Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Música

La soledad de la timba en Nueva York

Los cubanos se alborotan, los boricuas observan. Tras reaparecer en el SOB, Carlos Manuel analiza la situación de la música cubana.

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Carlos Manuel, el ídolo de la timba cubana de fines de los noventa, el chico lindo de La Manzana en la cabeza, se presentó en el Club SOB de Nueva York, por donde antes pasaron Los Van Van, Habana Abierta, Los Tres de La Habana, Fito Páez y medio mundo. Sitio termómetro, con un público implacable, que no espera para aplaudir o sentenciar a una orquesta o cantante.

En su primera presentación en el SOB, no pasó nada, no levantó al público. ¿Qué sucedió? La orquesta que le armaron los productores, con los mejores músicos de la salsa, no pudo con la timba cubana, con tanta fusión y cambios de percusión. Esa es la versión de Carlos Manuel.

La realidad es que los bailadores de Nueva York están acostumbrados a la salsa, a marcar el paso, y los cambios de clave de la timba les interrumpen el paso. Ninguna de las orquestas de timba que se han presentado en la Gran Manzana —Charanga Habanera, Paulito y su Élite, Manolito y su Trabuco— han pegado.

"No pueden entender la timba", protesta Carlos Manuel. Para eso, tendrían que haber vivido el desarrollo musical que vivió Cuba por 30 años. Además, no pueden conocerla, la música que se hace en la Isla ha sido expulsada de la radio internacional. La timba sólo se conoce entre los cubanos llegados después del noventa, y grupos aislados, en capitales europeas.

Pero Carlos Manuel insiste, vuelve a Nueva York, esta vez con su clan. Viene a hacer promoción de su primer disco en Estados Unidos. En la cubierta, el rostro del cantante; adentro: cumbia, funk, salsa, la hermosa balada El amor eres tú, tema de una telenovela de Univisión, y algo de timba, para no perder la costumbre.

Planeta aparte

Le pregunto a Carlos Manuel si trae engrasado su clan a Nueva York.

"Ese pesca'o no me muerde otra vez. Vine con mis músicos de Miami, que lo mismo tocan una salsa, que le meten a la timba en la misma costura", dice.

Comienzan a tocar. El público de primera fila baila a descoyuntarse (son cubiches). Boricuas y dominicanos se mantienen atrás, desde el bar, curiosos, midiendo este treintañero de rostro amable y voz extensa, afinada, que interpreta una música que nunca han escuchado en la radio, ni en ninguna parte, un cantante que suda la gota gorda para ganarse el aplauso con que termina el primer show.

"Si una música no se pasa por radio, ¿qué tú quieres?", argumenta Carlos Manuel en el camerino, toalla en mano, secándose. "Te imaginas un americano de la época del charleston, que le sonaran un rock and roll. ¿Crees que pudiera bailarlo? Busca las listas de lo temas que pasan las radios en el mundo, verás como en República Dominicana tocan mil veces al día a Juan Luis Guerra, mientras a Los Van Van nadie los reporta. Cuba vive en un planeta aparte".

"Pero Van Van se ha llevado un Grammy", soy yo el que riposta. "¿Y qué hacen con el premio si no pueden sacarle provecho?", pregunta Carlos echándose agua fría en la cara para refrescar. "¿Cómo funciona el mercado? Si me gano un Grammy, lo pongo en la carátula de mis discos y vendo un millón de copias más. Pero a los cubanos le dan el trofeo, lo llevan para la Isla, y ahí se quedó. ¿Por qué El Buey Cansao no caminó el mundo? Claro, que es un problema político. Pero arriba, pregunta, que ya casi subo a la segunda tanda", me anima el cantante.

Comenzaste cantando boleros, y hasta zarzuelas; luego entraste en Mayohuacán, y diste tremendo palo con la guaracha de Pedro Luis Ferrer, Carapacho de la jicotea, ¿cómo te atrapó la timba?

Me vi obligado a hacer timba, porque los timberos eran los únicos músicos en Cuba que ganaban bueno. Cuando se despenalizó el dólar, hubo una ola de salsa, de jineteras, de desenfreno, las orquestas de timba se pusieron de moda. Y no me negarás que la timba es riquísima. Armé mi orquesta, y de aprovechado, le puse Carlos Manuel y su Banda Carapacho.

¿A qué santo te encomendaste para conseguir la plantilla del "carapacho"?

