Actualizado: 15/04/2024 23:17
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Literatura

Más puro que un cordero sin uniforme

«Jamás hubiera abandonado la revolución si el Partido no hubiera asumido la dirección de la cultura». Entrevista al escritor Edmundo Desnoes.

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¿Ha habido en Cuba algún interés editorial por 'Memorias del desarrollo'?

Sólo de una manera retórica. Estoy seguro, no, casi seguro: mi conversación imaginaria, aunque respetuosa, con Fiddle, no creo que se entienda entre los funcionarios que manejan la cultura. Ya veremos cuando aparezca próximamente en Mono Azul.

Usted fue un precursor al publicar 'Los dispositivos en la flor', antología donde convivían Fidel Castro y Cabrera Infante, por ejemplo. A consecuencia de ello, Reinaldo Arenas le acusó de agente castrista. ¿Sufrió algún tipo de represalia por parte del gobierno norteamericano? ¿Las editoriales e instituciones culturales cubanas han mostrado algún interés en reeditar aquel libro?

Guillermito declaró que incluirlo en una antología junto a Fidel era como haber publicado a Thomas Mann junto a Hitler. La acusación de Reinaldo Arenas es tan absurda como su ensayo en escandalar, acusándome de envidiarle la barba a Fidel porque yo era lampiño.

En realidad, sólo un gran escritor es capaz de elaborar una metáfora tan reveladora de la relación entre el intelectual y el hombre de acción. A un escritor de tan fecunda imaginación como Arenas hay que perdonarle la calumnia y la mentira. En Cuba, consideran Los dispositivos en la flor como el primer intento de incluir tanto a los escritores del exilio como a los residentes en la Isla, como partes del mismo todo. No mostraron, sin embargo, interés por reeditarla. Hoy son más numerosos los escritores que viven tanto dentro como fuera de la revolución. Una nueva antología tal vez sería apropiada.

Usted era en los sesenta y setenta una personalidad de la cultura cubana. Incluso ha afirmado que durante la revolución se sintió más importante de lo que pueda sentirse ahora, que allí disfrutó "la intensidad de la experiencia" de ese "abrazo que asfixia" que es la revolución. Creo que, efectivamente, renegar de esa experiencia sería como renegar de su propio brazo derecho o de su pierna izquierda. Dado lo anterior, ¿qué le impulsó a abandonar el país en 1979?

Yo no podría haber resumido mejor mi experiencia. Vivo en un puente entre dos islas, Cuba y Manhattan, sobre aguas tibias y turbulentas. Jamás hubiera abandonado la revolución si el Partido no hubiera asumido la dirección y la orientación de la cultura. Yo descubrí que mi actitud era más religiosa que materialista: "Cree en Dios y haz lo que te dé la gana", "cree en la revolución y escribe lo que te salga".

Ya que no podía escribir de acuerdo con mi experiencia y mi conciencia, decidí tener una vida cómoda en el exilio. "La buena vida es cara", como se decía durante la república mediatizada, "hay otra más barata, pero esa no es vida". Quiero recalcar que mientras permanecí en la Isla, desde el momento en que el PCC asumió la dirección de la cultura, no publiqué una sola palabra en Cuba.

Afirmó que en su generación y en Cuba ya no se habla tanto de los problemas ideológicos, lo cual, de algún modo, permitió que usted fuera invitado por Casa de las Américas. Sin embargo, esa invitación no es leída como un acto de distensión, sino como un intento de manipulación de esa parte de la cultura cubana en el exterior, que es "admisible" siempre que, como una sucursal, pueda ser monitoreada desde la casa matriz en La Habana. ¿Qué opina al respecto?

Mientras publiquen lo que me sale de las entrañas, me siento más limpio y puro que un cordero. Además, todo sistema manipula, usa y abusa. Yo me dejo usar, siempre y cuando no me obliguen a llevar un uniforme. Quiero recalcar que nunca me he sentido más importante y relevante que durante mis años de escritor en Cuba.