«Nos burlamos de nuestra desgracia»

Antón Arrufat no ha cesado de escribir desde que dio a conocer su primer texto teatral, El caso se investiga, en 1957. Marcó la huella que lo define en publicaciones de referencia obligada como Ciclón y Lunes de Revolución, y fundó y dirigió durante cinco años la revista Casa de las Américas.

Sus obras teatrales eran llevadas a escena con bastante frecuencia por profesionales y aficionados, hasta que cayó en desgracia, cuando le fue entregado en 1968 el premio "José Antonio Ramos" por Los siete contra Tebas. Los inquisidores culturales de la UNEAC calificaron la obra de "contrarrevolucionaria", lo mismo que el conocido caso del poemario Fuera del juego, de Heberto Padilla.

Hubo que esperar el advenimiento del siglo XXI para que las autoridades culturales le otorgaran a Arrufat el Premio Nacional de Literatura, y 39 años de silencio para la puesta en escena de Los siete contra Tebas, que estrenó el director Alberto Sarraín en La Habana el 20 de octubre del año pasado.

Ahora, Miami acoge la puesta en escena de otra de sus obras, La repetición, cuyo estreno, este sábado 20 de septiembre, está a cargo de la compañía teatral Maderamen, en coproducción con el Centro Cultural Latin Quarter.

Su director, el cubanoamericano Frank Quintana, cuyo quehacer incluye también La mujer de Antonio y Los monólogos de la Vagina, entre otras producciones, accedió a dialogar con CUBAENCUENTRO.com sobre los pormenores de esta nueva puesta, la segunda que estrena la compañía Maderamen desde su creación.

¿Cómo llegó a la clase de Teresa María Rojas, cuando era directora y profesora de actuación del grupo Prometeo del Miami Dade College.

Llegué allí por cosas de la vida, en 1994, porque yo estaba estudiando allí y supe que estaban presentando una obra, y al conocer a Teresa María, me enamoré de su pasión por el teatro y decidí tomar los créditos y los no créditos para integrarme al grupo. Quedé fascinado al conocer el teatro de la crueldad, Lorca, Arrabal, el teatro del absurdo; actué en monólogos, colaboré en las escenografías, hasta que obtuve un personaje en Jacobo y la sumisión, de Ionesco, dirigido por Larry Villanueva.

Prometeo, el de Teresa María Rojas, era un taller para principiantes donde uno penetraba el mundo del teatro. No era necesario graduarte. Podías estar el tiempo que necesitabas, te ibas y volvías si lo considerabas oportuno. Después, cuando Teresa María se retira, asumí la dirección de Prometeo interinamente, hasta que llegaron otras personas y todo cambió.

¿Entonces surgió Maderamen…?

Es que Teresa, Javier Siut, también alumno de Prometeo, y yo coincidíamos en nuestros propósitos. Ella estaba en España actuando en Ana en el Trópico, de Nilo Cruz. Le envié mi obra La mujer de Antonio para conocer su opinión, y le dije: "¿por qué no formamos un grupo?". Ella me dijo: "Si se te ocurre un nombre". Y me acordé que Francisco Morín, el fundador del Prometeo habanero, decía cuando alguien tenía talento, que tenía "maderamen".

¿Qué pretensiones tiene como director?

No creo que sean diferentes a la de otros directores que aman al teatro y encuentran un vehículo para respirar mejor.

¿Cuál ha sido la participación de Nilo Cruz en este proyecto?

Nilo es uno de los pilares de Maderamen. Ha asumido la dirección general del grupo y me ofrece a mí la oportunidad de trabajar a su lado.

¿Cómo nació la idea de la puesta de 'La repetición'?

Después de leer varias obras en español, nos dimos cuenta que ésta es la que estábamos buscando. Pocos personajes, pero no es sólo eso. ¡Es que es tan nuestra! No lo puedo explicar. Todos nos miramos, porque los personajes son como nosotros. Nos burlamos de nuestra propia desgracia. El texto es muy poético.

¿Qué repercusión podría tener el estreno en Miami de una obra de Antón Arrufat, residente en la Isla?

Bueno, la obra a mí me tocó. Si hubiera sido de un autor de aquí, me hubiera enamorado igual de ella. Es una obra de arte que, simplemente, habla de nuestra historia. Nos toca a cualquier cubano, sea de allá o de acá. Además es una crítica social. Arrufat dice cosas proféticas como que algún día el hombre podrá jugar a Dios desde su cama apretando un botón, y la escribe en 1963. También habla de nuestra tendencia a repetir una cadena de errores.

¿Es Arrufat un dramaturgo del absurdo?

Yo no veo La repetición dentro del absurdo, porque los personajes son bien reales. Tal vez, si uno recuerda la película Los siete pecados capitales, que al final hay una conclusión filosófica, bueno, eso es lo que tiene esta obra. Cuando la digieres hay un sinfín de planteamientos.

¿Está basada en el texto original?

Sí y los personajes: el vendedor (Javier Suit), la vecina (Teresa María Rojas) y la muchacha (Hannia Guillén).

¿Y el resto del equipo de realización…?

Carlos Arditt, escenografía. Pedro El Piry Ramírez, iluminación. Marcos Mere, peinados y maquillaje. Miguel Ángel Abad, producción general. Bona Jesurum es la asistente de Teresa María; y Sandor Juan, efectos de sonidos.

Las coproducciones en el teatro miamense son infrecuentes. ¿Ha funcionado con el Centro Cultural Latin Quarter?

¡Por supuesto! Tony Wagner y Miguel Abad —sus directivos— fueron también alumnos de Teresa María. Es como una familia que une fuerzas.

¿Vendrá Arrufat al estreno?

¡Ojalá! Pero no creo que sea posible.

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