sabían también que el sistema de la economía socialista había fracasado completamente. Así que su plan fue muy fino.

La toma de la presidencia les desbarató sus proyectos, y les dejó en una situación muy grave. Aquellas condiciones en el comienzo de la transición y, sobre todo, el plan de los comunistas, fue muy malicioso. Tan malicioso, que por poco nos ganan.

En el año 1992 usted fue nombrado el primer presidente de la República de Polonia elegido en las elecciones libres. ¿Cómo evalúa el balance de su presidencia?

Todo era muy importante. Participé en la cadena de los asuntos, fui uno de los actores principales. Si sacamos un eslabón de la cadena, ésta deja de existir. Me parece que no debo ser yo quien evalúe mi presidencia, sobre todo por ser persona que controlaba esa cadena. Todos pueden, menos yo.

Desde el inicio de la transición en Polonia, todos los miembros del Partido Comunista tenían plenos derechos para participar en la vida pública. Tadeusz Mazowiecki, el primer ministro posterior al gobierno comunista, en su primer discurso ante el Parlamento democrático, afirmó que había que trazar una línea gruesa entre el pasado y el presente. ¿Fue un error la famosa política de "línea gruesa"?

En aquel momento no estaba de acuerdo con Mazowiecki, ponía en duda su decisión. Ahora sé que "la línea gruesa" fue la única solución. Decía: "Señores, muchos creyeron en el comunismo, muchos se incorporaron al sistema por su ingenuidad u oportunismo; no importa. Mientras usted no cometa un crimen, es bienvenido a trabajar por el bienestar de la patria libre. Si usted fue un criminal, entonces sí que tiene de que preocuparse".

Eso decía la política de "la línea gruesa". Si nosotros hubiéramos hecho lo mismo que hicieron los americanos en Irak, si hubiéramos cambiado todas las estructuras políticas, los militares del Estado, el propio partido Baas, nunca hubiéramos sido capaces de arreglar la situación. Si hubiéramos lanzado acusaciones, en un ambiente de revancha político-histórica, hubiéramos tenido la Guerra Civil y no hubiéramos logrado nada. Por eso, la "línea gruesa" era imprescindible para continuar la transformación pacífica. Si alguien no comprende esto, no va a comprender nada.