¿De qué plantilla hablas? La mayoría de los músicos éramos "artículo 25". ¿Qué diablos era eso…? Un músico que no se había graduado, un apestado obligado a ganar 149 pesos al mes. No podíamos hacer televisión, ni grabar, ni hacer radio. Llegaba a las empresas y me preguntaban, "cuántos 'artículos 25' tienes en tu orquesta". Yo respondía que casi todos, y me decían, "olvídate, no te podemos contratar".

¿Y cómo grabaste, viajaste y te apuntaste a la fama?

Andaba con la barriga vacía caminando La Habana, en período especial, cuando sucedió el milagro. Se apareció un empresario de Martinica empeñado en grabarnos y, claro, me callé la falta de plantilla, y bauticé al grupo Carlos Manuel y su Clan. Ahí nació el disco Por la vena del gusto, pegamos en la radio y los burócratas rompieron la regla: nos contrataron sin habernos graduado. No en una empresa de cultura, sino del ejército, se llamaba Gaviota.

¿Cuándo entras a cantar con Irakere?

Me enteré que Chucho Valdés andaba buscando un cantante. Ni lo pensé. Podría viajar al extranjero, traer dólares, comprar instrumentos. No me fue fácil. Tuve que ponerme a tono con tremendos músicos. Con Irakere canté en el Festival Play Boy Jazz Festival, recorrí Europa y regresé con los instrumentos que me permitieron grabar con mi clan El agua fría, Tremenda parejita. Ahí fue que empecé a apretar.

¿Cómo te empatas con Chris Blackwell, el descubridor de Bob Marley?

Alex Masussi, el hermano de Jerry, el dueño de la Fania, me lo presentó. Con Blackwell, en Island Record, tuve todo los recursos, calidad de grabación, divulgación y distribución. Gracias a Blackwell grabamos Enamorados, apoyados por la orquesta Sinfónica Nacional. Ahí nació La Manzana, y el desbordar estadios en la Isla.

Y si te iba tan bien en Cuba, ¿qué te dio por brincar el charco?

Sé que la gente comenta que me apagué, que mi música no gusta en Miami. Llené el Tropigala de South Beach por dos años consecutivos, pero un artista sin disco se apaga. Pasé cinco años sin poder grabar, porque el único que se atrevía a traer artistas cubanos me firmó un contrato que no me permitía grabar si no era para él. Pero, descuida, ya la corte falló a favor mío. Ya grabé mi disco Carlos Manuel. Ahora es que comienza mi carrera en Estados Unidos.

¿Crees que en Miami hay cama pa' tanta gente?

Cuando llegué en 2003, los clubes no tenían escenario, ahora lo tienen. Ya hay varios canales de televisión en manos de cubanos. Hace unos años, los músicos tenían que inventar, trabajar en una pizzería, para sobrevivir. Ahora, si se me enferma un trompetista, me cuesta trabajo sustituirlo. Es un buen síntoma.

¿Qué opinas de la música que se está haciendo en la Isla?

La timba está pasando. Los grupos más pegados hacen reguetón. Y los clubes resuelven con un solo tipo poniendo música mecánica. Las orquestas están en un momento difícil.

Reguetón allá y todavía reguetón aquí: ¿No significa que Cuba, aunque desfasada, comienza a adaptarse al mercado?

¿De cuál mercado hablamos? No es lo mismo lo que suena en Argentina que en México, o España, ni tampoco Miami que Los Ángeles. Los géneros conviven y se mezclan. El reguetón mismo se está integrando a otros ritmos. Y también hay un regreso a la música romántica. Por eso en mi disco hay un poco de todo.

¿Qué opinas de los cambios que están ocurriendo en Cuba?

Que son tremenda muela para entretener al pueblo. Yo le digo a mi gente que no se ilusionen, que mientras esos tipos sigan ahí, Cuba no tiene arreglo. Esos cambios son otra mentira más, un truco, un pasito pa'lante y tres pa' atrás. Te dan una cosa y te la quitan al otro día.

Carlos Manuel vuelve a escena. Canta La Manzana en la cabeza. El clan suena durísimo (y buenísimo). Los cubanos se alborotan. Las cinturas se sueltan. Los boricuas observan. Unos cuantos americanos tratan de bailar. ¿Qué serían los estadios de fútbol sin sus hinchas, sin un país detrás que respalde a sus equipos? Serían como una timba cubana en el SOB de Nueva York.


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El cantante Carlos ManuelFoto

El cantante Carlos Manuel.

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